Actualizado: 14/12/2016
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Vinilos, brasas y un bikini con club de fans
'Tickets' (el bar) es un paraíso gastronómico de fama mundial, del que han disfrutado John Lasseter o Mark Zuckerberg y premiado con tres Soles Repsol y un puesto en la lista de los 30 mejores restaurantes del planeta.
"Yo solo quería abrir un bar" dice Albert Adrià, con la sonrisa de un niño que acaba de cometer la gamberrada de su vida. Por supuesto, el cocinero no es un recién llegado y su apellido es tan solo una pista. Después de más de 20 años en 'El Bulli' (que no necesita más presentaciones) Adrià decidió tomarse un año sabático para disfrutar de su primer hijo y su siguiente misión fue crear su propio proyecto. Eso sí, con toda la presión de venir de un sitio al que todos y todas consideraban la referencia gastronómica universal: el lugar que lo cambió todo.
"Yo ya había abierto 'Inopia', que era un bar de tapas, y me sentía cómodo con esa idea, pero los clientes empezaron a pedir más cosas, más platos, más imaginación. Así fue como 'Tickets' arrancó de verdad: la gente quería comer más y mejor", confiesa Adrià.
De eso hace ya seis años y desde entonces su establecimiento, un homenaje al cine que tanto le gusta, se ha convertido en una visita obligada, un templo dedicado a los placeres del paladar con una lista de espera que promulga la democracia en su sentido más estricto: "Todas las reservas se hacen vía web y todo el mundo puede optar a conseguir una mesa de la misma manera. Así que muchas veces no sabemos quién va a venir y eso me parece fantástico" cuenta.
'Tickets' ofrece una deliciosa combinación de la tapa de toda la vida (del jamón ibérico al mollete) con platos de una elaboración tan singular que al huésped le queda la sensación de estar en una planicie de marte: gofre de albahaca con queso, lámina de foie con anguila o la legendaria aceituna esferificada, uno de esos platos destinados a perdurar.
"Nos gusta sorprender, innovar y sobre todo seguir trabajando para que cada visita sea única. Mi hermano decía que la manera más directa de llegar a alguien era a través de su estómago y yo no podría estar más de acuerdo", afirma el hermano pequeño de Ferrán, otro que –insistimos– no necesita presentación.
Metidos ya en la dinámica que impone su nuevo restaurante, 'Enigma', Adrià confiesa que con tantas obligaciones empresariales y de protocolo (el cocinero recibe a la mayoría de los comensales personalmente y no deja de dar órdenes a derecha e izquierda, haciendo honor a la fama de meticuloso que le acompaña desde hace lustros. "¿Sabes lo qué debería estar haciendo? Debería estar comiendo, probando platos nuevos. Siete u ocho platos. Eso debería ser mi trabajo... pero hay tanto qué hacer", explica antes de meterse en la boca una suerte de pastel de chocolate que van a incorporar a la carta: "A esto le falta textura, y ponle una bola de helado, fruta de la pasión o algo por el estilo", le suelta a uno de sus cocineros. Luego se despide a toda prisa. Son las 18:30 y el deber le llama.
TICKETS - Avinguda del Paral·lel, 164. Barcelona.