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En ruta con Clara Lago

"Los bosques de El Hierro son como los de El Señor de los Anillos"

Actualizado: 10/01/2019

Actriz, vegana, deportista. Clara Lago es uno de los rostros del cine español más taquilleros y lo será de nuevo este año que estrena varias películas. Pero este trajín profesional no impide que se enamore de escenarios de rodajes como la isla de El Hierro; que lleve siempre en su maleta (por si acaso) cereales para desayunar, o que se escape a su restaurante favorito 'Floren Domezáin', en Madrid, a comer verduras ricas.
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Sonaba en su playlist The Night We Met, de la banda de indie Lord Huron, precisamente, la noche que nos encontramos con ella en Mallorca, en la terraza del hotel 'Meliá Calviá Beach The Plaza', con las luces de la bahía de Palma tintineando a lo lejos. Clara estaba realizando una producción de moda que daba comienzo a la mañana siguiente. Y entre vinos, cigarrillos y picoteo vegano hablamos de sus viajes, de sus restaurantes de verduras favoritos y de aquellos lugares a los que siempre le apetece ir.

La actriz, que el año que viene protagoniza Regreso Triunfal, el próximo filme de director de El secreto de sus ojos y de El hijo de la novia, el argentino oscarizado Juan José Campanella, también está a punto de estrenar en la Academia de Cine el documental Atlánticas, en el que se sumerge en la magia de la isla de El Hierro, en una cinta que protagoniza junto a Leticia Dolera, en Groenlandia e Irene Escolar en Namibia.

¿Habías estado antes en Palma de Mallorca?

Sí, estuve hace un tiempo, practicando psicobloc, un tipo de escalada en acantilados, sin cuerda y sobre el mar, que aquí en Mallorca se practica desde los años 70. Y también vine por trabajo hace como tres años.

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Y hablando de islas ¿qué impresión te produjo la isla de El Hierro cuando fuiste a grabar 'Atlánticas'?

Me quedé alucinada. Yo no había estado nunca. No pensaba que tuviera esos bosques como de El Señor de los Anillos. Fue un rodaje muy bonito pero muy duro por las condiciones climatológicas. Era el mes de febrero y yo fui pensando: ¡Ah, febrero!, ¡Islas Canarias! ¡carlorcito!… Y creo que no he pasado tanto frío en ningún rodaje. Pillamos un microclima... Uff. Ni siquiera los herreños recordaban algo parecido. Pero también las imágenes con esa niebla eran brutales. Y bueno, más allá de flipar con la diversidad de paisajes volcánicos, de playas de arena negra, de bosques de cuentos de hadas súper verdes… y de ese contraste tras contraste, tiene esa magia de estar poco explotada. Resulta muy auténtica y salvaje. Una verdadera maravilla que queda aquí al lado.

¿Qué fue lo que más te gustó de El Hierro?

Las personas que conocimos. Son gente que viven fuera de este sistema, gente para las que el dinero no lo es todo. Había un niño que sale en el documental que parecía que se había tragado a un sabio de 80 años. Los padres de Idir, que así se llamaba el niño, se dedican a cultivar y tienen una huerta en el cráter de un volcán y nos contaban que estaban peleando por conservar las semillas antiguas que han preservado durante generaciones. Pero que gigantes como Monsanto, que ahora es Bayer, intentan monopolizar el mercado de la agricultura y robarles las semillas. Y las guerras con ellos son importantes. No son simples discusiones. La gente de allí tiene unos valores y una calidad humana impresionantes.

¿Qué es para ti primordial cuando llegas a un hotel?

Que tenga una buena cama. Es clave. Y una buena almohada. Además, me encanta el efecto de cama con sábanas planchaditas y blancas de un hotel. Durante el rodaje de Ocho apellidos catalanes estuvimos en Molins de Rei, en un hotelito rural que me encantó, pero no recuerdo su nombre.

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¿Eres de hacer muchos planes cuando viajas?

Qué va. Yo soy súper relajada. Soy cero de ver. Soy más de hacer lo que te nazca, lo que te apetezca. Mucho más de las personas que de los monumentos. Prefiero conocer al paisanaje que al paisaje. Evidentemente hay sitios espectaculares que hay que ver…

¿Cómo compatibilizas tu vida diaria y tu trabajo con tu veganismo?

