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Jávea/Xàbia

Mar y montaña al óleo

Al llegar a Jávea y echar a andar por la calles de su casco histórico, uno debe saber que, en otro tiempo, pudo haber formado parte de un cuadro de incalculable valor. Este punto de la Costa Blanca fue una gran fuente de inspiración para Joaquín Sorolla, enamorado de su costa y sus parajes verdes. Pero antes de salir a investigar sus perfiles naturales, conviene acercarse a admirar el monumento nacional que es la iglesia fortificada de San Bartolomé, flanqueada por el neoclásico Ayuntamiento y el Mercado de Abastos. No muy lejos, el Museo Arqueológico y Etnológico Soler Blasco le descubre al visitante reliquias del fondo del mar y la capilla de Santa Anna, única superviviente del hospital, es otro recuerdo del pasado medieval de la villa.   

Buscando el mar, se llega al puerto, escenario de la celebración del peculiar Ajedrez Viviente y un agradable paseo por terrazas donde parar a descansar y tapear y donde se sugiere entrar a ver la exposición que acoja en el momento la Casa del Cable. Con la brisa marina ya llenando los pulmones, se invita al viajero a seguir los pasos de Sorolla, disfrutando de las vistas que ofrece el cabo de San Antonio, tanto de las aguas que bañan Jávea –playa del Arenal y la Cala Blanca– como del intenso verde del Parque Natural del Macizo Montgó, espacio natural que comparte con Denia. Desde allí se puede peinar la costa y llegar al otro extremo, al Mirador de Creu de Portixol, o incluso más allá, rozando la frontera valenciana en el Cabo de la Na, recorriendo las escenas que el pintor inmortalizó sobre el lienzo.   

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