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Hotel ‘OAR Cottage’ (Garai, Bizkaia)

Un caserío vasco para soñar despierto

19/11/2024 –

Actualizado: 08/07/2022

Fotografía: David Triviño

Cuando ser buen anfitrión es una condición natural, surgen alojamientos como ‘OAR Cottage’, este refugio contemporáneo que es todo mimo y sosiego. La delicada rehabilitación de un caserío medieval en Garai suma argumentos para lanzarse a explorar el paisaje y la gastronomía de los valles de Bizkaia. Siempre que se sea capaz de salir de él, claro.
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Uno no acaba en Garai por casualidad. Para encontrar esta localidad vizcaína hay que buscar con la misma atención que ella presta al valle al que se asoma. Hay varias razones para hacerlo, como su entorno plagado de senderos o sus ejemplos de arquitectura clásica vasca, pero las más habituales suelen ser dos: un árbol y un restaurante. Y, desde 2020, una tercera: el hotel ‘OARCottage’.

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Es poner un pie en este caserío, que data de principios del siglo XVI, y entender por qué Carmen Cuesta y Manuel Rodríguez estuvieron tanto tiempo observando esa edificación medieval desde la que era su casa, a solo a unos metros de distancia, antes de hacerse con ella y convertirla en un alojamiento que parece sacado de la campiña francesa.

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Originario de Ermua (Vizcaya), el matrimonio escaló la montaña y se instaló en Garai hace dos décadas. Su salón siempre fue un ir y venir de amigos y vecinos, incluso cuando todavía eran forasteros. “Monté un txoko en el garaje y ahí estaban todos”, explica Manu jocoso. Y siendo como eran buenos anfitriones, ese caserón que sobrevivía al tiempo y se colaba por su ventana era augurio de lo que vendría después.

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Minimalismo y antigüedades combinadas con gusto

‘OAR Cottage’ tiene presencia y se intuye que, incluso antes de su rehabilitación, ya la destilaban sus cimientos. Ahora se reparte en dos plantas y ocho habitaciones -una doble, tres superiores, tres deluxe y una junior suite con bañera independiente-, en el hall que da la bienvenida al caserío y que hace las funciones de un salón, y en el comedor, a través del que se accede a su jardín trasero. Allí espera todo el verde del monte Oiz y el saludo de las animadas aspas eólicas que lo coronan.

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Todas las puertas de las zonas comunes están abiertas, lo que amplía la sensación de familiaridad. Aquí se difumina la línea que separa un hotel de un hogar. Su estilo personal se reconoce y desdobla en la propia Carmen cuando se le descubre, que es nada más entrar a la casona. Ella es, sencillamente, buen gusto. Siempre ataviada con prendas de línea minimalista, fluye por ese alojamiento del que cuida con mimo, como si fuera el acento que completa cada estancia.

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A diferencia de otros proyectos de rehabilitación que se nutren de las últimas firmas de diseño, en ‘OAR Cottage’ todo es obituario. “Me dicen que tengo síndrome de Diógenes, pero cuando voy a una obra y veo que van a tirar puertas antiguas, como las que están en el comedor y que recuperé de una torre de Gordexola… no puedo evitarlo. ¡Las tenían para tapar agujeros del suelo!”, exclama Manu, constructor de profesión. Piezas de mármol, vigas, tejas moldeadas a mano por alguien en algún momento, suelos de este y otros caseríos centenarios se han reencarnado en lámparas, estanterías, sillas, objetos decorativos e incluso menaje de cocina.

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“Una mañana nos dedicamos a poner todas las piezas de madera que habían salido en la obra y las pusimos en el suelo. Mientras Fran (Ugarte) diseñaba lámparas a partir de sus formas en un cuaderno, nosotros íbamos encajando el puzle”, explica Carmen, “¡a un artista hay que dejarle hacer!”. Ugarte es quien se ha encargado del interiorismo y con el que Manu lleva trabajando desde hace décadas. Si se le pregunta al interiorista vizcaíno, dirá humildemente que todo ha sido fruto del trabajo en equipo entre él y el matrimonio. Y esa misma afectuosidad es la que se respira en la atmósfera de ‘OAR Cottage’.

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Gastronomía, dentro y fuera

Y es que, para llegar y abrir la nevera en casa ajena, hay que sentirse en territorio amigo. Su honesty bar queda a disposición de la clientela en un rincón protagonizado por una antigua pila bautismal, igual de bella que las de los baños del alojamiento. Una libreta a cargo del cliente es testigo de lo que se consuma -café, agua, refrescos, cervezas, vinos, whiskys, ginebras- y disfrute en un ambiente acogedor y refinado al mismo tiempo.

