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En el corazón del barrio de El Porvenir y a solo unos pasos del Parque de María Luisa, ‘Plato Plató’ es una apuesta a cuatro manos. Manuel Nieto y Manuel Labella configuraron en este local un sitio cómodo en el que degustar tapas y raciones a las que se le ha dado una vuelta de tuerca. En su sala lo habitual es un ambiente distendido y relajado de gente con ganas de disfrutar.
Su carta se divide entre un grupo de propuestas más clásicas -aunque con su particular visión- y otras más atrevidas, en las que se atreven a mezclar sabores actuales con los grandes productos de la tierra de siempre. En el primer grupo se situarían los buñuelos de bacalao negro, la tortilla de patatas con cebolla y salsa al whisky, o el flamenquín ibérico con salsa de queso viejo. Para los que busquen sabores diferentes, en la segunda parte de la carta encontrarán maravillas como el niguiri de presa con kimchi y tartufo, o su sabroso tartar de salchichón ibérico.
Uno de los secretos mejor guardados de Triana es este local que transformó un puro bar de barrio en un espacio con delicada decoración y una rica carta de tapas y raciones con un punto creativo. Eso sí, respetando mucho el producto y apostando por la cocina de kilómetro cero y los vinos naturales, algo no tan común en la ciudad.
De sus cocinas verás salir los coloridos platos cerámicos con productos de Sevilla y de las vecinas provincias de Cádiz y Huelva. Es una buena opción empezar por el frescor de su ensaladilla de mojama y luego dejarse conducir hasta la sardina ahumada, sobre pan crujiente y sorbete de tomate. Los huevos rotos con jamón de Huelva y trufa son un acierto, y para terminar una de sus carnes ibéricas o los pescados del día de la Costa de la Luz.
En la bulliciosa Avenida de la Buhaira se encuentra esta propuesta de nombre francés y cocina meticulosa. Uno de los sitios favoritos de los que buscan sabores intensos y toques creativos, bien en su elegante sala o en su agradable terraza. Y un lugar perfecto para tapear, ya que dicen de sí mismos que la tapa y la ración son su alma.
Su cocina está hecha de contrastes y, además de una estupenda variedad de quesos, tostas y fritos, ofrecen tapas sorprendentes como el lomo de dorada sobre patatas rotas con chorizo, los buñuelos de bacalao y langostinos con alioli de ajo negro, o el canelón relleno de confit de pato con pera caramelizada sobre salsa de foie. Y antes de marcharte, si eres goloso, no dejes de probar el espectáculo de su tarta de avellanas.
¿Quién en Sevilla no conoce esta bodeguita? La gastronomía en el barrio del Arenal no se entendería sin este negocio que lleva más de 25 años alegrando los paladares de esta zona de la ciudad. Su mayor reclamo y motivo de peregrinación son los piripis, montaditos de lomo de cerdo, tomate natural, queso, bacon y un toque de mayonesa.
Pero más allá de esta joya metida entre panes, en la ‘Bodeguita Antonio Romero’ saben guisar y hacer algún guiño a la cocina de autor. Notables sus alcachofas con jamón y su rabo de toro, pero también fritos como las croquetas o los buñuelos, que aquí se presentan de chorizo, coliflor o roquefort.
Tiene Triana una plancha que muchos querrían analizar para descubrir su secreto. Aunque ‘Las Golondrinas’ tiene su casa madre llena de azulejos en Antillano Campos, hace unos años abrieron otra muy cerca, en la calle Pagés del Corro. En ambas la tónica es la misma: cocina tradicional y tapeo sabroso en el ambiente bullicioso que caracteriza a los bares del arrabal, un elemento que encandila a habituales como Roberto Leal.
Si hubiera que elegir una tapa que defina a este local sería sin duda la punta de solomillo. Es un reto comerse solo una. Otros platos que son fundamentales en este bar son el caballito de jamón, el calabacín relleno, los champiñones rellenos de un potente alioli o su riquísima carne mechada.
Entrar en esta bodega de la calle García de Vinuesa es viajar a una Sevilla en la que se ha detenido el tiempo. Las paredes recubiertas de preciosos botelleros de madera llenos de historias, una barra de las que han visto pasar millones de platos y esa luz tenue que nos traslada a la Sevilla más romántica.
Todo en la bodega es auténtico, pero sobre todo su tapeo. Pizarras y tinajas se llenan de tiza para pregonar las especialidades: el montadito de lomo al amontillado, atún con tomate, menudo con garbanzos o el solomillo a la crema de ajos. Y mucho más, porque solo en montaditos tienen decenas de propuestas.
En el barrio de Nervión este no es solo un nombre propio, sino también el sinónimo de comer en condiciones. Sin parafernalia ni excentricidades, en este negocio familiar de Nervión saben guisar y está probado que el que les ha hecho una visita, vuelve. Nacido del conocimiento gastronómico de un extremeño y una segoviana, aquí esas raíces se mezclan con los sabores de Andalucía.
Son unos grandes expertos en el cuchareo y, sobre todo, en los platos que llevan setas. Se han hecho célebres por platos que llevan hongos como su arroz de ibéricos y setas, que es un éxito absoluto. Tampoco dejar de lado el talento con el que hacen las migas o el cochinillo. Un tapeo distinto en el corazón de San Francisco Javier.
En la coqueta Plaza del Museo se levanta el original ‘Barrabar’s’ -en los últimos meses han abierto en Triana y El Porvenir-, un lugar con una larguísima barra y una decoración moderna y alegre. Su santo y seña es la cocina andaluza, pero presentada de una manera diferente. Además, tienen una bien nutrida carta de vinos en la que los vinos de Jerez y la manzanilla ocupan un lugar fundamental.
