Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Nada más entrar hay que frenar a los niños para que no salgan corriendo y se pierdan entre la gente. Están emocionados con sus pulseras supertivolino y quieren probarlo todo. En cada plaza hay una temática diferente y ellos con la misma canción: "Vamos a eso, vamos a eso". Primero las barcas, luego en el carrusel, luego en los coches de choque... Y así, una y otra vez.
Un parque de atracciones siempre es un buen barómetro de paciencia para los padres, que esperan con una sonrisa la cola que haga falta con tal de que ellos disfruten. Los que vinimos aquí durante nuestra infancia ahora tenemos el placer añadido de traer a nuestros hijos, con lo que los buenos recuerdos de nuestra época vuelven al presente. Aquel concierto de Alejandro Sanz en el que lloraste, el miedo que pasaste en el Pasaje del Terror agarrada a tus amigas...
Según recuerda nuestra frágil memoria, todo sigue prácticamente igual. La noria en el mismo sitio, el teleférico sobrevolando nuestras cabezas y un marcado aire vintage ganado a pulso con el paso de los años. Ese es uno de lo mayores atractivos de un lugar que ya cuenta con 46 años de historia.
El Tívoli se inauguró en 1972 a imagen y semejanza de un parque con el mismo nombre que hay en Dinamarca. "Somos vendedores de ilusiones", dijo su fundador, el danés Ben Olsen, y aunque en un primer momento se pensó que los turistas serían la mayoría de clientes del parque, el éxito que tuvo entre los nacionales fue mucho más de lo esperado, algo que obligo a bajar ligeramente los precios para adaptarlo a sus principales propulsores.
En su época dorada, todos los artistas pasaban por aquí; desde Mecano a Rocío Jurado, Bonei M, Sergio Dalma o Montserrat Caballé. Sin ir más lejos, un jovencísimo Julio Iglesias, recién salido del festival de Benidorm, dio un concierto por 75.000 pesetas de aquella época.
"Era cuando la gente compraba posters para que se los firmara su artista favorito y ponerlos en la habitación", rememora Leyla Hamed, "se vendía mucho más merchandising". Esta joven de 24 años lo sabe bien; sus padres tenían tres tiendas de souvenirs dentro del recinto y prácticamente ella creció ahí. "Había una atracción que era un laberinto con cristales y desde fuera podías ver cómo la gente se confundía y se daba golpes. Recuerdo lo mucho que nos reíamos con eso".
Su generación disfruto de las actuaciones de Fofito, los Teletubies o los Lunis, pero también de Bisbal y Bustamante. "Aunque el día que más se lleno el Tívoli fue cuando cantó Melody, la niña de la canción de Los Gorilas. Ese día se colapso Benalmádena", recuerda Leyla, que actualmente sigue llevando a su sobrino de tres años al parque.
Continuamos nuestro recorrido y pasamos de puntillas delante de la Mansión del Terror. No queremos que nuestros hijos nos pidan entrar y luego tengamos que sufrir sus pesadillas. Este lugar, repleto de lapidas y telarañas donde todo cruje, solo es apto para los más valientes. Hay gente que decide abandonar antes de entrar, otros a mitad de camino y los más curiosos son esos que se resisten a salir aunque estén al borde del infarto. Eso sí, está permitido gritar y abrazarse muy fuerte al de al lado, sin importar quién sea. Dicen que así se ha conocido gente que luego se ha vuelto inseparable.
El mismísimo Anthony Perkins, actor de Psicosis, fue el encargado de inaugurar esta atracción en aquella época con otra de las fotos que queda para el recuerdo. Como la de la Vuelta Ciclista de Costa del Sol pasando por aquí en 1985 o el cartel anunciando al grupo Camela que aún se mantiene años después.
"Es un parque veterano con mucha experiencia", sostiene Constantino Durantez, responsable de márketing del parque con 23 temporadas a sus espaldas. "Han pasado más de 30 millones de personas y, a pesar de la crisis y el presupuesto reducido, el parque sigue insuflando: un 60 % de nuestro público sigue siendo español", añade.
Para este verano tienen preparados musicales infantiles de los payasos de la tele de Rodri Aragón, Toys o Vaiana durante los fines de semana. Estos espectáculos son gratis con la entrada al parque, que cuesta 7,95 euros. Para los que quieran montarse ilimitadamente en todas las atracciones deberán comprar por 14,95 euros la pulsera supertivolino, que incluye la entrada a 36 de las 42 atracciones totales del parque, con tres montañas rusas y cuatro atracciones acuáticas.
Para los adolescentes, las de última generación como TopGun (el antiguo Tívoli Dragón) o la impresionante Torre de Caída Libre desde una altura de 60 metros (situada donde antes estaba el delfinario). "Además, ahora mismo estamos retransmitiendo el Mundial de Fútbol desde la pantalla gigante y eso atrae a todo tipo de público", concluye Constantino, demostrando, una vez más, que el Tívoli es un parque muy familiar donde pueden disfrutar desde los pequeños hasta los más mayores.