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botas de vino jesus blasco

‘Botas de Vino Jesús Blasco’ (Sigüenza, Guadalajara)

El vino también tiene accesorios

Actualizado: 03/02/2022

Lejos quedó la imagen del paisano bebiendo a chorro de la bota de vino. Ahora las botas ya no son exclusvias del elixir de Baco sino que se han sofisticado, tanto estética como en técnicamente, para llevar toda clase del líquidos convirtiéndose así en otra opción sostenible. En 'Botas de Vino Jesús Blasco' han sabido combinar tradición y vanguardia para ofrecer un envase con historia, reulitizable y con estilo. 
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“Caminando sin rumbo fijo, descubrí agradables y tortuosas callejuelas, viejos puentes de piedra, bodegas con grandes toneles goteantes, altos como una persona, e intrigantes talleres semisubterráneos con hombres haciendo ruedas de carro, puñales, cucharas de madera y las clásicas botas españolas de piel de cabra. Me puse a observar cómo un hombre hacía una de estas botas y así me enteré, con gran interés, que el exterior de la piel se coloca hacia adentro, de modo que uno en realidad bebe pelo de cabra destilado.

Las había utilizado durante meses sin saberlo”. Así describía George Orwell en su libro Homenaje a Cataluña su experiencia a la hora de usar una bota de vino y tanto le gustó, que el escritor decidió llevarse una como souvenir. “Los únicos recuerdos que me llevaba de España eran una bota de piel de cabra y un candil, una de esas lamparillas de hierro en las que los campesinos aragoneses hacen arder aceite de oliva…”. Sí, al británico le pareció muy particular el beber de un pellejo animal un formato casi tan antiguo como la humanidad.

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‘Botas de Vino Jesús Blasco’ es una empresa líder en fabricación artesanal desde 1899. Su sede está en Sigüenza, municipio de la provincia de Guadalajara donde curiosamente, no hay hay nada (o casi nada) relacionado con la enología, “Estamos a mil cien metros de altitud entonces aquí hace muchísimo frío y no hay ni viñas ni bodegas”, comenta David Blasco, perteneciente a la quinta generación de esta empresa familiar dedicada a la fabricación de botas de vino tradicionales y al desarrollo de nuevos diseños acordes con los gustos y necesidades de hoy en día.

“En Guadalajara hay viñas en la zona de Cogolludo, Sacedón, Mondejar… Nuestra familia proviene de Sacedón por lo que de ahí viene el negocio. Pero es curioso porque aquí no hay vino. Estamos aislados, no tenemos ni viñas, ni vino por ningún lado. Muchos de nuestros clientes son bodegas de La Rioja, de la Ribera de Duero, de Cataluña, de Jumilla, de Cariñena… después de todo ¡La bota es un accesorio del vino!”.

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El modelo estrella de esta centenaria botería es el tradicional, cuya característica principal es su curtido vegetal denominado ‘de PEZ’, un tratamiento de impermeabilizado del interior a base de resina natural de pino que hace que sea específica para vino porque, como argumenta David ”la resina siempre va a migrar algo de sabor al vino que es lo que busca el cliente”. El proceso de creación de una bota puede durar entre cuatro o cinco horas.

“Lleva muchos puntos de trabajo y el más difícil es el volteado. Normalmente la bota se cose por el interior y le tienes que dar la vuelta para que las costuras queden todas en el interior. Es la parte más dura y más difícil del trabajo. Y luego los cosidos, que cada bota lleva tres cosidos”. Los acabados son otro punto a tener en cuenta. Para algunos modelos utilizan cordones de algodón y de cáñamo pero luego también utilizan de lino o de nylon, en plan bolsa de ordenador, para que no hagan daño en el hombro.

Botas de colores para ocio al aire libre

Además de la bota de PEZ, en su catálogo se pueden encontrar otros modelos que evocan el pasado como la bota de vino Rústica, con acabados en fibra natural de cáñamo, o la Minera, que según describe el botero “se vendía antiguamente para los mineros ya que antiguamente no había botes y las botellas de cristal se rompían. Entonces se llevaban una pequeña bota, más estrecha, que entraba en un bolsillo de un mono”. Pero ahora, más que su uso en las labores del campo o la mina, el uso de la bota se ciñe más al ocio.

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“Principalmente para actividades outdoor, salidas a la montaña, trekking, senderismo… además de todo tipo de ocio festivo, como los festivales modernos”. A los que les gusta el vino fresco puntualizar que las botas se pueden meter al frigorífico aunque también ofrecen botas térmicas que permiten tener la bebida durante varias horas fresca y eso en verano, se agradece.

