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Casa rural ‘Casa de los Moyas’ (Olba, Teruel)

La casa entre bosques que necesitas para desconectar

19/11/2024 –

Actualizado: 31/10/2022

La comarca de Gúdar-Javalambre es una de las más desconocidas, bellas y, por eso, sorprendentes de Teruel. A apenas una hora desde Valencia, y un poco más de cuatro desde Madrid, nuestro viaje comienza realmente cuando sales de la autovía y, en la carretera comarcal, desciendes el valle con la vista del Peñagolosa al fondo. Nos dirigimos a Olba, un pequeño pueblo de apenas 280 habitantes -¡de los cuales 54 son niños!- que combate el despoblamiento con proyectos punteros como una escuela rural, que ha atraído a familias de toda España. Aquí se asienta la casa rural 'Casa de los Moyas', un alojamiento donde el cariño de su propietaria se adivina en cada detalle.
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Pronto vemos el río Mijares y oímos el rumor de los chopos. El sinuoso río es aquí un nexo de unión entre los diferentes barrios de Olba: Los Lucas, Los Ibáñez Bajos, la Tosca, los Ramones, los Pertegaces, los Villanuevas, los Giles, Casa Bolea, el Casucho, la Artiga, etcétera. Cada curva de la carretera es una oportunidad para observar el paisaje, salir del coche y sentarse en un banco, de los muchos que hay colocados estratégicamente, a contemplar el valle o tomar fotos. Atravesamos varios barrios incluidos en el pueblito para llegar a Los Moyas, nuestro destino de descanso.

Casa de los Moyas

Dejamos el coche y cruzamos a pie el puente del siglo XVIII sobre el río, siempre el río, para entrar en la que será nuestra casa durante estos días, la ‘Casa de los Moyas’. Allí nos espera Teresa Laguna. Teresa fue durante más de 30 años periodista de tribunales en diferentes medios de comunicación y gabinetes de prensa. Hace siete años cambió los tacones que hacía resonar por los pasillos del TSJ por las botas de montaña y las zapatillas que se deslizan ahora por este enclave de ensueño. Pero la ‘Casa de los Moyas’ empezó mucho antes, cuando hace más de tres décadas ella y su marido, Toño, volviendo de Sarrión, pararon en Olba a tomar un café y vieron las ruinas de lo que hoy es el barrio de Los Moyas.

Casa de los Moyas

“Yo me enamoré de este lugar", nos dice Teresa y le brillan los ojos. “Cuando nosotros compramos esto, nos decían: Pero ¿cómo se van a ir allí, a la otra parte del río, a una ruina, con la cantidad de casas buenas que hay en el pueblo para comprar? Este era el lugar, aquí fuimos muy felices”, nos cuenta convencida, “comenzamos a arreglarlo Toño y yo con la ayuda de mi padre. Primero limpiar todo, porque eran ruinas invadidas por las zarzas; después quitar los derrumbes, hacer el proyecto, consolidar la fachada, levantar los forjados. Era un proyecto familiar para los fines de semana y vacaciones, y así, de poquitos, íbamos arreglándolo”

Casa de los Moyas

La rehabilitación que Teresa y su familia realizaron hizo que otras personas se animaran a instalarse en Los Moyas y recuperar las ruinas. “Cinco años después de comenzar nosotros llegaron una pareja, luego otra, una tercera recuperó una casa de la familia… y, en 33 años, una aldea que estaba abandonada y despoblada había vuelto completamente a la vida”.

Una actividad muy estresante en el periodismo y la enfermedad de Toño hicieron que Teresa se replantease de nuevo el proyecto, transformándolo en alojamiento rural hace ahora siete años. “Iniciamos un proyecto juntos, con mucha ilusión y, al final, quedó una parte mínima que terminar por los dos y ya la finalicé yo. Pero claro, cuando acabamos el proyecto estaba vacío. Mis hijas estudiaban fuera, Toño no está y yo me quedo con un montón de espacio que está vacío. Es entonces cuando decidí que aquí habíamos sido muy felices y que había que volver a darle vida. Y la forma de darle vida era compartirlo con otras personas, así fue como nació la idea de convertirlo en un proyecto de turismo rural”, rememora.

Casa de los Moyas

Ese amor se nota en cada una de las estancias de la ‘Casa de Los Moyas’: la decoración cuidada, la comodidad y todos los detalles que hacen que te sientas en un hogar. Tres casas diferentes para alojar desde una pareja hasta un gran grupo. El Ático, el alojamiento para dos o tres personas, con su terraza independiente y el comedor con chimenea; La Casita, esta ya de dos alturas y con dos dormitorios, también con comedor y chimenea, o en La Casa, el espacio que originariamente fue de la familia y en el que ahora pueden alojarse hasta doce personas en cinco dormitorios y que cuenta con cuatro baños y dos saloncitos.