Yo realmente sigo una dieta vegana. No soy radical. Los radicales auténticos filtran toda su vida a través del veganismo: no utilizan ningún producto textil, ni cosmético en el que hayan participado animales… Yo no estoy a ese nivel. Pero en lo que a alimentación se refiere lo intento bastante y a nivel textil también. Por ejemplo, cuando me van a dejar ropa para una producción de moda pido por favor evitar pieles.

Decidiste hacerte vegana cuando…

Todo comenzó cuando vi unos documentales: Cowspiracy, Who Choices y What the Health, que me abrieron los ojos, no solo desde un punto de vista animalista que ya conocía sino por todo lo que implica a nivel medioambiental. Todo lo que supone de sequía, consumo de agua, deforestación, contaminación de las tierras, de los ríos, los gases efectos invernadero…

Y en Madrid ¿cuál es tu restaurante vegano de cabecera?

No es un vegano pero cocinan con la materia prima de su propio huerto en Tudela y se llama 'Floren Domezáin'. Es espectacular. También tienen carne y pescado y está todo riquísimo (probé toda su carta antes de hacerme vegana). Pero además, la verdura que tienen es sensacional y la cocinan muy rica. Alcachofas, menestra, cebolla estofada, un arroz de verduras a la leña ahumado que es increíble… Es el sitio al que voy cuando quiero comer verdura rica. Aunque también suelo ir a comprar a herbolarios que, afortunadamente, cada vez hay más. Cuando hablo con gente que es vegana desde hace muchos años y me dicen: "No sabes lo que era ser vegano hace 20 años, que no había leche de soja, que tenías que hacértela tú misma…". Hoy ya está mas instaurado y es una industria que está en auge.

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¿A qué herboristerías sueles ir en Madrid?

Voy mucho al 'Herbolario Navarro'. Hay muchos en Madrid y están muy bien porque tienen de todo. Verduras, fruta ecológica, lácteos eco (que yo no compro pero que están muy bien). Hamburguesas vegetales, queso vegano, embutido vegano… comida preparada, pastas sin gluten, con gluten… Y otros herbolarios que me encantan, y también hay varios, son los 'Doemi'. Yo suelo ir al que está en la glorieta de Bilbao. ¡Ah! y 'La Biotika' (C/ Amor de Dios, 3) que es una tiendecita y restaurante macrobiótico vegano-vegetariano estupendo, por Antón Martín.

¿Una ciudad que ofrezca muchas posibilidades para los veganos es…?

Barcelona, evidentemente. Va por delante del resto siempre, y allí es muy fácil porque hay mucha oferta. Y curiosamente, también Granada. No lo sé por mí, pero Dani (Rovira) que también sigue una dieta vegana, estuvo allí hace poco y me dijo que le había sorprendido mucho la cantidad de opciones y restaurantes veganos que hay en Granada, y que este movimiento estaba súper despierto en la ciudad. Yo no he vuelto desde que me lo dijo, pero tengo ganas de ir.

En Barcelona rodásteis 'Gente que viene y bah!', que precisamente trata de un viaje de regreso al hogar familiar...

Sí, es una peli a la que también le tengo un cariño especial y se estrena en enero de 2019. Fue un rodaje mágico. Una experiencia muy bonita. Súper divertida. Y el rodaje junto a Carmen Maura, Alexandra Jiménez, Álex García y Fernando Guallar, fue increíble. Está basada en una novela de Laura Norton en la que la protagonista, Bea, después de ser abandonada por su novio vuelve a su hogar en un pueblo de Cantabria, San Esteban.

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Cambiando de tema, eres muy fan del vermú. ¿Cuáles son tus barras favoritas para tomarlo?

En Madrid yo soy bastante de sota, caballo y rey… Así que te diré que el 'Floren' tiene un vermú muy rico. ¡Ah! y hay un sitio en Málaga que se llama 'El Rengue' (Kandinsky, 2. Tel. 661 11 19 18) otro de mis lugares favoritos, y que tiene una cocina muy rica y un vermú artesanal de grifo buenísimo. También en 'La Fragua de Sebín' (C/Divino Pastor, 21. Tel. 914 45 95 97) en Madrid, hay un vermú riquísimo.

Si tuvieras que coger "carretera y manta", una para perderte sería…

Pues rápidamente me han venido a la cabeza las carreteras de El Hierro y es algo que lo comentaba con Guillermo García, el director de Altánticas, el otro día. Eran unos paisajes espectaculares con carreteras llenas de curvas. Cuando viajábamos en coche de una localización a otra era como de película. Nos poníamos la música y siempre decíamos: "Saca la cámara aquí", porque era como una road movie independiente… Sí, me vienen esas carreteras.

