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En ruta con Tamara Falcó

"Mi último descubrimiento ha sido 'Coquetto', de Mario Sandoval"

Actualizado: 03/09/2020

No se había metido nunca en la cocina, pero ganó Masterchef, en buena medida gracias a su padre, que le educó el gusto culinario. Tiene pinta de comer frugal pero se pide unas migas por la noche en un viaje por Castilla-La Mancha. Sus veranos de infancia favoritos pasaban en Marbella, con un helado después de comer, bajo la buganvilla. Tras la conversión telefónica apacible que mantenemos llego a la conclusión de que Tamara Falcó debe ser una buena compañera de viaje. 
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A Tamara Falcó le encanta viajar, disfruta y se sorprende, curiosea, es comodona (ni mochilas, ni camping). Le gusta comer, le gusta la playa, se duerme fácilmente en los aviones… Y sabe encontrar el restaurante perfecto para satisfacer a su variopinto núcleo familiar: 'El Qüenco de Pepa', en Madrid.

¿Has ido de camping alguna vez?

No mucho, no me gusta, la verdad. Una vez en el campamento en Suiza, y otra vez en el jardín de la finca de mi padre. Me encantaría ir a las burbujas esas… Pero, en general, no le veo la gracia.

¿De dónde acabas de volver?

De Comporta, en Portugal. Ha sido un viaje de placer, un fin de semana largo. Es un pueblecito pequeño de pescadores, tiene este rollo eco, campos de arroz al lado de la playa, todo como muy sencillo. Ahora lo que te apetece es viajar en coche. Yo quería un sitio con playa, tengo varios amigos con casa allí. Me he ido con mi íntima amiga, que es como mi hermana, que me dijo que necesitaba salir de Madrid. Vayas a donde vayas, tras seis horas en coche te da la sensación de estar en el extranjero.

Un placer inconfesable cuando viajas.

Cuando viajo a los sitios intento hacer las cosas culturales, me gusta descubrir sitios, locales con más encanto que no sean muy conocidos… Busco en guías especializadas para descubrir la esencia.

Un recuerdo de las vacaciones infantiles.

Cuando llegaban mis hermanos de Estados Unidos a Marbella. Los helados después de comer. Recuerdo la buganvilla, el sabor del sur, esa gente tan amable, esos momentos…

¿Y tu mayor desastre viajero?

Cuando era pequeña, volvíamos de Barbados y mi madre se fue EE. UU. y nos dejó a nosotras con la niñera y con Miguel (por Miguel Boyer). Estuvimos ocho horas en el aeropuerto y resulta que el avión se había saltado la isla. Nos tuvimos que quedar allí hasta el día siguiente… Mi madre decía: "para una vez que os dejo...".

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¿Has sido mochilera alguna vez?

No lo soy y me parece un auténtico milagro conseguir que te quepa todo en una mochila. Mi mayor problema es cuando llego al momento zapatos. Me parece muy chulo, pero no es lo mío, además, la verdad es que soy un poco miedica.

La persona más interesante que has conocido en tus viajes.

Me encanta viajar, siempre conozco a gente interesante. Por ejemplo, en el viaje de Castilla-La Mancha que hemos hecho, el chófer, Julián, fue un descubrimiento, me pareció una persona superfeliz.

El hotel más refinado en el que te has alojado.

Yo creo que el más especial es el 'Amanpulo' en Filipinas, en la isla Pamalican. Llegas con un avioncito desde Manila. Las cabañas, esa playa que a mí me encanta, ir a darle de comer a los peces, que eran de todos los colores, y traer una estrella azul que luego devolvimos… Y el trato, la gente que trabaja allí, que te hacen la experiencia increíble. Es lo que dice mi madre: "Esto es el lujo asiático, que te lleva a otros niveles".

Y al que siempre vuelves.

'Atrio' (3 Soles Guía Repsol), de mis amigos Toño y Jose. Empezó como restaurante y ahora también es un hotel y la verdad es que estoy deseando ver la ampliación. Cuando era restaurante y no estaba en el casco antiguo de Cáceres, mi padre me llevó y me acuerdo de que me encantó la comida pero es que si la comida es excelente, Toño y Jose lo son aún más. Es un sitio al que siempre voy a volver porque siempre voy a poder ir con alguien y quedar bien.

¿Turista activa o de mucho hotel, tumbada al sol?