Casa de los Moyas

No hay dos estancias iguales ni un detalle que no esté cuidado con mimo. La decoración combina el lujo -el parquet de madera, los colchones viscoelásticos, albornoces mullidos y cocina perfectamente equipada- con detalles de artesanía, elementos reciclados -una antigua pila de cocina en el baño o una puerta restaurada que es un cabecero de cama-, muebles fabricados por Toño -una lámpara realizada con una rama rugosa, un taburete con unos troncos y otros detalles de madera pulidos con maña- con pequeñas obras de arte que o bien eran de la colección familiar o que los huéspedes han ido dejando.

Casa de los Moyas

“El proyecto también se ha alimentado de las personas maravillosas que han venido en estos siete años. Unas han compartido las emociones que les ha generado este entorno y, después, han devuelto ese afecto en una obrita de arte y han querido dejar su huella aquí”, nos dice Teresa mientras nos enseña el libro de visitas con dibujos y palabras llenas de cariño. Entre estanterías con libros, flores frescas y pequeños detalles podemos encontrar una escultura de Tomas Gorría, acuarelas de Saborit, un tebeo de Sanchis firmado por el autor, dibujos de Miquel Navarro, Lawerta, Paco Giménez, Isidro Ferrer o de Juan Reus.

Casa de los Moyas

También un poema de Marc Granel sobre un dibujo de su hermano Manel o la colección de trabajos de bordados de su cuñada, que Teresa decidió enmarcar. Como bien dice la anfitriona: “Nuestro proyecto de turismo rural es familiar, pensado para que quienes nos visitan disfruten del escaso tiempo libre del que disponen en un entorno de naturaleza sin domesticar, pero con todo el confort”. Sobre una mesita, un libro de Pertegaz firmado por el gran modisto. Olba es el pueblo natal de Manuel Pertegaz, él estuvo en esta casa en su última visita al pueblo en 1999, cuando le concedieron el título de hijo predilecto de Olba, y en 2018 todo el estudio Pertegaz de Barcelona y su familia se alojaron en la ‘Casa de los Moyas’, cuando el municipio celebró el centenario de su nacimiento”.

Casa de los Moyas

Parece que Teresa se sintiera tan orgullosa de su casa como de sus huéspedes. “Ha sido muy enriquecedor, un proceso de aprendizaje y crecimiento. Hacerlo poco a poco, cuidando todos los detalles para conseguir transmitir lo que es mi esencia a este proyecto, mi forma de hacer, de mirar, de estar y transmitirlo a los alojamientos... eso también se comparte”, cuenta emocionada.

Casa de los Moyas

Naturaleza pura

Si el interior de las casas de piedra y su decoración nos llaman la atención por su belleza, el verdadero lujo aquí es el bosque y el río, que Teresa ha convertido en parte de la experiencia de la casa. El paisaje es una continuidad, aquí el concepto es que la naturaleza y la casa estén en permanente comunicación. Estamos en el espacio natural protegido Los Estrechos del Mijares (Red Natura 2000), con cuyo cuidado y preservación ‘La Casa de Los Moyas’ está totalmente comprometida.

Casa de los Moyas

Su gran riqueza es la biodiversidad en un paisaje visual, sonoro y cultural extraordinario. “Para mí es muy importante el respeto por el entorno. Tenemos un proyecto de plantación de especies autóctonas que compartimos, sobre todo, con los niños que vienen. Es una manera de crear vínculos entre esta naturaleza que nos rodea y los niños, que lo necesitan y lo valoran mucho”, reivindica.

Casa de los Moyas

Los niños cuentan con habitaciones especialmente decoradas para ellos, ellos son los que más disfrutan. A pocos kilómetros de Olba se encuentra Dinópolis, el parque temático de dinosaurios, en invierno se puede esquiar en la vecina estación de Valdelinares y, en verano, disfrutar de las pozas en el río. Además, puedes alojarte también con tu mascota. Todas y todos son bienvenidos.

Casa de los Moyas

Son muchas las excursiones y actividades que se pueden realizar desde aquí. Mora de Rubielos, Rubielos de Mora, Valdelinares y Montanejos no se encuentran lejos. La comarca, además, es vecina de Sarrión, el epicentro de las trufas. Buscar setas, hacer senderismo, visitar las trincheras de la guerra civil, realizar experiencias truferas, hacer rutas en bicicleta o quedarse junto a la chimenea a leer son muchas de las opciones para un finde semana. Pero Teresa nos tiene una sorpresa, un baño de bosque, con el que desestresarnos y reconectarnos con la naturaleza.

