Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Rodaremos desde la Costa Brava, desde sus calas recónditas y pueblos marineros rumbo a los Pirineos pasando por volcanes cubiertos por el bosque, pueblos medievales entre plantaciones de piorno o refugios de montaña y una premisa clara: no hay reglas ni horarios. Tan solo la carretera y la libertad para explorar a nuestro ritmo estas cuatro comarcas de la provincia de Girona y hacerlo como nos merecemos: en autocaravana.
Tranquilo, discreto e inaccesible hasta en los mapas. El punto de partida lo encontramos en el extremo oriental de la Península Ibérica. Allí donde los Pirineos se sumergen en el Mediterráneo aflora un cabo de tez rugosa de granito y silueta onírica que inspiraría al mismo Dalí y que esconde calas salpicadas por un agua tan clara que no oculta nada.
De cómo hemos llegado al faro del Cabo de Creus requiere un capítulo, o roadtrip, aparte, porque ahora nos disponemos a seguirle el curso en paralelo a la Transpirenaica y el "tempo lento" de la autocaravana para bañarnos en el paisaje cambiante gerundés.
Empecemos en calas de anuncio de Estrella Damm como Fredosa, Jugadora o Culip, que rodean el promontorio del faro antes de arrancar la autocaravana, en nuestro caso una Bürstner Ixeo de Hymer. Conducimos por la endiablada GI-614, que hace las delicias de los motoristas, pero no tanto de los autocaravanistas, hasta Cadaqués, o el paraíso mediterráneo de Salvador Dalí.
Quien no haya visitado su casa-museo en Porlligat tiene un asunto pendiente, como un chapuzón en la calita que refresca la antigua residencia de vacaciones del artista. Quien desee pasar la noche en Cadaqués que lo haga en el 'Saba Aparcament Cadaqués', de acceso gratuito, pero con plazas limitadas o en el camping de este mediático pueblo marinero de casas encaladas.
La carretera nos da un respiro entre tanta curva y se abre para contemplar el golfo de Rosas, su largo arenal y la llanura que acompaña la vega del Muga y del Fluviá, anegada por los humedales de Els Estanis y las marismas del Ampurdán. También podemos pernoctar en el área 'Autocaravaning Park Roses', que cuenta además con todo lo necesario para equipar la roulotte y continuar la travesía. Desde 12 euros la pernocta.
La vía C-260 avanza por la llanura ampurdanesa cruzando bosques de pinos, viñedos, colinas y arrozales que rodean con su paleta multicolor preciosas villas medievales como Castellón de Ampurias, antigua capital de la comarca, Figueras, ciudad natal de Gaudí y Besalú, puerta de entrada de la Garrocha. Aparcamos la autocaravana en la zona habilitada para ello a las afueras de esta villa amurallada para cruzar el icónico puente románico sobre el Fluviá y curiosear por las callejuelas empedradas hasta la plaza Mayor, la judería o el Palacio de la Curia Real.
Aquí las hayas brotan de inertes cráteres donde antes lo hacía el magma. El paisaje cambia a cada kilómetro que avanzamos por la A-26 siguiendo el curso del Fluviá. Ahora irrumpen en la planicie hasta cuarenta cráteres tapizados por el bosque, como el de Santa Margarita, y pequeños pueblos medievales que se asoman desde riscos basálticos como Castellfollit de la Roca. Recorremos el parque natural de la Garrotxa (120 km2).
Olot, es la capital y la mejor base de operaciones en la zona, rodeado por cuatro volcanes y decorado con fachadas modernistas como las de Casa Pujador, Escubós, Gassiot o Gaietà Vila. Merece la pena dejar nuestra casa con ruedas un momento para visitar el museo de los volcanes, el de la imaginería o el de la escuela paisajística de Olot o para caminar hasta el Montsacopa.
Este cono se yergue a cien metros de altura sobre el centro de la ciudad con su eminente cráter donde se asienta la ermita de Sant Francesc y donde suelen pasear los olotenses. De vuelta a la autocaravana nos desviamos un segundo de la Transpirenaica para tomar la GI-524, rumbo a Santa Pau, para pernoctar en el área Can Serra, a cinco minutos de Olot.
