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Redobles de tambor con identidad propia
Alcañiz florece con identidad propia en el tránsito del medievo al mundo moderno aunque su pasado vivo nos transporta a muchas épocas: a la prehistoria, al Imperio Romano y también al mundo árabe. Todas estas civilizaciones han dejado en la capital del Bajo Aragón Histórico un rico patrimonio que se manifiesta en la Iglesia de Santa María, en la Lonja, en el propio edificio del Ayuntamiento o, saliendo del casco urbano, en el Castillo de los Calatravos. Viajar a Alcañiz es pisar la ribera del río Guadalope y los bellos parajes de su entorno. Como el de la Estanca, un espacio natural con fauna migratoria y actividades de ocio acuático. O como el de las lagunas saladas, que nos regalará un colorido paisaje salado mediante la evaporación del agua. De la prehistoria guarda Alcañiz uno de los tesoros más preciados, las pinturas rupestres de Val del Charco del Agua Amarga. En este municipio turolense son famosas las procesiones de Semana Santa y la presencia indiscutible de los redobles de tambor; no en vano, el pueblo forma parte de la Ruta del Tambor y el Bombo. Pero Alcañiz nunca pierde de vista la modernidad. De hecho, es uno de los raros municipios de Teruel en los que aumenta la población censada. Alcañiz, por ejemplo, organiza una famosa exposición y feria de venta de coches antiguos, la Autoclassic, y su Motorland es uno circuitos de competición más activos de España y Europa. Reputada es también su gastronomía de longanizas, quesos y especialidades como la perdiz escabechada o, en repostería, las 'tetas de Santa Águeda'.