Me gusta tomármelo todo a mi ritmo, tranquila, me gusta hacer cosas pero a mi bola, no soy de esa gente que lo quiere ver todo. Una vez fuimos a Nueva Orleans y una de las compañeras ¡tenía una lista de 19 cosas que había que ver!

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¿En qué lugar del mundo te has sentido más feliz?

A mí me encanta estar con mi familia… Diría que en Miami, que es el Caribe. Es una isla a la que he ido desde pequeña, es como un sitio propio.

¿Qué es lo que nunca falta en tu maleta?

Nunca faltan unas havaianas, sea verano o invierno, o sitio de playa, por si acaso me parece que la ducha no está bien… Antes me llevaba unas zapatillas también para la noche, pero vi que estas también servían.

Lo que nadie pensaría de Tamara Falcó al elegir restaurante o sitio, pero que, sin embargo, pasa.

A mí me gusta mucho comer. En el viaje por Castilla-La Mancha, por la noche me pedí unas migas, que es un plato pesado, pero me las comí. Me gusta mucho tomar comida que me recuerda a mi infancia.

¿Cómo eran los viajes de la infancia?

Mi primer viaje fue cuando tenía un mes, a Suiza, porque estaban allí esquiando mis hermanos. Pero para mí viajar está asociado siempre a unas sensaciones muy divertidas. No me podía creer que la guardesa que teníamos en el campo nunca hubiera visto el mar, por ejemplo. Cuando se jubiló se fue en autobús con su marido.

Tu bar de carretera favorito.

'Landa'. Camino al norte, cerca de Burgos. Con unas croquetas de locos, es un clásico donde se come fenomenal.

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Un lugar para juntar a tu familia.

En Madrid, en casa de mi madre. Y si saliéramos a comer, 'El Qüenco de Pepa'. Nos gusta a todos, a mi madre y a Mario, (por Mario Vargas Llosa), que son más clásicos. Y también me gusta a mí, que soy más atrevida. Cenamos todos allí con Enrique, cuando vino a dar un concierto… Mi hermana Ana y su marido van todos los sábados.

¿Qué compañero de trabajo elegirías para irte de escapada?

A Samantha Vallejo-Nágera, porque me cae muy bien y tenemos gustos muy similares, es amiga de mi hermano Manolo desde pequeña. Después hemos coincidido en sitios. Me encanta cómo se porta con sus hijos, hacia mí tiene ese punto de hermana mayor…

¿Te ha dado la tele pública tu afición por la cocina o venía de antes?

La afición me viene de ahí, pero es algo que me gustaba desde siempre. Pero como no me dejaban meterme en la cocina… A mi madre le horroriza todo el olor a cocina y además le daba miedo que me quemara, así que no me dejaba… Me permitían brujulear y eso, y hacer postres me gustaba. Cuando me regalaban libros de cocina yo notaba que me gustaba. Pero entrar en el programa y tener a gente formándome me dio un amor por la cocina ya definitivo.

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¿Cocinarías tú si nos invitaras a cenar a tu casa?

Yo vivo con mi madre, y allí hay una cocinera. Así que tendría que ser algo especial para que yo pudiera meterme en la cocina. A veces, si un señor te trae cosas estupendas a casa, un pulpo por ejemplo, sí que me dan ganas de ponerme a cocinarlo.

¿Lees más en los viajes?

Sí, porque tengo más tiempo. Y para leer necesitas tiempo. Pero en los aviones me quedo dormida en el momento en el que me siento. Tengo una facilidad increíble para dormirme.

¿Dónde te pillamos ahora mismo?

En Marbella. En la Clínica Buchinger, en un retiro de ayuno. Diez días. Vengo una vez al año. Con mi madre y con Mario, que fue quien nos lo descubrió, porque él venía desde siempre. Y la historia del fundador es maravillosa: un médico naval que se quedó paralítico y no podía continuar su carrera y le hablaron del ayuno y se curó. Empezó la primera en Baden Baden. Me sirve para reconectar conmigo misma.

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¿Y cómo es un día normal ahí?