Amanecemos en este descampado de afluencia camper, rodeado por el hayedo de Jordá, de aspecto fantasmagórico y tan frondoso que apenas se cuela la luz del sol. Los senderistas encontrarán el itinerario 15 como la mejor forma de llegar hasta el volcán Croscat, el mayor de la península con un enorme tajo que muestra sus gregales. También son muy populares los paseos en carro de caballos por este bosque de cuento.
Antes de dejar la Garrocha por el valle de Bas hacia el Ripollés nos deleitamos con un pícnic con frutos de esta tierra como los fessols (alubias) de Santa Pau, el bull negro, el queso serrat de oveja y un chupito de ratafía, el licor estrella del lugar, para celebrarlo.
La N-260 nos guía con rumbo pirenaico hacia Ripoll. La capital de la comarca merece, al menos, una parada para contemplar el monasterio de Santa María (siglo IX), o una de las joyas del románico catalán. Quien quiera pasar la noche antes de tomarle el pulso a la montaña dispone de un área con diez plazas para autocaravanas y acceso gratuito en esta localidad.
A treinta minutos de Ripoll se encuentra el pueblo de Ribas de Freser desde donde parte el emblemático tren de cremallera (16 euros) hacia el valle de Núria. Aquí arriba, a 2.000 metros de altitud y a los pies del Puigmal (2.913) o el Pic del Segre (2.843 metros) se encuentra el santuario de la virgen, una pequeña estación de montaña y la cuna del excursionismo catalán.
Otra buena prueba de la fama de Ribas como epicentro de actividades de aventura en el Ripollés es la vía ferrata de la Roca de la Cruz (dificultad K2). Esta ruta es ideal para perderle el miedo a la escalada trepando (encadenados) por este muro vertical que se asoma con un desnivel de 194 metros al pueblo de Ribas, el valle del Freser y las cumbres que lo enmarcan. Una hora para equiparse con casco, arnés y asegurador, para olvidarse del vértigo y empezar a sentir la adrenalina pirenaica.
"La región emerge con su esplendor radiante y luminoso, así como de cualquier parte del valle aparece el anfiteatro montañoso que lo cierra y forma tres colores superpuestos: la nieve rosa de los picos altos; el verde negruzco de los abetos y los pinos de la montaña media y el verde más claro, bruñido, alegre, pacífico, de los prados, de los chopos, de los alisos y los álamos. La composición de estos tres colores crea un paisaje de un orden perfecto (…)"
Con estas palabras Josep Pla describía en su Guía de Cataluña la belleza de la Cerdaña y nosotros con esta autocaravana la descubriremos. La N-260 se convierte en la Transpirenaica sobre el asfalto y continúa desde Ribas de Freser entre monte y monte hasta La Masella y La Molina. Las dos estaciones más famosas del invierno gerundense mudan su apariencia esta temporada para presentarse al viajero como dos santuarios para el turismo activo estival.
Aparcamos la Bürstner en La Molina para descubrir su parque de aventura en el bosque con tirolinas y que sus pistas de esquí se han convertido en un complejo para BTT (bici de montaña) de altura. Como la bici suele ser la mejor aliada de la autocaravana, prueba a descender por los trece circuitos (para todos los niveles) desde 2.400 metros de altitud, por el Cross Country y el Wood Park.
El teleférico (15 euros) o la góndola Cadí-Moixeró nos transporta hasta lo alto del pico Tosa d'Alp (2.537 m). Este enclave nos brinda una panorámica espectacular de la Cerdaña, Bergadá, el Ripollés, media Cataluña y nos abre las puertas del Nido del Águila (Niu de L'Aliga), el refugio más elevado (guardado) de los Pirineos. ¿Qué hacer aquí arriba? Una parada de avituallamiento para disfrutar de una puesta de sol entre las montañas copa de cava en mano.
Otra manera de evaluar la belleza de la Cerdaña que describía Pla, consiste en descender hasta el corazón de este enorme altiplano (1.086 km2), que se orienta de este a oeste, que divide España y Francia y que presume de ser el más soleado de Europa para sobrevolarlo en globo aerostático. La empresa 'Camins de Vent' organiza vuelos desde 150 euros y nosotros nos plantearemos si puede haber mejor apogeo para una expedición camper por la paleta paisajística de Girona.