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“Abre tus sentidos para no perderte nada de lo bello y hermoso que te rodea”, decía el célebre artista Pablo Picasso, y hoy seguiremos su recomendación al pie de la letra (o del plato), porque en la ciudad andaluza hay mucho que ver, conocer y degustar.
Arrancamos en un bar ubicado en una antigua casa malagueña del siglo XVIII que, desde su inauguración en 1971, ha recibido la visita de personalidades tan importantes como Antonio Banderas o la Duquesa de Alba. En El Pimpi (cuyo nombre hace referencia a un popular personaje que ayudaba a los tripulantes y pasajeros de los barcos que llegaban a la ciudad) hay desde una tosta con salchichón de chivo malagueño al moscatel hasta el muy reclamado cazón en adobo.
No debemos perder de vista a la Antigua Casa de Guardia, el bar con más solera de Málaga, fundado en 1840, con muros que exhalan 176 años de historias y anécdotas y botas y grifos que atesoran las referencias de su vinoteca. No hay en la ciudad un espacio como este, donde la esencia andaluza y los vinos de la tierra conviven con locales y turistas (ahora también en su puesto del Mercado Merced).
En pleno centro histórico está la bodeguita El Gallo, con sus tapas caseras y su vermut de barril (muy demandado cuando se acerca la hora del aperitivo) y en la plaza de Uncibay, la siempre pintoresca y de espíritu jovial taberna Los Gatos, conocida por sus montaditos y su cerveza bien tirada.
Su nombre recuerda a los años de la inteligencia de la Unión Soviética, pero en realidad no es más que el juego de letras que corresponde a Kisko García Bar. En KGB el cocinero andaluz ofrece una cocina que mira al hoy y al mañana sin dejar de enraizarse en la tradición. En su barra, los comensales ya celebran el regreso del clásico foie caliente con huevo frito sobre puré de patatas o rollitos de pato, aunque desde el propio local nos recomiendan prestar atención al mollete de lechón al curry y cerrar con un postre no apto para quienes se empalaguen fácilmente: la tarta con galleta, plátano y dulce de leche.
De lunes a sábado, un mercado de abastos (que fue espacio de astilleros, después almacén, hospital militar y declarado Bien de Interés Cultural en 1979), reúne puestos de ibéricos, embutidos y chacinas; quesos; pescados y encurtidos. Así es el Mercado de Atarazanas, animado y vivaz, repleto de productos de temporada.
Con cerca de una veintena de puestos (de arroces, verduras, carnes, croquetas, huevos, cervezas, jamones, conservas o hamburguesas) y su recientemente estrenada remodelación en el Mercado Merced, en pleno casco histórico, la punta de lanza son el producto y la cocina local.
Es cierto, no está en Málaga ciudad, pero no podemos permitirnos obviar Casa Kiko, en el Paseo Marítimo del Rincón de La Victoria, porque su pescaíto frito y sus espetos de sardinas son populares, sabrosos y están muy bien hechos.