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‘Hotel Serawa’ y restaurante ‘Olea by Serawa’ (Moraira, Alicante): un oasis mediterráneo en la costa alicantina

En busca del relax mediterráneo

19/11/2024 –

Actualizado: 30/11/2022

Fotografía: Sergio Gallegos

En una de las zonas más privilegiadas de la provincia de Alicante encontramos un hotel construido en los años 60 al que se le ha dado una nueva vida bajo un prisma sostenible y respetando el entorno. Viajamos a Moraira para dormir en el ‘Hotel Serawa’, comer en su restaurante, ‘Olea by Serawa’, y dejarnos impregnar por su magnética luz.
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Nada más entrar en el ‘Hotel Serawa’, la palabra “oasis” resuena en nuestra cabeza: una tregua, un descanso, un refugio en los contratiempos de la vida. Aquí se respira un estilo de vida relajado, marcado por los materiales naturales en tonos tierra -barro, madera, lino- y las sonrisas de su equipo. Como las de Carolina Oliva, su directora, o María Ribes, asistente de recepción.

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En Serawa el día comienza con un buen desayuno: en las mesas del buffet, mermeladas que elabora un agricultor de Jávea, miel de Gata de Gorgos, una coca casera de calabaza y cebolla caramelizada o embutidos de Xaló. “Intentamos que sea todo muy local”, nos explica Carolina Oliva. Y el café es ecológico. Los que prefieren innovar menos, también pueden pedir huevos que preparan al momento y al gusto del comensal. Cuentan que a veces los pájaros entran a picotear las migas del desayuno, para que no se te olvide que estás rodeado de naturaleza. Un secreto: aunque no seas huésped, también puedes venir a desayunar.

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Antes de subir a nuestra habitación, nos seduce su ecotienda, que se encuentra justo frente a la recepción, donde venden productos artesanales: las velas de soja natural de Candelaria Candles que fabrica Sara Rojas en Jávea, que también forma parte del equipo del hotel; la cerámica de Tina Vaia,, británica pero afincada en Valencia o los llamativos sombreros de paja de trigo trenzada a mano de Zahati, una marca del pueblecito alicantino de Gata de Gorgos que inició su andadura allá por 1920.

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El hotel, que fue edificado en los 60 por el ciclista José Manuel Lasa, ha sido reformado estos últimos años respetando su esencia y estructura. Otro guiño a su vida anterior son las escaleras, que también se han mantenido. ¿Y por qué ahora se llama “Serawa”? “Representa la búsqueda de la luz en el viaje: un viaje brillante, de descanso y descubrimiento”, como ellos mismos definen. Seguimos la travesía y llegamos a la habitación, que nos empapa con su calidez y su calma.

Sus habitaciones son estancias llenas de luz, diseñadas con mimo bajo los estándares de una arquitectura orgánica, certificadas como sostenibles por el sello BREEAM. Puedes elegir entre tres tipos: Eco Mediterranean Terrace (con una gran terraza perfecta para el invierno, ya que tiene orientación sur), Eco Mediterranean Junior Suite (para los que busquen más espacio, ya que cuenta con un salón con un sofá cama) y Eco Mediterranean Balcony, la nuestra.

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Su balcón, en forma de terraza, se asoma al jardín mediterráneo, al huerto ecológico del restaurante y a la piscina de agua salada del hotel. Es el lugar perfecto para ponerse cómodo y leer. De cuando en cuando, para volver a la realidad, puedes otear el mar, prácticamente oculto tras los pinos y las palmeras que colman de verde todo el entorno.

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En la habitación también hay un rincón para teletrabajar (si quieres) un buen rato: la paz y el silencio son absolutos. Otro detalle: los amenities, los productos de cosmética que presentan en el baño de la habitación también siguen la misma filosofía del hotel, ya que son ecológicos, de I Love Eco Essentials.

Tras los fogones de Germán López

Es hora de comer. En los fogones del restaurante ‘Olea by Serawa’, que también recibe con los brazos abiertos a comensales que no se alojan en el hotel, encontramos a Germán López, que fue pupilo de Nazario Cano (‘Odiseo’: 2 Soles Guía Repsol), y antes de Manuel Alonso, de ‘Casa Manolo’. A pesar de su juventud, el uruguayo lleva un par de décadas viviendo junto al Mediterráneo y eso se nota en su cocina.