Casa de los Moyas

‘Baños de bosque’ para sanar

Los baños de bosque o shinrin yoku tienen su origen en Japón, cuando técnicos de la Agencia Forestal del país nipón se marcaron dos objetivos en los años 80: poner en valor los bosques y promover el contacto con la naturaleza en una población urbana que presentaba un elevadísimo nivel de estrés y ansiedad asociados al trabajo. Así se dieron cuenta de que es el mejor antídoto contra el estrés, ya que se ha comprobado que, tras uno de estos baños de bosque, por ejemplo, los niveles de cortisona en sangre bajan exponencialmente y se equilibra la presión arterial, además de otros beneficios para la salud.

Casa de los Moyas

Todo esto se debe a unas sustancias que hay en la atmósfera del bosque llamadas monoterpenes y fitoncidas, que son los compuestos volátiles que emiten los árboles para protegerse de hongos, bacterias y los insectos que las rodean, y que también nos aportan a nosotros beneficios en el sistema inmunológico. Teresa es guía certificada y ofrece esta experiencia de unas tres horas en el denso bosque que envuelve la casa junto al murmullo del río. Se trata de dejarse guiar por ella en una experiencia de mindfulness.

Casa de los Moyas

Mientras paseamos, nos invita a realizar diferentes actividades pensadas para nuestra salud como escuchar el silencio, caminar lentamente, observar formas, respirar, relajarse... En resumen: estimular y contemplar nuestros sentidos, bañarse y sumergirse en la atmósfera del bosque. Tras la actividad salimos encontrándonos mucho mejor y Teresa nos prepara un té con hierbas que ha recogido durante nuestro paseo. El bosque, un ser vivo visible y potente, que nos bebemos a sorbos bajo los chopos.

Casa de los Moyas

La tarde la aprovechamos para compartir un poco de música con otros huéspedes y vecinos en La Gruta, uno de los maravillosos espacios comunes de ‘La Casa de los Moyas’. El espacio era el cubo de vino de la casa, donde se prensaban los racimos, se dejaba fermentar el mosto y luego los caldos en las barricas de madera. Es una cueva excavada a mano por los antiguos moradores en la piedra tosca -piedra caliza muy utilizada en la arquitectura mediterránea-. Una especie de patio con una acústica privilegiada donde se puede comer o cenar a la fresca, hacer una barbacoa o tocarse unos temas en un miniconcierto acústico.

Casa de los Moyas

Nos cuenta Teresa que este lugar “era una antigua construcción, una casa con dos pisos, pero el espacio nos pareció tan precioso que quisimos liberarlo de las paredes y abrirlo al entorno para disfrutarlo”. El otro espacio común es La Era, donde podemos tumbarnos y disfrutar de las vistas del pueblo de Olba y el valle o simplemente sentarnos al sol para hacer una larga sobremesa. Justamente en La Era se encuentra el último tramo de la rehabilitación pendiente de la casa; ya con eso Teresa y su familia darían la obra por terminada.

Casa de los Moyas

Cae la noche y Olba aún nos depara más sorpresas: del murmullo del río al impresionante cielo estrellado. Nos encontramos en un lugar privilegiado, la reserva Starlight de Gúdar-Javalambre, declarada también destino turístico Starlight por la gran calidad de sus cielos nocturnos. Sentadas en La Era contemplamos la Vía Láctea y el manto de estrellas de la bóveda celeste nos regala un indescriptible y enigmático espectáculo. Si sois amantes de la astronomía, en la ‘Casa de los Moyas’ organizan actividades de astroturismo con los profesionales de Vive Universo. Pregunta por ellas cuando reserves tu estancia o simplemente sube a La Era de noche y disfruta de las maravillas cósmicas que puedes llegar a ver.

Casa de los Moyas

Tras un día intenso y una noche en el hotel de las mil estrellas, el desayuno no defrauda y Teresa lo ha preparado con mimo. La calidad otra vez está en los detalles y el compromiso con el territorio: zumo de naranjas de Valencia, frutas y tomates de huertos cercanos, huevos del corral de la casa -por cierto, las gallinas se llaman Britney, Godzilla y Beyoncé... hay que quererlas-, jamón y fiambre de Teruel, mermelada casera, membrillo, queso de Tronchón y pasteles y bizcochos caseros hechos por Clara (@goldieandcakes), la hija de Teresa. No tienen restaurante y prefieren apoyar el comercio local recomendando a sus huéspedes lugares cercanos donde poder comer y cenar o donde conseguir productos de proximidad para cocinarlos en la casa, cuyas cocinas están perfectamente equipadas.

Casa de los Moyas

Tenemos por delante otro día de bosque y aventuras antes de que acabe nuestro fin de semana en la ‘Casa de los Moyas’. Nos volvemos a casa descansados y con las pilas recargadas, deseando volver pronto. El sueño de Toño y Teresa sigue su camino junto al río Mijares.

‘CASA RURAL LA CASA DE LOS MOYAS’ - Barrio de Los Moyas, 1 y 2. Olba, Teruel. Tel. 618 36 29 80.

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