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Parque Río Secreto Aventura en el Bembézar (Hornachuelos, Córdoba)

Adrenalina pura entre puentes tibetanos y tirolinas gigantes

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Actualizado: 09/08/2021

Sentir que vuelas en una tirolina gigantesta, escalar la impresionante Triaction Tower o balancearte en puentes tibetanos es un plan redondo para toda la familia en el Parque Río Secreto Aventura en el Bembézar, en Hornachuelos (Córdoba). ¿Por qué no terminar surcando las aguas del río sobre un barco solar y descrubir el enigmático Seminario de Santa María de los Ángeles?

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Son las nueve de la mañana de un domingo de verano y el municipio de Hornachuelos, a las faldas de Sierra Morena, aún duerme. Pero según vamos bajando hasta el embarcadero del río Bembézar, en el interior del Parque Natural, se siente la humedad y el sonido de los pájaros. Es el ambiente del río, un entorno natural protegido donde se encuentra uno de los parques de aventura más divertidos -y nuevos- del norte de Córdoba.

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Conforme nos acercamos al Parque Río Secreto Aventura, el silencio deja paso al ritmazo de la música que ya tienen puesta los monitores. Llevan unos minutos preparando todos los materiales de seguridad: cascos, arneses, líneas de vida… y están listos para recibir a los primeros grupos de la mañana conformados por niños de campamentos, grupos de familias o de amigos, venidos casi desde cualquier rincón de Andalucía. Este es un plan muy diferente al habitual sol y playa y en unos minutos, las risas, los gritos, los aplausos y los subidones de adrenalina estarán casi al mismo nivel que ahora nos parece que está la música.

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Aunque el cielo está un poco nublado, ya hay varios claros entre las nubes que indican que el sol hará su aparición en menos de una hora. Las aguas del río son mansas y limpias y las tirolinas, las más grandes de España en un parque de aventura urbano, cuelgan sobre el Bembézar pacientes, esperando que las “sobrevuelen” -bien atados a ellas- los más valientes.

Atracciones con seguridad máxima

“La gigante es la más espectacular de las tres que tenemos. Y el circuito va desde la Triaction Tower -un rocódromo de 22 metros y tres paredes con salto al vacío- hasta aquel edificio de enfrente, que es un colegio, y después desde allí cruza el pantano y vuelve al embarcadero”, señala José Luis Álvarez con el dedo. Él es el coordinador de una legión de monitores que, una vez comiencen a llegar los visitantes, se distribuirán con los grupos por todo el recinto. Ellos son los encargados de que todo esté bajo control en las tirolinas, en los puentes colgantes, en las embarcaciones y en la Triaction Tower. Casi todas estas atracciones tienen su versión para el público infantil. Aquí no se aburre nadie.

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“Aquí hay actividades para todas las edades, desde los 6 años hasta los 85. Esa es la edad de la persona más mayor que se ha tirado de la tirolina gigante hace unos días”, comenta el José Luis, al tiempo que atiende intermitente el walkie y el teléfono dando todas las indicaciones. Mientras explica los detalles de cada atracción y los sistemas de seguridad que se utilizan, las nubes se abren completamente para dejar paso a un sol radiante que hoy promete calentar a conciencia este bello entorno del Parque Natural de la Sierra de Hornachuelos, con el río como protagonista de fondo. ¿Preparados?

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Desde que hemos llegado no hemos dejado de escuchar a monitores, a niños y a familias enteras hablar de la línea de vida. Y es que aquí, nada más poner un pie los primeros visitantes, se les equipa y se les explica con todo lujo de detalles cuáles son los sistemas de seguridad que se usan. “Cuando nos ponemos el EPI -equipo de protección individual- en el aro central se ancla todo. Tenemos las perneras, el arnés y dos poleas que tienen un fin: asegurarnos al máximo", indica el coordinador.

"La línea de vida es un cable que no nos permite salir del recorrido durante el transcurso de la actividad. Para abrirla es necesario que un monitor la desalondre y la asegure por otro lado. Así, desde que nos montamos en la torre que sube hasta los 22 metros de la plataforma y desde donde te lanzas en la primera tirolina, estamos siempre muy bien asegurados. Si te caes lo único que ocurrirá es que te quedas colgando, suspendido... No hay peligro. Además, cada usuario se lanza cuando nos dan el verde desde el punto de llegada, a través del walkie, pero también con los semáforos, es decir, contamos con doble seguridad. Al llegar a destino habrá otro monitor para recepcionarte”, explica José Luis. La tranquilidad con que lo cuentan, desde luego, da seguridad.