Llegas y te hacen una analítica y empiezas, es medicina integral. El ayuno te sirve para mucho más que para adelgazar, es para dar a tu organismo mucho más. Estás más lúcido y despierta la creatividad. Es ese equilibrio entre la energía que metes a tu cuerpo y lo que realmente necesitas. Ahora que hay comida en todas partes, es difícil diferenciar. Haces lo que te da la gana, eso sí. La primera vez que llegué estuve tres días durmiendo. Por la mañana te dan miel, a la hora de la comida te dan un gazpacho, un caldito y por la noche también. Y no tienes hambre, porque una vez que entras en cetosis, ya está. Además de ayunar, das paseos, hay bares de agua… Yo he hecho un curso de cocina de desayuno. Hay unos jardines preciosos, está la casa de la meditación…

¿Dirías que es accesible?

Diría que es un lujo complicado, pero para lo que te dan no me parece excesivo.

Si no pasa nada, ¿cuál va a ser tu próximo viaje?

Me gustaría que fuera a las Maldivas, que me encantan, o a las Seychelles, que no he estado nunca.

Un lugar al que te gustaría mucho ir, pero has dejado de ir porque te agobia que te reconozcan.

Menorca, Formentera, pero ya no me dejan en paz. Saber que estás siendo observado. Como mi madre tenía este problema, ya desde pequeña, estoy acostumbrada a marcharme lejos. Íbamos al extranjero por eso, pero en realidad a mí me encantan las Baleares, me parece que son perfectas. Preferiría irme allí, está más cerca y es muy parecido a cualquier otro lugar lejano, pero es agotador… Mario tiene una teoría para llevar esto bien, y es que ya sabes que te van a estar sacando, así que hay que hacer como si nada.

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Elige un restaurante que nunca falla.

A mí me gusta mucho la cocina de vanguardia, me divierte mucho. Tienes que ir con gente que le importe. Me quedo con el restaurante 'Disfrutar' (3 Soles Guía Repsol), en Barcelona, que creo que es el que reúne todo lo que ha de tener un sitio de ese tipo hoy en día: innovación, técnicas depuradas, cocina de autor, un discurso…

Un paisaje que te dejara sin respiración.

Río. Me sorprendió la vegetación, las frutas que había por todas partes. Estuve hace como siete años y lo recuerdo espectacular.

He leído que hasta los 19 años no añadiste verdura a tu dieta, ¿es cierto?

Lo intentaban, pero era cabezota, me daba asco. Y me leí un libro que se llamaba La Antidieta, y describía lo que hace la carne en el organismo. Yo he intentado dejarla del todo, pero no me sienta bien, mi dieta ha de tener una base de legumbres, fruta y verduras, pero necesito carne. Pero cuando incorporé la verdura, ya no he parado.

¿Cómo eran las comidas caseras de tu infancia?

Yo era carnívora. Pero a medida que me he ido haciendo mayor disfruto más con el pescado. Aunque el otro día hicimos presa ibérica y me arreé un bocadillo de presa ibérica con pan candeal. Hoy en día necesito tomar fibra.

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Quién dirías que se esforzó más por educarte el gusto culinario, ¿tu madre o tu padre?

¡¡¡¡Mi padre!!!!, sin duda. Ha tenido una batalla constante en ese aspecto, a mí me encantaba el restaurante chino, y me llevaba al Burger King y no comía, y me miraba mientras yo me comía mi hamburguesa. Y me educaba al respecto. Él es el que me ha llevado a comer a restaurantes estupendos. El de Pepe Rodríguez, 'El Bohío' (2 Soles Guía Repsol) lo conocí antes del programa y me encantó. Al principio era un rollo, se desviaba para ir a sitios. Pero todo eso fue lo que me salvó en 'Masterchef': yo tenía una enciclopedia de sabores, tenía educación gastronómica, veía otros platos y sabía cuál era cateto y cuál no. No sabía hacerlo, pero sabía distinguirlos. Le debo todo eso a mi padre.

¿Cuál ha sido tu último descubrimiento gastronómico?

Yo creo que ha sido 'Coquetto'. Es un restaurante que ha montado Mario Sandoval en un plan más informal y la verdad es que me ha sorprendido: tardamos muy poco en comer, fue delicioso –como todo lo que hace Mario– y la decoración, el ambiente y el servicio es muy bueno.

Una carretera donde te perderías.

Las carreteras que están al lado de donde tenemos los viñedos, que es en Malpica de Tajo. Por allí me encanta perderme. Me encanta ver los girasoles en verano, perderme por observar la naturaleza, los conejos, encontrar caminos, una casa antigua que igual me gustaría comprarme… Eso a mí me encanta.

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