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Mayúscula y sin puntos
Los amantes de la Naturaleza tienen una parada obligada en esta villa marinera. Agaete se escribe con “mayúsculas” dentro de la isla de Gran Canaria. La versalita la utiliza el parque natural de Tamadaba que, decorado con densos pinares, es la cumbre y cielo de la localidad. A medida que descendemos, se van desplegando sobrecogedores cortados que se adentran imponentes en el salvaje océano. En ese espacio protegido, hay que subrayar la playa y el barranco de Guayadra, una recóndita cala escondida por las montañas que se vuelve mágica durante las puestas de sol. Alejándonos, la cursiva y sinuosa carretera nos llevará por el tropical Valle de Agaete para ver un cultivo único en España: las plantaciones de café. Aroma y sabor único. El punto y seguido en la Naturaleza de Agaete es el jardín botánico Huerto de las Flores. Sin duda, la romántica atmósfera creada por sus plantas exóticas inspiró tanto a poetas como a literatos canarios. No es un punto y aparte porque el conjunto histórico de Agaete también se extiende por sus alrededores. Calles blancas, alma canaria, edificios isleños como el Ayuntamiento y centros religiosos como la iglesia de la Concepción. Tampoco olvidemos realizar una coma o pausa en otros dos puntos: las tumbas del parque arqueológico de Maipés o en el puerto de las Nieves, un tesoro en el que practicar diversos deportes náuticos. El punto final de la visita lo constituye una fiesta. La celebración de la Ramas combina cultura ancestral con el fervor religioso. En definitiva, Agaete es la villa donde cada día, y puntualmente, laten los más vibrantes paisajes.