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‘Le Llamber-Manín Sucre’ (Cangas del Narcea, Asturias)

Amores de verano en forma de helado artesano

01/07/2024 –

Actualizado: 05/08/2022

Fotografía: Sara Castaño

Viajamos hasta el pueblecito asturiano de Cangas del Narcea para descubrir ‘Le Llamber-Manín Sucre’ (Solete de Guía Repsol), una singular tienda con obrador propio que trabaja con productos efímeros: cremosísimos helados en verano, bombones el resto del año y panettone en invierno. También elaboran mermeladas y Nocinarcea, una crema untable de cacao y avellanas que hará las delicias de los más golosos.
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“Queremos generar cultura alrededor del helado y de los bombones, tal y como hicieron mis padres con la panadería y la pastelería en Manín”, cuenta Alan García. Él es la tercera generación y desde los tres años ya tenía claro que quería seguir con la tradición. Después de un tiempo dedicado al negocio familiar, a formarse en países como Francia y a viajar, en julio de 2021 emprendió, junto con su mujer Rosalía, algo fuera de lo común: ‘Le Llamber’ (Solete Guía Repsol).

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Su primera idea de proyecto consistía en crear una joyería de bombones, pero enseguida se cruzó en su camino el concepto “estacionalidad”, algo que cada vez valora más el consumidor con criterio gastronómico, como nos explica el joven repostero.

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El amor de verano en ‘Le Llamber Manín Sucre’ son sus helados. El de mango, fruta de la pasión y coco (Amazónico) es un viaje tropical; el de crema de Corias y café de Tineo, un canto a su tierra -“intentamos crear y realzar lo que tenemos alrededor”-, y el de aceite de oliva, limón y romero es el favorito de Alan y de Iván Vázquez, el jovencísimo maestro heladero, por la emoción con la que vivieron el conseguir alzarse con el segundo premio en el Campeonato de España de Heladería Artesana. Por eso lo llaman el Subcampeón.

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Más helados: su Cítricum lleva kalamansi, naranja confitada y chocolate amargo. También tienen otro de caipiriña, porque es lo que se bebe aquí en fiestas, o de Nocinarcea, su crema de cacao y avellanas, que es el más vendido. En ‘Le Llamber’ siempre encontrarás ocho helados permanentes y otros fugaces… y querrás probarlos todos.

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Su amor de invierno es el panettone, que llaman Manínttone. El de otoño o primavera, sus atractivos bombones de diseño. Aquí es inevitable enamorarse… y no solo de sus productos. El flechazo también sucede irremediable e instantáneamente con Alan, Rosalía, Iván, Pelayo y el resto del equipo.

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Un placer adulto

Con su espacio ocurre lo mismo: te atrapa nada más entrar. El diseño de la tienda llama la atención en un pueblo de 13.000 habitantes: es minimalista, urbanita y de líneas muy limpias. “No queríamos que tuviese nada que ver con placer infantil, sino con el adulto”.

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¿Por qué en Cangas? Alan tiene un gran sentimiento de pertenencia y arraigo. Tanto que este año ha sido pregonero de las fiestas del Carmen: vive por y para su pueblo. “Quería volver a casa, quería hacerlo aquí”. Tras intercambiar unas cuantas palabras con él, es fácil darse cuenta de que Alan es un romántico: nos habla de emociones, de recuerdos, de sensaciones y de sueños mientras en su coche suena Diazepam de Leiva, su cantante fetiche.

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Otra de sus ilusiones al crear ‘Le Llamber’ era trabajar con personas a las que tiene un especial cariño. “Estos proyectos son para compartirlos”. Su generosidad también le define. “A Iván le conocí hace ya diez años en un campeonato de pastelería y, cuando empecé a dar forma a ‘Le Llamber’, supe que sería nuestro heladero; Pelayo, también asturiano, es mi hombre del bombón; Esther está en la tienda por su sonrisa, sus idiomas y cómo trata al cliente”.

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También nos habla de Carla, de Alejandro… “Son muchas las personas que han participado en esto”. Y, a su lado, siempre Rosalía, su mujer, con quien ha hecho realidad lo que es hoy ‘Le Llamber’. Alan nos cuenta que esto iba a ser su recreo, pero se ha convertido en su faro. “Y todo se lo debo a mis padres y a mis abuelos, que generaron esa mágica relación con los clientes”.

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Detrás de los helados está Iván Vázquez. “Estudié pastelería y siempre me gustó mucho el mundo de la restauración”. Por eso, aunque empezó en un obrador de postres para restaurantes, también ha trabajado con el cocinero ‘Koldo Miranda’ o en ‘El Cenador de Amós’ (3 Soles Repsol). “El mundo del helado se nos escapaba a todos, no sabíamos hacerlos y era un continuo dolor de cabeza: mantecábamos los helados por servicio”. Hasta que llegó un momento en el que Iván solo quería hacer helado. “Es un juego para mí”. Después llegó Ibiza (‘Ushuaia’) y el campeonato nacional de pastelería que se celebró en Castellón y en el que conoció a Alan, en 2012.

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Unos años más tarde, Alan consiguió que Iván se subiera al carro -de los helados-. Al principio le parecía una locura. “Yo soy asturiano y nunca había estado en Cangas, pero le dije que sí cuando vine a conocer el proyecto”. Otro flechazo… y suena la canción Flecha. Iván nos cuenta que estuvieron tres meses a puerta cerrada diseñando. Le preguntamos cuál es el secreto de sus helados. Sencillo: detrás de cada uno de ellos hay mucha prueba-error hasta que llega el deseado “esto merece estar en la vitrina”.

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Su ojito derecho es el Subcampeón: “en el concurso te daban una cesta con siete ingredientes y tenías que elegir tres para formular un helado. Precisamente en esa época nos estábamos preparando para el concurso del bombón -El mejor bombón artesano de Asturias, que han ganado en 2022- y en esa caja aparecieron los mismos ingredientes con los que lo estábamos diseñando (aceite de oliva, limón y romero)… y, aunque no sabía, cómo se iba a comportar el aceite de oliva en un helado, me arriesgué”.

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Preguntamos a Iván cómo es vivir en Cangas para un asturiano que nunca había estado en este rincón de su geografía. “Tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero pesa mucho el estar cerca de algunos productores: hace poco quería hacer un helado de uva y estuve varias semanas con un chico que tiene viñedos en la zona”. No paran de crear.

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‘Le Llamber’, aparte de un nuevo marcador en tu Google Maps, también es toda una declaración de intenciones. “Queremos que la gente venga a Cangas”. Ellos están consiguiendo generar destino y que tracemos cualquier plan con tal de ir a este recoleto rincón del suroeste asturiano sin importar la estación.

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Porque sabes que aquí tienes que volver varias veces al año: a partir de septiembre, a probar sus bombones; de octubre a diciembre, su panettone, y en verano, siempre por sus originales helados. Aunque en ocasiones lo parezca, ‘Le Llamber’ no es un espejismo: han encontrado la fórmula. “Haciendo lo que te gusta es difícil que no te vaya bien”, reflexiona Alan. Y suena de nuevo Leiva con su Hazlo como si fueras a morir mañana.

‘LE LLAMBER’ - Calle Mayor, 29. Cangas del Narcea, Asturias. Tel. 985 81 70 53.

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