Una ruta 'gastro' a la que pondrías tu sello

Primero el 'Floren' en Madrid (risas) y después, iría a otro de mis restaurante favoritos del mundo, 'Casa Pedro' en Zaragoza (Cadena, 6. Tel. 976 29 11 68), donde me comería el menú degustación vegano (ya hace un año y pico que no voy y lo haré pronto). Lo lleva una familia a la que tengo mucho cariño e, incluso, ya les avisamos cuando vamos a ir para que vayan preparando el menú degustación. Son súper majos. Los dos hijos son los cocineros. Tienen un plato, que yo no como pero que es muy famoso: el canelón de gallina. Y bueno, terminaría la ruta en cualquier restaurante del País Vasco y, que conste, que yo no solo me muevo por una cuestión culinaria. También y, en gran medida, por la gente, porque aparte de la calidad de la comida, la calidad humana me llega, me gusta.

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Supongo que durante el rodaje de 'Ocho apellidos vascos' comeríais de maravilla

Bueno, increíble. No te puedo explicar cómo comimos. En Zarautz, en el restaurante 'Otzarreta', cerquita del hotel 'Alameda' (Seitximeneta, 4. Tel. 943 13 27 37) tenían una ensaladilla rusa de bogavante (por aquella época yo comía de todo) maravillosa.

¿Y a día de hoy, de lo que comes, cuál es tu plato favorito?

Probablemente las alcachofas del 'Floren' (risas). Y casi cualquier cosa que lleve aguacates. Soy bastante adicta. Y el típico pad thai tailandés de fideos de arroz con verduras, salsa de soja. Eso me encanta.

¿Dónde has probado un 'pad thai' para recordar?

Pues recuerdo que hace no mucho estuve en un sitio en Barcelona, un vegano flipante que se llama 'Veggie Garden'. Creo que tienen varios en la ciudad.

Cuando viajas por trabajo o por placer, ¿eres de llevar 'playlist'?

Pues antes cuando tenía coche y me hacía tiradas largas me ponía mi música y a cantar como una loca. Pero ya no tengo coche y solo conduzco cuando es un viaje compartido. Lo que estoy escuchando ahora, por ejemplo (yo soy muy variopinta), de las últimas canciones añadidas que podría escuchar en bucle es What’s up, de 4 Non Blondes, uno de los temas principales de la serie Sense8, y también me mola mucho Apocalypse de Cigarrettes after sex, y The night we met, de Lord Huron. Todas son temas que suenan en series que me gustan. Soy muy de bandas sonoras.

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Por cierto, en tu maleta llevas siempre ¿comida?

(Risas) Sí. Yo siempre llevo comida. Desde que soy vegana me tengo que asegurar. Sé que para la comida y la cena en España siempre se encuentran opciones como una parrillada de verduras o algo así. Pero para el desayuno, que para mí es esencial, no en todos los hoteles encuentras opciones veganas ricas. Siempre te puedes hacer la típica tostada con aceite y tomate, que está muy bien, pero prefiero llevar mis cositas ante la duda.

Supongo que de restaurantes de carretera, entonces, eres poco…

Sí, yo soy de las que me llevo siempre mi sándwich de aguacate con queso vegano para el camino (risas).

Y si llega el momento de desconectar ¿a dónde pones rumbo?

A Galicia, a casa de mis padres. Un pueblito cerca de Monforte de Lemos. Una aldea, en medio de la naturaleza pura. Tienen una casa muy bonita. Además, allí todo el mundo tiene sus huertos comunales. Es muy local todo.

Vas mucho a Málaga ¿por qué?

Me encanta Málaga. Además, Dani y yo tenemos un proyecto que se llama Fundación Ochotumbao que surgió por las galas que hacía Dani allí, Improviciados. Recaudamos fondos para otras asociaciones y ONG que trabajen con personas, animales o medioambiente. Hace poco fuimos a Bangladesh con Save de Children, para conocer todo el tema del genocidio de los Rojinyha y el trabajo que hacen con las niñas. O por ejemplo, hace poco Dani se hizo un pedazo de reto para visibilizar el síndrome de Red, y se fueron de Barcelona a Roma en bici rodando un documental que saldrá el año que viene. Intentamos que sean asociaciones chiquitas o que sepamos de primera mano qué están haciendo.

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