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No siempre opera el dicho de que “segundas partes no son buenas”. Máxime si la primera es todo un icono que hace válido ese adjetivo que llamamos marca Barcelona. ‘Croma By Flash’ (Avinguda Diagonal, 640) abrió hace tres años y nació no queriendo ser una réplica de la mítica tortillería del 25 de la calle Granada del Penedés, su innovador hermano mayor cuajado en los años 70 del pasado siglo.
Alfonso Milá y Leopoldo Pomés, el arquitecto del anillo olímpico y el célebre fotógrafo, habían unido fuerzas en un proyecto muy moderno adelantado a su tiempo. Entonces abrir un negocio -hablamos de antes de que la democracia se instaurara en España- era una cosa muy diferente. Así que para el arquitecto Iván Pomés y la coral de socios que le acompañan en el proyecto -también la familia Milà y Pomés- encontrar el punto justo de nostalgia, de referencia e inspiración, pero hacerlo desde el respeto, la búsqueda de una identidad propia y el esfuerzo por reinterpretar el ayer en el hoy, era todo un reto. Y lo han conseguido.
‘Croma by Flash’ es un precioso escaparate vidriado de 200 metros cuadrados al pie de la Diagonal (L’Illa) que mira a la calle. Con un interiorismo de geometría meticulosa que sigue las líneas maestras de aquel celebrado diseño proyectado por Llamazares Pomés Arquitectura -rompedor entonces-, pero que da lugar a un espacio mucho más versátil.
Materiales con acabado brillante: vidrios, laminados, acero inoxidable, maderas lacadas o barnizadas. Todo con esa pátina brillante de los vinilos tan de moda en los 70. Pero aquí el color de su nombre -Croma, también por la técnica cinematográfica- se abre paso; el blanco en mobiliario y algunas paredes, la escala de grises -que entra en juego en este local-, el negro de las siluetas estampadas en ellas y el amarillo yema -el color del carrete de fotos Kodak- en espacios agrupados y zonas medias entre mesas a distintos niveles.
Pero como muchos locales, ‘Croma’ tenía sus retos. “La altura del techo era desproporcionada”, recuerda Pomés, autor del interiorismo, “porque la premisa era utilizar la misma imagen de la icónica fotógrafa que diseñó mi padre a escala natural y que es, en realidad, mi madre”. Y eso fue un gran reto, asegura. “Queríamos un espacio acogedor, así que tomamos una decisión valiente: crear lucernarios, siete prismas que crean siete subzonas, generar riqueza de espacios que iluminan y despiertan; la parte mágica del proyecto. La imagen icónica se proyecta con una repetición caleidoscópica. Un 3D de la figura del 'Flash'; de la fotografía al cine”.
Dentro de este baile geométrico, la barra articula los tres comedores interiores a diferente altura para que todo esté conectado, pero con su privacidad. Pese al uso de la icónica imagen pop -la fotógrafa que con su flash también ilumina el local-, el resultado es un restaurante nuevo y totalmente diferente. La iluminación, de Anoche Lighting Design, que juega con el espacio y la carpintería, de Creabit Fusteria, era muy importante para crear un ambiente acogedor pero chic y sofisticado. “Un ‘Flash Flash’ del siglo XXI”, resume Pomés, “en la ubicación perfecta. Suficientemente lejos del ‘Flash Flash’, en una zona de oficinas y ocio con una terraza -suficientemente apartada del ajetreo rodado-, que es otro de los reclamos”. ‘Croma’ mantiene la esencia Milà-Pomés pensándola desde el presente.
Evidentemente, la tortilla es uno de los best seller de la casa y no hay ninguna intención en que eso cambie. Ahora bien, de las 50 tortillas de ‘Flash Flash’ aquí pasamos a unas 20 variedades. “Es apasionante inventarse tortillas nuevas”, bromea el empresario. “Cualquier mezcla buena al final funciona como tortilla. La tortilla tiene esta cosa fantástica de aprovechar los restos. Me encantan esas tortillas de… ¡lo que tengas por la nevera del día anterior”.
Un ejemplo de tortilla como cocina de 0 waste sería una dedicada al pollo tikka masala u otras patatas bravas, ambas presentes actualmente en su carta. Un vistazo rápido a la carta pone de relieve que este apartado tortillero es uno de los más atractivos. Están ahí otra veintena de creaciones para todos los gustos, algunas que incluso podría antojarse rocambolescas. La Lusitana -de bacalao y ajos tiernos-, la Mallorquina -de sobrasada y queso- o la siempre impertérrita Leopoldo Pomés -de pan de payés con tomate- e incluso una De los niñ@os listos –de bacón y trufa-. Entre las favoritas del empresario, la panettiere con mozzarella, tomate frito, orégano y trocitos de pan frito.
De la cocina, situada discretamente en la parte trasera de la barra, emergen un sinfín de platos que los camareros llevan de tres en tres sobre las manos y el antebrazo -a la vieja usanza-. Uno de los pilares de este negocio, en apariencia informal, es justo ese servicio que, por ser cercano, no pierde un ápice de profesionalidad. “La tortilla Mallorquina es una de las más repetidas porque es contundente, pero, a la vez, es suave”, señala Gabriel Ruiz, uno de los camareros a una indecisa pareja que quiere probar los hits de la casa. Su silueta, entre el tono ambarino de la estancia, se recorta sobre el cristal para los transeúntes: una escena dispuesta para ser vista desde la calle.
No hay que perderse platos de temporada como las alcachofas confitadas con jamón ibérico, abiertas en flor, las setas de temporada con gambas u otras elaboraciones que se pueden degustar según mercado. “En muchas ocasiones tenemos pescados enteros que trabajamos para grupos, por ejemplo, entre ellos los rodaballos o los sargos, que están en plena temporada”, detalla Yolanda Sánchez, la segunda encargada del local.
Entre el apartado de pastas, los spaguettis Alfonso Milà, con su receta propia (tomate confitado muy reducido y albahaca ligeramente picante), son un justo homenaje a otro de los restaurantes de la familia: ‘Il Giardinetto’ (Premio FAD 2013/2014). La hamburguesa Flash Clásica -con toque de alcaparras, al plato y acompañada de finas patatas cortadas a mano con los extremos de piel churrascados por el paso del aceite- hace lo propio con la casa madre. Y es que Pomés se crió entre el ‘Flash Flash’ y ‘Il Giardinetto’, así que era imposible no tener presentes a estos dos locales también en su carta. “Algo sabemos y hemos aprendido todos estos años”, sonríe.
De hecho, el arquitecto pudo compartir con su padre en vida el proyecto y le vio ilusionado por ver crecer a esta familia de pequeños restaurantes con tanto carácter. “Abrir ‘Croma’ justo en el cincuentenario de ‘Flash Flash’ fue una coincidencia maravillosa. Mi padre estaría súper orgulloso de que aquella idea tan bonita que tuvieron dos parejas de amigos”, recuerda Iván Pomés, “la retomase la siguiente generación montando un local como este”.
Alguien diría que lo respetaban tanto que no lo quisieron clonar. Abierto una semana antes de la pandemia (octubre de 2020), ese complicado momento les permitió generar su identidad “poco a poco” y asentar una fórmula que ha convencido. Tres años después, el “nuevo” ‘Flash’ sigue la senda de digno discípulo con una clientela fiel y propia que ha crecido un 20 % entre ejecutivos intersemanales que hacen un receso en su jornada y familias que vienen el fin de semana. Nunca es tarde para soñar y ampliarse.
‘CROMA BY FLASH’ - Avinguda Diagonal, 640. Barcelona. Tel. 663 96 42 61.