Para atraer a un público más joven, ‘Botas de Vino Jesús Blasco’ ha desarrollado nuevos formatos en los que no sólo se pueda transportar y beber vino sino otros líquidos como agua, refrescos, combinados o zumos jugando con los exteriores y probando con estampados y colores llamativos. “Hay dos acabados diferentes: el natural de color beige y el teñido, a base de tintes naturales. Además, utilizamos dos tipos de cueros según sea su finalidad -describe David-. La bota tradicional la hacemos en piel de cabra porque siempre se ha hecho así por su flexibilidad, y la bota para toda clase de bebidas se hace también en piel de cabra pero también con piel de serraje, de vacuno”.

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Aunque la diferencia está en su interior. “La bota para toda clase de bebidas lleva una bolsa interior especial para contacto con alimentos. En esta bota también se puede echar vino lo que pasa es que en la bota tradicional el interior siempre se ha hecho de resina de pino que, para que sea apta para el contacto con alimentos, debe pasar unos procesos y unos parámetros especiales, aunque siempre emigra un poquito de sabor”. David reconoce que, aunque al principio la gente se siente atraída por los prints y colores llamativos, la más demandada es la bota tradicional. “Para festivales y otros eventos, las que tienen más éxito son las de colores. Pero al final, el cliente siempre se va a lo clásico. Buscar lo de siempre también es un éxito”.

A pesar de todo, en su botería están apostando por nuevos formatos. Para estos expertos boteros es un reto gratificante recibir encargos de estudios de diseño o firmas de prestigio “aunque los prototipos luego acaben en el fondo de un cajón”. Algo que no pasó por ejemplo con la bota H2O, una reinvención desarrollada junto al estudio de diseño Noviembre Estudio y que está pensada como envase sostenible para agua. Otra de sus nuevas propuestas es la Botiplora, una mezcla entre bota y cantimplora perfecta para escapadas. “Es nuestra nueva apuesta. Es un producto reutilizable y bonito para llevar el agua durante excursiones al campo. La hemos desarrollado este año y está teniendo mucho éxito”.

Larga vida al Botarrón

Lamentablemente, hay otros formatos cuyo futuro pende de un hilo como el odre, aquel pellejo que El Quijote pincha en uno de sus capítulos, y el motivo es que ya no se consigue la piel adecuada. “Ahora en los mataderos modernos cuando despellejan un animal lo hacen abriendo y queda una piel tipo alfombra. Para un odre se necesita desollar el animal entero, tirando, luego se hacían las ataduras donde tenían las patas y en la cabeza se ponía el tapón. Sí que nos lo siguen pidiendo para recreaciones en museos o adornos en bodegas… pero no conseguimos muchas pieles adecuadas”.

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La alternativa al odre es el Botarrón y gracias a las tendencias imperantes en coctelería parece que va a tener una larga y fructífera existencia. “El Botarrón es como el hermano pequeño del odre imitando a una pequeña cuba -cuenta David-. Antes se vendía para pequeñas bodegas pero ahora lo puedes encontrar en hoteles de lujo de todo el mundo porque lo utilizan mucho en coctelería para hacer maceraciones de diferentes alcoholes y hierbas. En España no está muy valorado pero lo puedes encontrar en hoteles de lujo como el Belaggio de Las Vegas o el Burj Al Arab de Dubai. Mario Hofferer, que ha ganado varias veces el premio al mejor coctelero del mundo, utilizó varios botarrones y varias botas nuestras y ahora, muchos cocteleros los utilizan”.

Mantener siempre perfecto uno de sus recipientes, ya sea para vino o para cualquier tipo de líquido, es sencillo. “En una bota de vino simplemente hay que enjuagarla con agua cada vez que haya cambio de vino y, si no se va a usar durante mucho tiempo, recomendamos quitarle el vino sobrante y dejarla con una copita de coñac o ron negro para que no salgan mohos interiores durante el tiempo que no se está usando. En una bota para agua u otros líquidos simplemente hay que enjuagar con agua y cuando la volvamos a utilizar tirar el agua, enjuagarla y ya está. Igual a una botella reutilizaba que se usan ahora”.

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La situación sanitaria actual ha hecho que recipientes como la bota vuelvan a estar en el centro de atención. “La bota, el botijo o el porrón son vasijas que se beben a chorro. Se inventaron para evitar compartir vasos y botellas y así antiguamente se evitaban muchas enfermedades”, finaliza David. A pesar de todo, las personas somos seres sociables y necesitamos del contacto de los demás y la bota te hace es ser más sociable, algo que es un punto más a su favor. "Cuando sacas una bota en la montaña al final siempre haces algún amigo porque le das de beber y compartes”.

'BOTAS DE VINO JESÚS BLASCO' - Travesía del Puente del Tinte, nave 3. Tel. 949.39.14.97

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