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El legado que dejaron Grease y algunas de sus míticas escenas, como la de Sandy y Danny en un autocine, ha servido como inspiración en multitud de ocasiones. Y si no que se lo digan a Tamara, Cristina, Javier y David, los cuatro socios que han puesto en marcha el único autocine de Madrid. No sólo porque a golpe de ver escenas como ésa, generación tras generación, se ha ido creando un caldo de cultivo en el que la apertura de un sitio así tenía el éxito -casi- asegurado, sino porque justo con este musical clásico inauguraron el cine y reventaron la taquilla. Eso sí, aunque hoy es el único de Madrid, el pionero fue el extinto Motocine Barajas, abierto en 1959 como el primero de España y segundo de Europa. Aquel autocine siguió el modelo americano, y se construyó en el distrito de Barajas pensando también en el fácil acceso para los soldados estadounidenses de la base de Torrejón.
Volviendo al presente, el Autocine Madrid RACE nació hace algo más de un mes y la cosa sigue viento en popa. “La acogida ha sido impresionante”, nos dice Tamara. Y una vez allí lo entiendes. Quizá por lo novedoso que resulta; por el encanto en sí que tiene el lugar (la vista de las Cuatro Torres iluminadas es un aliciente); o porque si no quieres, ni sales del coche; o simplemente, porque es un planazo.
El recinto, que ofrece un aforo para 1.500 personas y una capacidad de aparcamiento para 350 vehículos, suele abrir de 19:00h a 2:00h. Además, para amenizar la experiencia siempre hay organizadas alternativas antes y después de la película. Todo ello incluído en el precio de la entrada que varia dependiendo del día y mantiene fijo para los niños. “Los jueves tenemos un Dj y los domingos música de bandas en directo. Queremos que la gente disfrute de la experiencia, que es una mezcla de cine, cultura, aire libre y gastronomía”, recalca Tamara.
Y, efectivamente, uno de sus grandes atractivos es la zona de picoteo. Además de un par de food trucks con hamburguesas y perritos -los hay con chili, bacon, cebolla frita, entre otros-, hay un típico American dinner. En él se pueden comprar palomitas, nachos con queso y unos recién llegados bocadillos de pollo, ternera o cerdo, que preparan a la plancha con diferentes salsas. “La comida es de estilo americano porque es lo que pega en un cine así, y la servimos de forma que la gente pueda comerla en esta zona con vistas a la pantalla, o bien llevársela fácilmente a los coches”, nos cuenta Tamara.
Todo aquí está pensado para que el autocine funcione tanto en días de sol como si cae una tormenta. Por ejemplo, en la terraza hay estufas por si hace frío y en verano preparan tumbonas en la primera fila del cine para disfrutar del buen tiempo. Además, si llueve, tienen unas viseras para los coches que evitan la cortina de agua sobre el parabrisas.
En lo que a la programación se refiere, van alternando clásicos con estrenos. “Esa es la idea, pero también meter ciclos, de suspense, de cine negro…”. El sonido en el coche se consigue sintonizando la emisora FM de Autocine Madrid RACE y , por el momento, es sólo en versión doblada. “Nuestro objetivo es tener también la opción de versión original, estamos en ello para hacerlo posible técnicamente”, nos dice Javier, otro de los socios. Hay altavoces por todo el recinto, de modo que no tienes que estar metido en un coche para oír la música o la peli en cuestión. “No queremos que nadie se pierda nada, ni aunque le entre una urgencia y tenga que ir al baño”, bromea Javier.
Como también bromean con algunas anécdotas divertidas que han tenido lugar desde su apertura, entre ellas, una pedida de mano en plena proyección. Si ya decíamos que esto del autocine tiene un no-sé-qué-qué sé-yo que enamora…