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Fariña devolvió a Tristán Ulloa a Galicia, al lugar donde se siente como en casa, y al epicentro del panorama televisivo. Tras lucirse en el papel del sargento Darío Castro cambia totalmente de registro en La Catedral del Mar, una superproducción donde comparte protagonismo con Daniel Grao, Aitor Luna, Silvia Abascal o Michelle Jenner. Su prolífica carrera le ha llevado por toda la geografía española, que admira de norte a sur.
Donde tengo lo mío es en Cáceres. No la conocía y el casco viejo me ha encantado, es impresionante. Es un plató natural, estábamos rodando en una plaza y un poco más allá rodaban Juego de Tronos y Romeo y Julieta. Había tres producciones al mismo tiempo, era un parque temático. Es bonito, ves a la gente expectante y muy respetuosa, lo entienden como un reclamo, algo que genera turismo.
A mí me gusta la cocina mediterránea en general. Sí nací allí y qué decir de la cocina francesa, pero nada que envidiarles. Tenemos muy buena cocina tanto en un país como en el otro. Yo he hecho giras de teatro por España y me cuesta hablar de un sitio donde no haya comido bien. En Francia también, pero hay que pagarlo. De donde nací son típicos el embutido, los rábanos con mantequilla, la bollería y diferentes tipos de pan. Pero hoy todo está tan globalizado que no hay que viajar para encontrarlos.
Yo nací en Francia pero mis abuelos son exiliados republicanos por un lado y emigrantes gallegos por el otro. He vivido mucho tiempo en Galicia, toda mi familia por parte de padre es de Lugo. Me siento muy arraigado a esa tierra, trabajar en Galicia es trabajar en mi casa, reencontrarme con mis raíces. Hay una calidad de vida que para qué. Lo que se come, lo bien que se vive. Es una forma de ser, esa naturaleza tan bruta, tan silvestre. Te encuentras en un sitio muy acogedor, primitivo, atávico.
Sí, los años 80 los viví allí. Viví esa realidad, fue una época muy convulsa y efervescente, hubo mucho paro, mucha revuelta. Al mismo tiempo hubo una movida en Vigo equivalente a la movida madrileña, salieron grandes grupos de allí, Siniestro Total, Golpes Bajos, Seven up. También fue una época muy complicada porque la droga hizo estragos. Fariña ha sabido trasladar esa época y lugar a la pantalla.
Justamente en Instagram recomendaba 'A Esmorga', en el pueblo de Monterroso, en el Lugo interior. Decimos de coña que el mejor pulpo se come en el interior, pero es cierto, porque se come el día de la feria del ganado, cada primero de mes, por eso se llama pulpo a feira. Mientras se está comprando y vendiendo se come pulpo con cachelos. Lo hacen y te lo cortan allí, hay una tradición muy grande. También de empanadas y de todo. La gastronomía gallega siempre va muy ad hoc con las actividades ganaderas.
Estuve en Noia de rodaje y comí mucho en 'Marico'. Hay menú de diario y carta, es increíble el género que tiene. 'O Forno', también en Noia, es espectacular. Pero en Galicia es difícil comer mal en algún sitio.
No creo que Lucía y el sexo descubriese Formentera.
Formentera ya existía, ya había mucha gente antes. Es verdad que estaba más asilvestrada, más virgen. Ahora está bastante masificada, pero el rodaje de la película es anecdótico, aunque atrajo a gente buscando el universo de Julio Medem, esa isla mágica. Lo que pasa en Formentera es lo mismo que en Ibiza y otros sitios de España, una gentrificación muy potente. Cada vez es más caro ir allí, alojarse y disfrutar de sitios mínimamente respetados. No es lo que era. Es una isla preciosa, pero se ha vendido absolutamente todo. Lo que antes era muy hippy, ahora es muy hipster y muy caro.
En Formentera debí rodar dos semanas, el resto fue en Madrid. Lo recuerdo como algo muy especial, estar en esa isla que acababas de rodar y te perdías con una moto, te metías en una cala y te bañabas… Pocos sitios con esa naturaleza encuentras hoy en día. Es una isla pequeña a la que se le puede sacar mucho partido. Si quieres gente, siempre hay jaleo, la Mola o San Francesc. Pero si te quieres perder te puedes perder.
El mítico es el 'Blue Bar', más chill out que otra cosa, pero puedes comer bocatas o picar algo mientras se pone el sol. En aquel momento era un chiringuito, ahora se ha convertido en una especie de Café del Mar, donde pinchan DJ y hay música house. Recuerdo que se comía muy bien en 'Can Gavinu'. También hay un argentino que se llama 'Caminito', con una carne espectacular. Luego 'Acapulco', una pizzería que hay subiendo hacia La Mola. Pero hace mucho que no voy.
La cosa se quedó allí, en la intención. Julio Medem me pasó un guión. Y ojalá, pero de momento...
Falta un productor, un tema de derechos de antena. Creo que en su momento lo hubo y se echó para atrás. Pasa con la mayoría de proyectos cinematográficos, que todos dependen de las televisiones, aunque ahora hay otras plataformas y otras formas de producir, eso es muy de agradecer.
Fuera de España el norte de Argentina, en la frontera con Bolivia, hay a unos desiertos de sal impresionantes: edificios, y mesas y sillas construidos con sal, a 5.000 metros de altitud con un clima desértico y poco oxígeno. La comida de allí son tamales y empanada, se masca hojas de coca para el mal de altura. En España el Pirineo aragonés, Jaca, Ansó, el valle de Hecho, me encantó rodar allí Que se mueran los feos. Es una naturaleza muy bestia para hacer excursiones y se come espectacular. Pero ahora estaba rodando en Málaga una serie, Snatch, y también es una ciudad impresionante.
Va con quien vayas y el momento de la vida. He tenido momentos de coger la mochila e irme solo. Ahora me apetece viajar con mi familia y enseñar sitios que conozco a mis hijos. Si puedo patearme calles, museos… Duermo, tomo un buen desayuno y me tiro a la calle. La mejor manera de descubrir mundo es salir sin prejuicios.
Solemos ir mucho a casas rurales. Por ejemplo a Arenas de San Pedro o a Pedraza, en la provincia de Segovia, un pueblo medieval increíble. En Galicia, me encantan las cabañas de la sierra de Outes, montadas en árboles, con todas las comodidades.
En Logroño voy al 'Iruña'. Estuve mucho tiempo rodando Gran Reserva y me hice muy amigo de los dueños, Ana y Carlos. Luego, haciendo giras se viaja mucho. En Gijón recuerdo 'El Globo', 'L’Olivé' en Barcelona, el 'Mesón Viana' en Avilés y en Málaga, donde he trabajado últimamente, 'Óleo' y 'Kir'.
Me gusta Cádiz, de Vejer de la Frontera al Palmar, aunque procuro evitar temporadas altas, pero el norte me tira muchísimo. El País Vasco, Bilbao, Galicia. Probablemente Cataluña sea para mí la más desconocida, sobre todo zona del Empordà. Andalucía es para perderse, Huelva tiene unas playas enormes. Y de Levante, me quedo con los pueblitos más pequeños, tipo Altea o Jávea.