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En lo gastronómico, ‘OAR’ se ha decantado por limitarse al servicio de desayuno, compartiendo ladera como lo hacen con el restaurante ‘AbOIZ’ (Recomendado por Guía Repsol) -cuya cocina dirige el bilbaíno Daniel García- y ubicándose a escasos once kilómetros de ‘Asador Etxebarri’ (3 Soles Guía Repsol), esa casa en la que se domestican fuegos como leones. Según nos cuentan, muchos de sus huéspedes son precisamente viajeros en ruta gastronómica por la zona “que en cuatro días pasan por las mejores cocinas de Euskadi, como la Bittor, con la que gestionamos servicio de transfer, 'Arzak', 'Elkano' o 'Azurmendi' (todos con 3 Soles Guía Repsol)”.

Estando en este triángulo gastronómico, es difícil llegar con hambre a ‘OAR Cottage’, pero también lo es encontrar una excusa lo suficientemente consistente para salir del alojamiento. Es inevitable quedar atrapado en esa atmósfera cálida y silenciosa en la que lo que apetece es andar descalzo. Sin embargo, en caso de que el estómago se haga notar, ofrecen una carta fría basada en salazones, quesos y embutidos. Así, es posible optar por productos de proximidad como un queso de oveja de los Garate de Izurza -localidad vecina-, unas anchoas de Ondarroa (Gipuzkoa) o una ración de ventresca de bonito con piparras que se pueden degustar en la propia habitación si así se desea.

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Destaca su capítulo de vinos, para el que han contado con el asesoramiento de Iratxe Azpitarte, sumiller y gerente de ‘AbOIZ’, donde la hostelera ha optado por incluir una representación de txakolis vizcaínos -brilla el Artizar de ‘Itsasmendi’-, un par de espumosos catalanes resultones y una variedad de tintos entre los que se incluye un Viña Tondonia Reserva. Nada mal para maridar con un atardecer en pleno valle del duranguesado.

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Explorar los valles vizcaínos

Amanecer al abrigo del monte Oiz tiene, además, otras ventajas. Al abrir los ojos espera en plena quietud un desayuno compuesto por fruta de temporada, bollería, embutidos, pan de caserío, mantequilla y mermeladas elaboradas por el chef Daniel García a partir, por ejemplo, de la pulpa sobrante de los zumos de naranja. La joven Marilyn, duranguesa de origen colombiano, lo sirve con sigilo y poniendo atención a cada detalle. Constituye un arranque más que adecuado para lanzarse a explorar ese pueblo de escasos 340 habitantes que es Garai y que es como una joyita engarzada en la ladera.

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Es una zona conocida por el árbol del caserío Etxeita, una encina centenaria que, con el paso del tiempo y de varias podas realizadas por varias generaciones de la familia propietaria, ha desarrollado su copa a lo ancho hasta rozar los 20 metros de diámetro y ser una de las sombras más codiciadas por los vecinos y sus rebaños.

Dos iglesias y dos ermitas pueblan junto con varios caseríos la panorámica de la localidad -destaca la casa familiar de los Zubiaurre, saga de intelectuales vascos-, que es atravesada, además, por varias rutas de Gran Recorrido, como la Mikeldi o la del Vino y el Pescado, que conecta la Rioja Alavesa con los puertos del Cantábrico. El Parque Natural de Urkiola, 60 kilómetros cuadrados de frondosa mitología vasca coronada por el Anboto, queda también a un salto de la localidad.

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Manu se lanza al barro en cuanto alguno de sus huéspedes pide consejo sobre qué sendero tomar. “Nadie se cree que estos rincones puedan estar cerca de aquí”, comenta con el ímpetu de quien va a calzarse las botas de montaña en ese mismo momento. De hecho, no son pocas las ocasiones en las que lo hace y acompaña a sus huéspedes por las rutas por la zona, como si fuera uno más de la cuadrilla. Cuando se marchen, afirman, “ya serán amigos de la casa. Nos acaban invitando a las suyas. ¡Necesitaríamos cuatro vidas para visitarlas todas!”.

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Desde que abrieron en diciembre de 2020, con las restricciones de la pandemia sobre los hombros, a ‘OAR Cottage’ no han dejado de llegar viajeros de todo el mundo que buscaron Garai y tuvieron la suerte de encontrarlo en este refugio contemporáneo que exhibe, dentro y fuera, lo mejor del rural vasco.

‘OAR COTTAGE’ - San Miguel, 6. Garai, Bizkaia. Tel. 681 90 38 18.

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