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Después de 40 minutos en barco, la llegada a Ons, incluida dentro del Parque Nacional de las Islas Atlánticas (junto a Sálvora, Cíes y Cortegada), es una constatación de la buena elección del destino. Un playa de arenas blancas y aguas de colores solo imaginables en otras partes del globo dan su bienvenida como un canto de sirena. Estamos en la aldea de O Curro, la más poblada de la isla, que además de recibir a los visitantes cuenta con bares, restaurantes, tienda y la iglesia. La temperatura es magnífica y sin haber dado tres pasos, uno sueña con quedarse allí para siempre (o, al menos, hasta acabe el verano).
En ‘Casa Acuña’, uno de los pocos restaurantes de la isla, se puede solicitar de forma gratuita un carro para llevar las mochilas e iniciar el paseo de un kilómetro ascendente que lleva hasta el ‘Camping Isla de Ons’, situado en un lugar llamado Chan de Pólvora. Una ayuda extra para aquellos que al pensar en la cuesta arriba se les ponga un nudo en la garganta, aunque el recorrido tiene unas vistas de la Ría que deja poco espacio a los lamentos. Este camino, que se abre paso revelando la belleza de Ons y del paisaje que la envuelve, es el primer recuerdo inolvidable que se llevará el viajero de su estancia en esta isla.
Una vez en el camping o glamping, puedes elegir cualquiera de las dos modalidades (con reserva, por supuesto, y mucho antes de tu visita), en recepción dan todas las indicaciones para disfrutar de un alojamiento, que antes de entrar, ya se muestra como especial. Al ser un lugar auto suficiente y sostenible, gracias a sus placas solares, se recomienda -también por ser una isla- ser muy cuidadoso con el uso del agua (dispone de agua caliente, lo que en Ons se agradece), de la electricidad y, por supuesto, de los residuos. El camping dispone de un punto limpio para reciclar.
Más allá de la zona de acampada del camping, la parte del glamping dispone de dos modalidades de tiendas: unas ubicadas sobre una plataforma de madera, en las que dispone de cama, mesita de noche, mueble auxiliar, alfombra y electricidad; y otras, que son como cabañas, salón, con más camas (espacio hasta para cinco personas) y con su pequeño porche incluido para sentarse al atardecer (o lo que cada uno decida). La elección dependerá del tipo de viaje que tenga programado cada uno y la cantidad de gente con las que vayas.
Sí está garantizado, elijas lo que elijas, además de la comodidad de sus camas, el susurro de los árboles que envuelven el lugar, un cielo plagado de estrellas que brillan sin obstáculos durante las noches despejadas y el fresquito nocturno de Ons (hay que llevarse alguna chaquetita para pasear, porque las camas están preparadas con un edredón para hacer frente a la bajada de temperaturas).
Las instalaciones disponen, además, de las zonas de baños (ninguna tienda dispone de ellos), lavandería y todo lo necesario para cubrir las necesidades básicas de los viajeros, y mucho más, porque cuentan con una pequeña tienda de ultramarinos y un parque infantil. Pero, lo que suma un plus increíble es la terraza de su cafetería, desde la que se divisa el mar mientras desayunas o comes, sin dar crédito a esa estampa casi irreal. Desde luego, si quieres bajarte del mundo, este es tu lugar. Aunque, aviso, solo podrás hacerlo en Semana Santa o durante el verano. Si estuviera cerca y siempre disponible, casi seguro que perdería parte de su magia, ¿o no?