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"La ubicación que tiene el Parador no la tiene ningún establecimiento de hostelería en Ferrol, lo que influye en las vistas de las habitaciones y del propio restaurante; y, además, tiene el gancho de pertenecer a Paradores, lo que le da un sello muy vendible hacia el público en general", asegura sin dudarlo el director del alojamiento de Ferrol desde hace siete años, José Antonio Cedena, cuando explica lo que hace especial este hotel.
José Antonio, muy lejos de su tierra –nació en Talavera de la Reina y vivió mucho tiempo en Oropesa y Candeleda–, ha aprendido a amar Galicia a través de las sugerentes extravagancias de Ferrol y que desde el Parador se aprecian de una forma diferente. Marinera hasta las pestañas, pero con cierta decadencia marcada por la despoblación, Ferrol atesora una personalidad genuina frente al resto de ciudades gallegas. Por esta razón, aquí las vistas tienen otro significado. Algunas de las habitaciones se abren a la ría, trayendo la luz del mar entre astilleros y arsenales; y otras, no por ellos menos afortunadas, dan a la calle Real, la principal de la urbe y que articula uno de los barrios más antiguos de la ciudad, el de la Magdalena. Esta zona, aunque ha perdido parte de su supremacía sigue teniendo el encanto del barrio que fue. Cerca de éste, brilla cada vez con más fuerza el de Canido, donde artistas locales han llenado las fachadas de murales coloridos.
Este parador se abrió en 1960, tras convertir en una casa típica gallega un grupo de ellas que fueron permutadas a sus dueños. La idea era mantener ese aire marinero de la urbe en la decoración de sus 38 habitaciones, pero también en los salones o el restaurante completamente acristalado para mirar al mar. La Marina y la construcción de barcos han determinado la historia de Ferrol y el alojamiento le ha hecho su propio homenaje a través de sus lámparas o muebles imprimiéndoles elementos náuticos. Pese a todo, han pasado muchas décadas desde aquella apertura. "Ahora estamos cambiando parte de la decoración, como las cortinas, para darle un toque más neutro y actual", subraya José Antonio, aunque hay reliquias que se mantendrán como símbolo del Parador. Como un farol de barco antiguo que da la bienvenida en la escalera principal que lleva a las habitaciones.
El tesoro del alojamiento se encuentra en la primera planta: una terraza con vistas al mar que en verano da regocijo a unos pocos afortunados, más en tiempos de pandemia, en los que los espacios quedan reservados a grupos muy reducidos. "Colocamos un par de mesas y unas sobrillas y los clientes se pueden tomar algo con estas vistas", sonríe José Antonio sabedor del valor de este rincón en los días estivales.
Para los peregrinos, el Parador de Turismo de Ferrol, ciudad en la que se inicia el Camino Inglés (uno de los muchos que llevan a Santiago de Compostela), hay precios especiales. Las ofertas varían según la temporada, pero los que decidan empezar el camino descansando en este alojamiento pueden tener un descuento que va desde una reducción en el precio de la habitación que incluye desayuno hasta un menú especial bastante asequible a todos los bolsillos. Empezar a caminar desde este enclave tiene la garantía de hacerlo bien descansado.