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Heladerías en Madrid

Recorre a lametones la capital

Actualizado: 30/06/2020

Las colas en las heladerías de Madrid son un ejemplo de cómo hemos recuperado los pequeños placeres, tan sencillos como chupar un buen helado. Ahora la ciudad se vive de una manera distinta. Salir a pasear sin rumbo fijo, parar frente a un escaparate, estar un rato eligiendo un sabor -o varios- y perderse por las callejuelas menos transitadas de la capital. Hay opciones para los muy amantes del dulce, para veganos e incluso para científicos... La lista es larga así que no hay tiempo que perder, este verano nos vamos de heladerías.
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1. Trampantojos heladeros

En la calle Pez 36, 'Popota' propone divertidos trampantojos helados, como su Frankfruit, que preparan con pan brioche dulce, una salchicha hecha de helado de avellana, un ketchup recreado con salsa de frambuesa y cereza y un chorro de mango y maracuyá que hace de mostaza. El local, inspirado en el universo cinematográfico de Wes Anderson, exhibe entre colores pastel una docena de sabores elaborados con productos de temporada y de primera calidad: pistachos de Lleida, fresas de Huelva o leche fresca gallega, con la que elaboran su dulce de leche. Sus hits son el helado de Croissant -muy francés-, el premiado Mago Merlín -con coco, plátano y maracuya-, el Trifásico -café con baileys-, o el helado de gofio canario, que ya crea adictos. Tras el mostrador atiende Irene Ravchunk, experta en moda y lujo y titulada en la Capigiani Gelato Universitye que, junto al heladero Antonio Solé, han dado vida a este delicios universo helado.

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Esta es una ruta para los detractores de la operación bikini, los que salen a darse un capricho sin reparar en las calorías ni caer en remordimientos. En 'Creamies' los donuts se pueden rellenar de helado de kinder-brownie, nube o yogur con frutos rojos y 'Gamela' es una heladería gallega con sede en Chueca donde son especialistas en salsas y aderezos. 'La Pecera' llegó como la moda de un verano pero hace ya tres años que está en Malasaña dispuesta a quedarse. Los que no quieran helado y tengan predilección por el tiramisú, pueden acercarse a 'Medri'; allí descubrirán todo un universo de sabores que conviven de maravilla con el café y el mascarpone.

Helados para valientes en 'Creamies'. Foto: Roberto Ranero.
Helados para valientes en 'Creamies'. Foto: Roberto Ranero.

Quizá sea este uno de los veranos que más viajemos a través de la lectura, de la conversación, del paladar. Para esto último existe un recorrido dulce y fresco que atraviesa Argentina, Sicilia y los países nórdicos sin salir del centro de la capital. 'Kalúa' es la parada capaz de transportar al que llega hasta el otro lado del Atlántico, a descubrir helados con sabor a tarta (red velvet, cheesecake...), a frutas (mandarina, sandía, manzana...) y, por supuesto, a dulce de leche. De vuelta a Europa, en 'Zùccaru' toca pedir un brioche gelato –bollo artesano relleno de helado– o un cannoli; allí conviene probar el sabor de la casa: manzana, limón, apio y albahaca. Solo leerlo es refrescante. Pero para olvidar de verdad el calor de la meseta hay que visitar 'Nordikos', una heladería inspirada en los países del norte, con sabores tan escandinavos como el ruibarbo, la mora ártica, el espino amarillo o la grosella negra.

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De un tiempo a esta parte se ha puesto muy de moda el formato polo, ese helado tradicionalmente dirigido a los más pequeños ahora es terreno de instragramers. Tanto es así que la fachada de 'Lolo Polos' se ha convertido en todo un kodak point malasañero, pero es cruzando el umbral donde encontramos lo mejor: polos 100 % naturales en un local colorido y acogedor. En 'Tulup' apuestan por sabores más potentes y reminiscencias a México, lugar de origen de uno de sus dueños. Aquí los polos se llaman "paletas" y se recomiendan, entre otros, el de maracuyá con naranja y el de piña con mango y chile. Si paseamos por Chueca y esa mezcla entre hambre y sed aprieta, en 'Labonata' cada día hay sabores distintos y, a veces, diseños fugaces con motivo de celebraciones como el Orgullo. Pero para capricho obligado: 'Rocambolesc'. El pastelero Jordi Roca ('El Celler de Can Roca') prepara narices con sabor a fresa y agua y darth vaders de arándanos y vainilla, y frente a unas vistas envidiables.

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Aunque a veces cueste un poco, sí se puede tener una alimentación vegana y comer helado, y en Madrid hay cada vez más heladerías que integran elaboraciones con diferentes tipos de leche vegetal. En 'Bellamia', por ejemplo, optan por las de soja, almendra y coco, y en 'Mama Elsa', por la de arroz. 'Mely's Shakes' es el lugar idóneo para ese batido en ambiente retro americano y en 'Sani Sepa' se recomienda probar el helado de fruto del baobab. Y para los que prefieran una horchata: 'Alboraya'.

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Con tan solo un año de vida, 'N2Lab' es probablemente uno de los establecimientos más originales de la ciudad. Esta mezcla de heladería y laboratorio merece una visita, por el dulce y por todo lo que le rodea. Aquí los helados se preparan en batidora vintage en el momento, a -196 ºC. En la carta de sabores, la nata es Na, la fresa es F, la vainilla negra es Bk y el Sc, caramelo salado. Solo hay que elegir uno –o dos, o tres– y dejar que el nitrógeno líquido haga su trabajo. Todos los nitrolados son sin gluten y, para los muy frikis, hay incluso bolas de dragón.

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