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Una puerta que lleva a una ventana. Antes incluso de reparar en la recepción, antes de fijarse en la forma en la que el arte cubre las paredes, antes de observar el color de los pasillos o el protagonismo de la madera, antes de todo eso nuestra vista se queda fija en el ventanal que se abre frente a nosotros nada más atravesar la puerta principal. Y al otro lado, una imagen que es el resumen perfecto de este hotel: arquitectura y naturaleza. El contraste de la fachada sobria de grises y negros con el vivo verde pamplonés que cubre la pradera del hotel y el parque del río Arga.
En el hotel 'Alma Pamplona', las puertas se abren con el dedo y se empujan con la mano. Es una de las primeras sorpresas para el huésped. No hay llaves ni tarjetas inteligentes para acceder a las habitaciones o las zonas comunes. Solo necesitamos nuestra huella digital. El check-in se realiza en una recepción pequeña, sin mostradores frontera entre el cliente y el personal del hotel, y prestando nuestra huella para que sea escaneada.
El 'Alma Pamplona' es un hotel de dimensiones manejables, de solo tres alturas, respetuoso con el entorno visual. Las habitaciones, 59 en total, son todas exteriores. Las hay de 4 tipos. La más pequeña tiene una tamaño de 35 metros cuadrados, la suite supera los 100. Y todas cuentan con las comodidades de un hotel de 5 estrellas que fue la calificación con la que se estrenó en 2010 y a la que renunció.
Habitaciones amplias, cálidas, con baños integrados en el espacio, algunas con terraza y todas con camas king size, mobiliario de diseño sin estridencias y, en algunos casos, unas estupendas vistas al perfil del casco histórico de Pamplona. Si la ciudad le regala un día de sol, será una experiencia muy agradable sentarse en uno de los comodísimos sillones junto a la ventana a leer, pensar o simplemente observar a través del ventanal.
"Este es un hotel de doble personalidad". Adriana García es su directora y describe de una forma gráfica el 'Alma Pamplona': "Es un hotel que está dentro pero fuera al mismo tiempo. Dentro de una ciudad mediana y cómoda como esta, pero fuera del corazón de su entramado urbano". Y eso, asegura, le lleva a tener clientes de unas calles más arriba. "Gente que se aloja en nuestro hotel porque acaba teniendo la sensación de estar desconectando de su rutina diaria, pese a que se quede solo a tres o cuatro manzanas".
El hotel dispone de un spa de libre acceso para los huéspedes y de una agradable terraza a la que se abre la sala de desayunos.
'Alma Pamplona' también es un espacio gastronómico. Ese es el nuevo objetivo de la dirección del hotel, que sea un lugar donde cuidar el alma y darle gusto al cuerpo, donde se unan alma y paladar. El chef Leandro Gil, uno de los candidatos al premio cocinero revelación de Madrid Fusión, es el autor de un menú degustación apoyado en el producto y en su propia historia.
Nacido en Tudela, la verdura ha sido su universo culinario y, por eso, sostiene que lo suyo es "el exotismo de lo local. Yo no hago cocina fusión porque yo quiero cocinar lo que sé, tratar los productos que conozco". Y ese espíritu se deja notar en la propuesta de su menú gastronómico: 15 pasos con presencia destacada de la verdura, las hierbas –que encuentra en el bosque cercano o que cultiva en el huerto que ha instalado en el prado–, y una ligereza presente hasta el final con postres sorprendentes como los espárragos trigueros recubiertos de chocolate y crema de avellana.
El hotel también cuenta con un restaurante a la carta en el que Leandro quiere conseguir "eso que hay entre una taberna y un restaurante clásico al uso. Un lugar donde poder empezar con unas sencillas patatas bravas y terminar con unas exquisitas cocochas sin que nadie sienta que hay una distorsión en el concepto".