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Comienza el festín a la carta: como entrantes unos buñuelos de bacalao al pilpil o una divertida ensaladilla de sepia, que tiene secreto. “Hervimos la patata con lima kaffir y galanga para aportar el toque fresco y cítrico. Hacemos un aceite de los interiores de las sepias, lo colamos y lo añadimos a la ensaladilla. Además de la patata y la sepia salteada al dente, lleva pasta de ají, uva verde, altramuces, menta de nuestra huerta, salicornia, picos de tinta de calamar y lima”.

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Para sorprerder, un original guacamole marino, que en esta ocasión emplatan de una manera tan selvática como efectista: sobre una hoja de cactus. Lleva pulpo seco, tomate seco, hinojo fresco y encurtido con agua de mar, cebolla roja y espirulina. Un vergel en el oasis.

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Continuamos con un arroz de calamar y alcachofa, que plasma el territorio en la paella en la que se sirve y de la que comemos directamente, como manda la tradición alicantina. Germán no quiere que nos vayamos sin probar su gazpacho de pescado de barca, que sirven con miel de Gata de Gorgos para rebajar su potencia. Impacta en el paladar por intenso y sabroso, pero también por la pureza de sus sabores de mar.

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Para acompañar cada plato, el sumiller Sergio Rodríguez propone “vinos de la tierra, de la zona y de autor. Hay muchos pequeños viticultores haciendo grandes cosas”. También están incorporando a su propuesta vinos naturales, cuya lista se engrosará en los próximos meses.

Y siempre hay que dejar hueco para el postre. La fotogénica e inmensa -en todos los sentidos- torrija de calabaza es un pan brioche que marcan con mantequilla y azúcar, con las que crean un caramelo de nata que sirven como una salsa encima de la misma. “La clave es que hacemos una infusión de pieles de naranja, calabaza asada, canela, comino y azúcar, para que la torrija tenga aroma a calabaza, y la acompañamos de una compota de calabaza asada con zumo de naranja y anís estrellado y un helado de leche merengada”. Aviso para golosos: no podréis comer solo una cucharada.

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La sostenibilidad de la que presumen también entra hasta la cocina de ‘Olea by Serawa’, que se autoabastece de algunos productos. “El huerto lo lleva Ahmed, nuestro agricultor. Todas las semanas vamos a un vivero y elegimos lo que vamos plantando”. Las alcachofas, la calabaza, la cebolla, el tomate, las habas o los pimientos con los que elaboran sus platos son de su propio huerto. También sus hierbas aromáticas (cilantro, albahaca, hierbabuena, tomillo, romero…) y sus flores. “Lo único que pido al frutero es estragón”, nos explica Germán. Nada de barquetas de plástico en ‘Olea’. Predican con el ejemplo.

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Si tras la comida apetece caminar y aprovechar las últimas horas de luz, puedes salir por la puerta verde que está justo detrás de la piscina del hotel para ir a Cala L’ Andragó, que además de ser un bellísimo rincón mediterráneo, también tiene una conocida zona de chiringuitos y terrazas. El pueblo de Moraira está a media hora caminando, siempre al lado del mar, y es otra de las excursiones indispensables.

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El plan de tarde continúa en la planta -1: su spa con vistas al jardín. Aquí también entra la luz a raudales a través de sus ventanales. Una piscina a 30 º, un jacuzzi a 36 º, una sauna, una pileta de agua fría -solo para valientes- y el baño turco nos ocupan unas cuantas horas. Si te apetece dedicarte un rato más, echa un ojo a su carta de masajes. Los más deportistas pueden rematar la sesión de autocuidado hedonista en el gimnasio del hotel. Un consejo: consulta los horarios en recepción porque cuando está abierto el spa, está cerrado el gimnasio y al revés, para que la tranquilidad sea absoluta.

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Para cenar, algo frugal: la caballa a la llama macerada con aceite de salazón, alcaparras, cebolla tierna, cilantro y confitura de aceituna negra de ‘Olea by Serawa’, que maridamos con una copa de vino blanco de la variedad godello que nos aconseja Sergio Rodríguez.

Aún no nos hemos ido del ‘Hotel Serawa’ y ya queremos volver. Solo 24 horas saben a poco en este oasis mediterráneo en el que el tiempo se para.

‘HOTEL SERAWA’ - Cabo Estaca de Bares, 11. Teulada, Alicante. Tel. 965 74 71 88.

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