Aludiendo a su pasado de abacería, tienen buen producto en ibéricos y quesos. Pero en su carta la oferta de tapeo es bien amplia, empezando por el guiso que lleva el nombre del bar y que tiene una base de tomate frito casero con chorizo ibérico y langostino. Si lo solicitas, te pueden poner un surtido de croquetas para que pruebes las tres variedades –chistorra, chipirón en su tinta y jamón-, disfrutar del wok de verduras con pluma ibérica o dejarte llevar por el frescor de sus papas aliñadas con melva.
Aunque su origen fue en el barrio de Nervión, su local principal hoy es el de la Plaza de la Pescadería, muy cerca de la imponente Plaza del Salvador. En sus fogones, Gonzalo Jurado: un chef con una amplia trayectoria y que quiso resumir en el nombre del local su manera de entender la cocina. Así, ‘Tradevo’ es la unión de la tradición con la evolución.
Trabajan con productos de temporada y eso está muy presente en su carta. Una de las tapas que más alegrías ha dado al chef y que ha sobrevivido a los cambios de carta y los años es la sardina marinada, presentada sobre un pan de tomate y con pimientos asados. Para compartir, es una gran opción apostar por sus frituras hechas con aceite de oliva y harinas ecológicas. Vienen presentadas en cartuchos -a la antigua usanza- e incluyen boquerones, bastones de berenjena y croquetas de bacalao.
El tapeo moderno sevillano se esconde en una calle con tanto encanto como Alcaicería de la Loza. El local es reducido y parece esconderse de las masas y del ajetreo de las plazas cercanas. Al cruzar su puerta, nos encontramos con un espacio íntimo decorado con toques modernos y, en su exterior, montan una pequeña terraza para disfrutar al aire libre.
En la carta los platos tradicionales de la cocina andaluza parecen haber vivido un viaje a otras tierras para hacerse más universales. Así, podemos encontrar propuestas como la ensaladilla de camarones y edamame, el ajoblanco con mojama y sésamo, la merluza frita con salsa ponzu o la cola de toro con salsa teriyaki.
La ronda histórica lleva alojando décadas las cocinas de la familia Becerra. Los cristales de colores de su puerta reciben al comensal antes de darle paso hacia un interior clásico. Ahí se diferencian dos maneras distintas de disfrutar: en las mesas altas del bar o en las mesas del comedor. Expertos en los grandes platos de la cocina andaluza, es un lugar para encontrarse con los sabores del sur.
Si hay una tapa celebrada de la cocina de ‘Becerrita’ es su ensaladilla de gambas, una de las mejores de la ciudad. Las croquetas aquí son de cola de toro y la hamburguesita de gambas al ajillo. Un lugar para disfrutar los sabores de Andalucía sin enmascararlos, sino sabiendo sacar a la luz las virtudes del producto.
Este enclave gastronómico, junto a la Plaza de San Lorenzo, siempre se viene a la mente de los que dan recomendaciones para tapear en la ciudad. Cocina tradicional sevillana traída al siglo XXI y una barra de tapas más que original en una de las zonas con más solera de la ciudad.
Entre sus tapas siempre hay que destacar el Cigarro de Bécquer, un trampantojo con forma de habano del que no vamos a desvelarte el secreto. Además, los carnívoros no pueden perderse otra de sus especialidades: las costillas a la miel. Y para los que busquen un plato más ligero pero lleno de sabor, una buena opción es la yema de huevo sobre bizcocho de boletus.
El lado más canallita y joven del tapeo sevillano tiene uno de sus exponentes en la calle Calatrava, a las puertas de la ecléctica Alameda de Hércules. Caracterizado por un tapeo fresco y sin complejos, tiene también una buena relación calidad-precio.
Su tipo de cocina se basa en no abandonar los clásicos del tapeo como las patatas bravas o las tortillitas de camarones, pero aportandoles un toque diferencial. Por ejemplo, en ‘Dúo Tapas’ el salmorejo verde y convive en la carta con la versión original cordobesa; y las berenjenas fritas no vienen acompañadas de miel, sino del sabor del Pedro Ximénez. Un lugar al que acudir con amigos y disfrutar del buen día de forma relajada.
Decir que esta taberna junto a la iglesia de Santa Catalina es emblemática no es una exageración. Su historia se remonta a 1670 y tras su puerta se esconde un universo de otro tiempo lleno de detalles en los que fijarse. Siempre bullicioso, ‘El Rinconcillo’ se centra en la cocina clásica sevillana.
Por los tiempos de Cuaresma ‘El Rinconcillo’ parece un eslabón más del rito previo a la Semana Santa. En su carta podemos tapear unas espinacas con garbanzos bien guisadas y una pavía de bacalao que seduce a vecinos y foráneos. Además, destacan otros guisos como el bacalao con tomate o las almejas a la marinera, sin dejar de lado la buena calidad de sus chacinas.
Con vistas a la imponente torre de San Pedro desde una callejuela de las que en Sevilla son pura magia, ‘Palo Cortao’ es no solo un buen lugar en el que disfrutar del tapeo, sino también de una carta de vinos más que interesante. Aquí los vinos de Jerez se maridan con la sencillez de los productos de abacería o con tapas más elaboradas.
Nacido del tándem formado por un manchego y una extremeña, ‘Palo Cortao’ ofrece por un lado la sencillez de una gran selección de quesos o el paté de perdiz. Pero desde la cocina también salen pequeñas maravillas como la ostra gratinada, la caballa a la llama, el tuétano asado con tartar de gamba o la oreja con patatas bravas.