Casco, arnés, poleas... y a volar

En ese momento, ya se oye el griterío del primer grupo de niños, de entre 6 y 9 años, que entra en el parque con un par de monitores. Están entusiasmados. Son chicos de unos campamentos que llevan varios días alojados en el albergue del Parque Río Secreto, a escasos 5 minutos a pie, y que entre risas y bromas, comienzan a ser equipados. "¡Ponme el casco más fuerte!", solicita uno de los pequeños a Rafa, el encargado de ayudarlos a ponerse los equipos. Mientras meten sus piernas por las perneras y les colocan el aro central y las poleas a la espalda, observamos que bajo el casco todos llevan una redecilla. Todo está pensado: “Es por motivos de higiene”, informan. Y, claro, por supuesto, nadie se quita la mascarilla.

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“Necesito que me prestéis atención unos minutitos” comienza otro monitor, Carlos. “Nos vamos a colocar todos detrás de estas líneas amarillas. Necesito un voluntario. ¡Venga, muy bien, tú, campeón!”. Carlos explica a continuación con detalle cómo usar todo el material que llevan puesto durante el circuito y, para ello, realiza una simulación del uso de las poleas sobre los cables de las tirolinas, a pequeña escala, que tienen en la entrada del parque.

“Durante todo el circuito veréis un cable gris al que llamamos línea de vida. A este cable no nos agarramos nunca. Es importante. Nos tendrá asegurados desde que entremos hasta que salgamos del circuito…” y así, preguntando y resolviendo dudas -aunque después estarán muy pendientes de ellos durante todo el recorrido-, la explicación se extiende unos 15 minutos más y finaliza. El primer grupo ya cuenta con toda la información necesaria para comenzar a soltar adrenalina. ¡Vamos!

Puentes tibetanos para todas las edades

“¡A las diez tenemos puentes”, indican otros monitores que están preparando también a su grupo para esta actividad. “Aquí contamos con puentes tibetanos tanto para niños de 6 a 14 años como para adultos”, explican. “Las familias pueden elegir entre ver a sus hijos hacer la actividad desde la terraza de la cafetería o hacerlo desde abajo, junto a la atracción; o aprovechar, y eso es lo suyo, para hacer el circuito. Los niños más mayores pueden quedarse con los grupos de los monitores, que para eso estamos”, comenta José Luis mientras sigue revisando que todo esté en orden.

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El primer grupo de padres con hijos al que vemos prepararse para los puentes colgantes ha venido desde Marbella. Los adultos tratan de superar los primeros tramos del puente entre obstáculos muy variados: mallas, redes, palos anclados, cuerdas en cruz, escaleras con palos… Los que lo van superando esperan al resto en las plataformas dándoles ánimos y haciendo chistes.

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Las risas del grupo se transforman en carcajadas a medida que avanza la actividad. La adrenalina que sueltan empieza a hacer de las suyas. Será esta la primera actividad que realicen de todo un circuito que termina descargándote todo el estrés y preocupaciones que puedas traer contigo. Mientras tanto, en la parte de abajo, los más pequeños cuentan con una versión de puente colgante mucho más mini: seis torres unidas por 12 puentes colgantes, en los que mantener el equilibrio es complicado, y que finaliza con una tirolina infantil de 15 metros. Un recorrido de una hora donde los niños también se lo pasan en grande y sueltan lo suyo.

La tirolina gigante, la estrella del parque

Todos están deseando que llegue este momento. Sobrevolar el río en la tirolina gigante a vista de pájaro es una experiencia que no se puede vivir en muchos lugares, al menos en España. “Sobre el río hay unas vistas chulísimas. Son 24 metros para abajo, y aunque la primera tirolina cuesta un poco las de después vienen todas rodadas”, cuenta uno de los monitores que está esperando la llegada de los que vienen en el último tramo del circuito, el más espectacular, junto a unas colchonetas donde se dibujan unos pies. “Es un recordatorio para que al llegar pongas los pies contra la colchoneta”, señala. El sonido al llegar de cada participante es como el de un tren llegando a una estación. Tremendo.

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“Yo tengo un poco de vértigo”, comenta Raquel, que acaba de sobrevolar el Bembézar. “He venido a vivir la experiencia. Mucha tensión, tal vez no vuelva a venir -dice entre risas- pero merece la pena. Te quedas como si te hubieran dado una clase de yoga, un noséqué… adrenalina pura…Y el paisaje, sobre todo, el paisaje es espectacular…”.

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En unos minutos Raquel y Javier se reúnen con los niños que han acabado al mismo tiempo su circuito mini. “¡Quiero ir al kayak!”, gritan los niños. Ellos lo viven con una intensidad parecida a la que experimentan en un parque de atracciones. Solo que aquí están en medio de la naturaleza y el sol crea reflejos preciosos sobre las calmadas aguas del río. Durante todo el año el cambio de estaciones permite que el parque muestre colores, vegetación, aves y sonidos diferentes… Un plan al aire libre perfecto.

