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Sacude su melena, vuela subida a unos tacones y deja que sus manos se fundan con las nubes en un movimiento flamenco... Con su segundo disco, Soleá Morente (Madrid, 1985) fluye sin complejos entre el pop, el trap y el flamenco con homenaje a Las Grecas incluido. Aprovechamos este trajín de la promoción del disco para que nos desvelele cuáles son sus coordenadas a la hora de viajar por puro placer.
Para mí es especial toda la costa de Almería: Cabo de Gata, Carboneras… Siempre encuentro allí un remanso de paz. Cuando estoy un poco agobiada cojo el coche y me escapo a Las Negras. Como aún conserva ese punto salvaje que le da la naturaleza, a mí me aporta mucha paz, aunque en verano haya mucha gente porque está muy solicitado.
He tenido la suerte de vivir en Granada, en sitios realmente mágicos porque mi padre siempre elegía ese tipo de lugares… Aunque nos mudásemos de casa, porque hemos vivido en varias casas entre el Albaicín y el Sacromonte, todas las ventanas daban siempre a la Alhambra. Yo no sé cómo se las apañaba mi padre para encontrarlas.
Si tengo que recordar un amanecer te diría que no puedo olvidar, por ejemplo, una Semana Santa en nuestra casa de San Nicolás. Vivíamos justo al lado del mirador, en una casa que se llama la Casa de la Tradición y la Traducción, como la bautizó mi padre. En esa casa, que tiene unas vistas impactantes, recuerdo la procesión del Cristo del Silencio, un Jueves Santo. Apagan toda la ciudad. Todo está en silencio y solo se escucha un tambor que acompaña al paso y las cadenas de los penitentes que van arrastrándolas descalzos. Sale a las doce de la noche desde Plaza Nueva y sube hasta el Mirador de San Nicolás, a donde llega casi a las cinco o las seis de la mañana.
Más de un año esperamos a que pasara el Cristo del Silencio en nuestra casa, que se llenaba de amigos que venían a ver la procesión y encerrarse. Recuerdo aquel Jueves Santo... Yo era muy pequeña y tenía mucho sueño, pero me quedé hasta el final. Recuerdo ver al Cristo subiendo por la calle, apareciendo por nuestro balcón según iba amaneciendo... Mi padre le cantó una saeta y mi hermana, por otra ventana, le cantó otra. Nunca olvidaré el amanecer de ese Jueves Santo. Fue emocionante.
Hay varios miradores que tienen unas vistas únicas: el Mirador de San Nicolás o el Mirador de San Miguel, desde donde se ve toda Granada y La Alhambra.
Saliendo un poco del centro hay dos barrios, La Chana y Zaidín, al que van muchos estudiantes. Ya sabes que Granada tiene una de las mejores universidades de España y es una ciudad turística pero también llena de gente joven. En esos barrios, te pides una cerveza y te ponen una tapa con la que sales ya comido o cenado.
Pero si me preguntas por una ruta por el centro, recomiendo la calle Elvira, que es una de las más bonitas de la ciudad y desemboca en Plaza Nueva. Además de bares, allí está 'Eshavira', un garito mítico de flamenco y de jazz donde se han creado proyectos muy interesantes para la música. Así que la ruta perfecta sería primero pasarse por 'Eshavira' y después, tomarse unas tapas por el Albaicín y por la calle Elvira.
La Torre de la Vela. Siempre que estoy ahí tengo esa sensación. Es una de las torres de la gran ciudadela de La Alhambra. Es como de cuento. Te sientes como una princesa esperando al príncipe que viene a rescatarte.
'Eshavira', como te he contado antes, que estuvo un tiempo cerrado pero ahora lo han vuelto a abrir, y luego, por ejemplo, en El Sacromonte, sigue habiendo cuevas donde están los gitanos cantando y bailando y haciendo su espectáculo. Allí siempre te lo pasas muy bien. Hay varias. Yo recomiendo 'La cueva de la Rocío', que es una de las más famosas por las vistas y el espectáculo que tienen. También está el tablao 'Los Tarantos', con un flamenco en directo muy bueno. En general, desde que entras al Sacromonte hay como dos o tres cuevas donde se hace flamenco a diario, 'La cueva de la Rocío', la cueva de María la Canastera, la de Los Tarantos…
En 'Graná', como decimos los 'granaínos', hay una taberna-restaurante muy conocida que tiene unos bocadillos increíbles y unas croquetas estupendas (bueno, todo lo que tienen está buenísimo). Se llama 'La Mancha' y está en el centro. Es difícil resistirse si pasas por ahí con hambre.
Hay dos tiendas que frecuento bastante. Una se llama 'Bora-Bora' y otra, 'Marcapasos', y ambas son de música, pero también encuentras camisetas de grupos que te gustan, libros, organizan conciertos, show-case... Los músicos presentan sus discos en acústico y son realmente centros de creación en la ciudad.
Ahora mismo estoy con El libro del desasosiego, de Pessoa, y estoy alucinando. Es increíble. Y el anterior a este fue Ropa música chicos, sobre la creación del punk en Londres, a través de la historia en primera persona de una figura del punk, Viv Albertine, que tenía un grupo punky de chicas que se llamaban The Slits. Es una historia muy interesante para todos los géneros.
Precisamente hoy he estado hablando con unos amigos de que no conozco Soria y me encantaría. La única referencia que tengo es a través de la obra de Emilia Pardo Bazán, Los pazos de Ulloa, que estudié y leí durante la carrera y… ¿por qué no? Me gustaría vsitarla algún día.