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Se dio a conocer para el gran público como el coprotagonista de la película Requisitos para ser una persona normal, dirigida por Leticia Dolera. Y, desde entonces, Manuel Burque no para. Es colaborador, en la SER, del programa A vivir que son dos días y dirige y presenta en la misma cadena el espacio de humor Buenismo bien. Además, en octubre estrenó en Movistar la serie Vida Perfecta, de la que es coguionista junto a Leticia Dolera y que también interpreta. Ese mismo mes, comenzó a emitirse la cuarta temporada de Radio Gaga, el programa en el que, junto a Quique Peinado, recorre España en busca de historias y personajes que están lejos del circo mediático. Y, por si fuera poco, en el primer trimestre del 2020 también se estrenará Operación Camarón, largometraje que interpreta y del que es también coguionista.
No se puede hacer tanto y tan bien si uno no tiene el estómago satisfecho y la curiosidad por encontrar rincones especiales intacta. De llenar el buche, de los rincones favoritos de las ciudades de su vida y de dónde encontrar la inspiración hemos hablado con él.
Sí, claro, mi familia materna vive en Canarias, así que voy bastante para allá. Me encanta la zona de Taganana, en Tenerife. Está al norte de la isla. Se llega allí por una carretera estrecha y sinuosa que va bordeando los acantilados y pasando por pueblecitos. Pararse a la vera de la calzada y, si te pilla con buena luz en un día soleado, disfrutar de la vista es alucinante. Se ve cómo rompe el mar contra las rocas y las paredes, el horizonte donde se pierde tu mirada. Afortunadamente, no es una zona muy visitada. Queda hacia arriba desde la playa de Las Teresitas. Desde allí subes por la carretera llena de curvas y, después, bajas hasta unas calas. Es maravilloso.
Para mí, 'A Tafona' (1 Sol Guía Repsol), en Santiago de Compostela. Yo soy un supremacista culinario gallego y este restaurante lo descubrimos durante un congreso de guionistas que hubo en la capital de mi tierra. Mi coguionista Josep quería ir a comer a 'Casa Marcelo' (1 Sol Guía Repsol), un sitio muy famoso de allí, al que él ya había ido en vacaciones y le había encantado. Llegamos y estaba cerrado, por lo que comenzamos a buscar en el móvil restaurantes buenos y todos estaban hasta arriba. Hablo de los seis o siete buenos. Luego había un montón de sitios típicos de tapas gallegas que estaban igualmente llenos. Esto refleja un poco la cantidad de restaurantes buenos que hay en Galicia.
Alguien nos aconsejó que fuéramos a un hotel que tenía un restaurante llamado 'A Tafona'. Fuimos y flipamos absolutamente. Nos hicieron un menú degustación mezclando productos gallegos y cocina de autor. Lo fuerte es que era nuestro descarte. Que yo, como gallego, destaque este restaurante en concreto es la leche. Es muy difícil comer mal en Galicia.
Sin lugar a dudas, la playa de Las Catedrales. No es que me tire siempre por los acantilados, pero es espectacular. Allí la marea sube y baja de forma muy radical. Esconden los acantilados o los muestran, en función de la hora del día. Por eso, la gente solo puede ir a la playa a ratos. Si te quedas atrapado, es peligroso. Es un paisaje de fantasía, las formas de las rocas y los acantilados son alucinantes. De hecho, su verdadero nombre es Playa de Aguas Santas. Está en la provincia de Lugo, a unos 10 kilómetros de Ribadeo, muy cerca de Asturias.
Me encanta la plaza de Anaya. Yo estudie Comunicación Audiovisual en la Universidad Pontificia de Salamanca y mi facultad estaba un poco alejada del centro. Molaba ver que los de Filología estaban en una plaza que te transportaba a los años grandiosos de la ciudad. La sede de la facultad de Filología está en el Palacio de Anaya, justo enfrente de la Catedral Nueva. Es lo que te imaginas de Castilla, lo bonito de Castilla está reflejado en esta plaza. Yo me traslado a la primera mitad del siglo XX y me imagino a Unamuno paseando por ahí. Es muy bonita, tranquila, de ir a pensar y reflexionar.
Pues entonces no tenía mucho poder adquisitivo, pero hay un rincón en un pueblo de Salamanca que está a 30 kilómetros que se llama Ledesma. Es un restaurante alucinante que se llama 'La Fernandica' al que aún hoy quiero hacer una expedición con amigos. Es la casa de una señora, llamada Tere Velasco, que te da de comer lo que tiene en el día. Está especializado en platos de cuchara y en recetas caseras. Torreznos, cochifrito, callos, patatas revolconas, huevos rotos… De postre siempre había flan casero y te sacaba un carrito con quesos para que tú cortases. Y, para terminar, café de puchero. Todo está riquísimo. Después de comer, tenías que dejar un par de horas para hacer la digestión, porque si no, no podías conducir.
Bueno, cuando viajamos con el programa apenas tenemos tiempo para visitar lugares, más allá de trabajar. Te diría que redescubrí Sevilla o los paisajes exraterrestres de Almería, aunque si tuviera que decirte un sitio que no conocía y que verdaderamente me impactó, ese es Benidorm. O, más bien, Beniyork. Me alucinó todo, los rascacielos, la diversidad de la gente, no te imaginas que pueda estar ahí en la costa española. Es una ciudad mágica suspendida en el tiempo.
A 'Casa Pachuco', mi restaurante favorito, que está en Antón Martín. Es un sitio muy chiquitín que montó un chef joven, José María Lobelos. Es un tío muy despierto, muy vivo. Tiene un menú muy asequible, pero muy creativo. La comida está muy rica. Cada cierto tiempo, varía toda la carta. Deja los platos que más le gustan y otros los cambia. En cuanto a la relación calidad-precio es de lo mejor que hay. Con la cerveza, te pone una tortilla de tapa que está deliciosa. Pero luego, puedes comer platos como escabeche filipino de verduras o risotto de shiitake. Yo suelo celebrar mi cumpleaños allí. De hecho, es como mi cuartel general de eventos. El tipo me cuida mucho y hace cosas especiales.
Hay un sitio donde siempre voy con Josep a hablar de nuevos proyectos, que es 'La China Mandarina'. Es un restaurante que está en Cascorro. No sé si es por su ambiente, por rutina, porque es muy grande o porque nos tratan muy bien, pero al final siempre volvemos ahí a buscar la inspiración. Puedes tomarte una cerveza o un café, no tienes por qué comer, pero luego ofrece un menú del día muy guay. Se divide en tres platos, cada uno de ellos con dos opciones: el entrante, la proteína y el hidrato. Por ejemplo, de primero puede ser ensalada o sopa. De segundo, imagínate, pollo o merluza. Y de tercero, cuscús o trigo sarraceno. Además, te lo ponen todo en un plato dividido en tres. Es una opción muy saludable y rica para comer.