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En la parte alta de las instalaciones de esta bodega hay un comedor con grandes ventanales y una hermosa vista. Al otro lado del cristal, el paisaje que ayuda a entender algunas de las cosas que ocurren aquí. Al fondo se adivina el curso del río Ebro que hace de frontera entre La Rioja y Navarra. Un poco más alejado, el perfil de los montes de la zona y en primer plano, las viñas que rodean esta bodega y que suponen casi el 25 % del viñedo que 'Rioja Vega' utiliza para su producción.
"Tratamos de plasmar en nuestros vinos la zona en la que estamos, porque nos aporta, dentro de esta Denominación de Origen, un punto especial, un elemento diferenciador". Esperanza Elías es la enóloga de la bodega desde el año 2008 y define los 'Rioja Vega' como vinos de una "línea fresca, limpia, con un punto de frescura y viveza". Cuando ella llegó a este proyecto, la marca elaboraba fundamentalmente tradicionales por los que querían seguir apostando. Pero enseguida entendieron que había posibilidades de crecer probando y siendo atrevidos.
"Las propias parcelas, a su manera, nos estaban pidiendo que exploráramos todas las posibilidades que nos ofrecían. Cada una tiene su personalidad y su forma de expresarse y optamos por intentar trasladar esa realidad a la botella, trabajar con el binomio parcela-variedad. Y así hemos encontrado una línea de trabajo muy interesante". Viñedos propios o de proveedores con los que 'Rioja Vega' trabaja muy estrechamente, viticultores a los que conocen bien, a los que orientan sobre la forma de producir y sobre las variedades que cultivan. Y todos estos factores se expresan en la gama de vinos de corte menos clásico con los que llevan ya unos años: una línea especial de tempranillo, un coupage seleccionado de garnacha y tempranillo, para su edición limitada, y una peculiar combinación de 75 % graciano y 25 % tempranillo para el último en llegar, el Venta Jalón.
"Históricamente la variedad graciano había sido poco apreciada en esta denominación. 'Gracias, no' era la forma de referirse a esa variedad de uva por ser de ciclo largo, necesitar más tiempo de exposición y mayor temperatura para su maduración". Elías ha encontrado ahora una nueva aliada en esa uva. "El cambio climático ha hecho que esta variedad esté alcanzando ya puntos de madurez muy interesantes. Antes tenía un carácter más duro, pero ahora nos aporta matices muy curiosos, balsámicos, de hierba, de bosque...; me interesa mucho porque me parece muy elegante".
Pero si hay un vino con el que Esperanza Elías se ha arriesgado más ha sido el tempranillo blanco reserva. Una variedad de producción muy escasa, con la que se producen vinos peculiares que obligan a un lento proceso de aprendizaje. "Hemos ido conociendo esta variedad con el paso de los años. Comenzamos a trabajar con ella en 2012 y hemos seguido su evolución paso a paso. Hemos observado con calma para descubrir con qué barricas se criaba mejor, qué tamaño de grano era el óptimo, qué tipo de tostado era el que mejor acompañaba a este vino". Hasta llegar a elaborar un blanco reserva de uva tempranillo que pasa 30 meses de crianza y guarda en botella.
Un vino que pide ser explicado porque se aparta de los cánones clásicos de los vinos blancos. "Estamos metidos de lleno en una labor de divulgación porque asumimos que necesitamos explicar un producto que se aparta del consumo fácil, de vinos frescos. Queremos que el consumidor entienda que se pueden trabajar algunas variedades, se pueden enriquecer para hacer vinos con más matices. No se trata de hacerlos más difíciles, sino de que se puedan disfrutar más y que sean más divertidos”.
Y es que salirse del clasicismo más reconocible obliga a cierta pedagogía. Los nuevos vinos por los que apuestan bodegas como 'Rioja Vega' necesitan de esa labor de apostolado enológico que ayude a descubrir sus potencialidades. Y esta bodega se ha echado a la carretera para explicar su gama "experimental", buscando la personalidad de la cocina de diferentes latitudes y maridando platos de mar y tierra con algunos de sus vinos.
La enóloga hace de vez en cuando la maleta para viajar y meterse entre los fogones. Platos y vinos que buscan ese espacio en el que llegan a entenderse y en el que cada elemento, la comida y la bebida, ayudan a sublimar la experiencia. Y los vinos de 'Rioja Vega' se fueron, por ejemplo, a Galicia el año pasado, al restaurante 'Árbore da Veira' de A Coruña (2 Soles Guía Repsol). Luis Veira, el chef de este restaurante, hizo un recorrido de mar y tierra y Esperanza Elías eligió los vinos.
El tempranillo blanco para acompañar un salmón salvaje con helado y yema de huevo, y los mejillones con crema de pimentón y yuzu se sirvieron con el rosado que aquí se produce con mezcla de tempranillo blancas y tintas. El pulpo con alcachofas fritas y crema de patata se reservó para el primer tinto de la cena, y el mollete de cordero con caldo de cinchas y percebes se regó con Rioja Vega 135 Aniversario, uno de los vinos de corte clásico de la bodega.
La vendimia está a punto de arrancar y en las instalaciones de 'Rioja Vega' el ritmo comienza a ser frenético. El trajín de estas semanas de tractores y uva dejará paso al trabajo de los empleados que van de aquí para allá entre depósitos brillantes en los que empieza a tomar personalidad el vino. Finalizada la tempora pasada, un grupo de gente joven visitaba la bodega. Jóvenes y vino, una relación siempre imperfecta y menos constante de lo que le gustaría al sector. Pero vinieron porque les gusta el vino y les interesa la experiencia de acercarse a él desde sus primeros compases de vida.
Se trata de una experiencia muy sugerente que solo se puede tener algunos días cada año. El encargado de guiarnos por la bodega nos cita delante de tres de esos depósitos y nos propone una mezcla de juego y ejercicio práctico. Probar los mostos, los primeros caldos que han empezado a fermentar e intentar descubrir cuánto tiempo lleva cada uno en ese depósito. La turbidez de los mostos, la concentración de azúcar, la presencia cada vez mayor de alcohol en los tragos que damos hacen especialmente interesante la experiencia de probar el vino en esta fase embrionaria.
'Rioja Vega' es un gran edificio rodeado de viñedo. Las naves laterales acogen la zona de producción y embotellado y, bajo el edificio central, el lugar en el que los vinos envejecen en barricas. Un espacio convertido en un aula de divulgación en la que tocar, oler y sentir el vino en una sugerente penumbra y en el silencio con el que el vino crece.