Pasear en kayak en un río "lleno de vida"

El embarcadero también se ha llenado de chavales. Son otro grupo que se dispone a iniciar la actividad del kayak por el río. Todos van equipados con sus chalecos salvavidas y antes de subirse a estas embarcaciones de dos plazas, que se caracterizan por su gran estabilidad, los monitores les explican cómo se rema y cuál es la zona delimitada por las boyas en el río.

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“La profundidad del Bembézar por esta zona es de unos 25 metros. Es un río muy limpio, sin sedimentos, y está lleno de vida”, cuenta el coordinador, que ha bajado al embarcadero a supervisar a este grupo. En las orillas del río vemos algunos pescadores y otros deportistas que parecen pertenecer a algún club de piragüismo de la zona. José Luis explica que aquí, en el Bembézar, tanto pescadores como piraguas necesitan permisos. “El entorno está protegido y muy ordenado”, señala.

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En la orilla de enfrente, el restaurante del complejo cuenta con unas vistas espectaculares al embarcadero. “Hay gente que solo viene a comer y después a darse un paseo en el barco recreativo, que es eléctrico, cero contaminante. De hecho, la excursión sobre el río hasta el Seminario de Los Ángeles es una de las más deseadas del parque”, cuentan. “También la hacemos con kayaks pero en grupos de 12 personas. Dura 3 horas y ofrece unas vistas increíbles del famoso Seminario de los Ángeles”.

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Excursión al monasterio encantado

El Seminario de los Ángeles es un edificio enorme -del siglo XV y de color blanco- que de repente aparece en lo alto, anidado entre las rocas calizas, con un aspecto un poco decadente y misterioso. Desde siempre ha tenido, en el pueblo y lejos de sus fronteras, fama de estar encantado. Primero fueron algunas casas diseminadas, después un monasterio, albergó incluso a los Reyes Católicos en 1494 y también el poeta cordobés Ángel de Saavedra. De hecho, el Duque de Rivas situó aquí parte de su obra Don Álvaro y la fuerza del sino (1835). Hasta Iker Jiménez rodó en él algunos programas. Para los amantes de las psicofonías este es un lugar de sobra conocido.

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“Ahora lo están restaurando para convertirlo en un centro de rehabilitación y esperemos que también se abra a las visitas”, comentan nuestros guías. Además, existen dos senderos junto al río: el Sendero de Los Ángeles, que llega hasta su puerta, y el Sendero de las Buitreras, que pasa junto a la zona donde anidan los buitres leonados. “Esta es una zona de especial protección para las aves. Existen alrededor de 80 parejas de buitres leonados, pero también águilas imperiales, cigüeñas negras, cormoranes, martines pescadores, abejarucos…”, señala el coordinador del parque.

Cuando volvemos al embarcadero encontramos a una familia de Cantabria que está a punto de montarse en uno de los hidropedales que se alquilan en el parque. Los niños más pequeños acompañan a sus padres, todos con chaleco salvavidas. Otra pareja más joven, acompañados por su perro, han preferido surcar las aguas del río en la embarcación Zodinory, también con motor eléctrico. Hasta el perro, según dice, va a subir a la embarcación con chaleco salvavidas. “Estamos en ruta por Andalucía. Íbamos hacia Cádiz y nos hemos parado a pasar unos días con nuestro hijo y su novia -los dueños del visitante de cuatro patas-”. Los más pequeños están encantados. Después de todo el circuito ahora les toca explorar el río.

Un salto al vacío para rematar la jornada

Cuando volvemos a subir a la parte más alta del parque, la Triaction Tower está en su mejor momento. Chicos y chicas de entre 13 y 16 años están listos para escalar sus más de 20 metros de altura. Después, desde arriba, hay que lanzarse al vacío -por supuesto, con las líneas de vida siempre puestas-.

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Los monitores están dando todas las instrucciones: que tengan continuidad en la subida, que no miren para abajo si les da vértigo, que usen las zonas de parada si entran en pánico -unas plataformas laterales a las que se puede salir a descansar e incorporarte de nuevo- y que, ya en la zona arriba, se tomen unos minutos antes de realizar la bajada en caída libre. A partir de ahí, volverán a subir la torre por las escaleras internas y comenzarán el paseo aéreo de las tirolinas. Aquí la adrenalina está a tope todo el rato.

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“¡Venga Jesús!”, se escucha. Y cuando miramos para arriba uno de los chicos está a punto de saltar. “¡Cierra los ojos y salta!”, se oye decir a algunos compañeros que ya lo esperan abajo. Una vez en tierra Jesús cuenta: “Está bien, da un poco de vértigo, pero una vez que saltas no es para tanto”. En sus ojos ya se percibe una liberación. Un efecto adrenalínico que lo inunda todo. Una sensación de bienestar y placer que, estamos seguros, le durará todo el día y, tal vez, quién sabe, recordará para siempre.

'PARQUE RÍO SECRETO AVENTURA' - Vista al Río, s/n. Hornachuelos, Córdoba. Tel. 674 22 40 40

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