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El tiempo se detiene al besar la cima de la Atalaya para realizar un retrato selfie de altura sobre una estructura de 50 metros, construida en 1921. Durante el atardecer, el sol nos ilumina el rostro y la ciudad se extiende al mar, generalmente con viento, por lo que es aconsejable un accesorio tipo 'palo' que afirme la cámara con seguridad y tener el pelo recogido. A falta de palo, debemos colocar el brazo de manera que no proyecte sombras sobre los rostros.
Si las alturas no son lo tuyo, las vistas siguen siendo espectaculares desde cualquiera de los miradores del Parque y del Templo del Sagrado Corazón de Jesús, con acceso libre. El parque se inauguró en 1901 con el funicular como principal atracción, conectando el pico más alto del Corserolla con los barceloneses, ofreciéndoles unas vistas hasta entonces desconocidas para la mayoría. Poco a poco se fueron sumando otros iconos del Parque como el Avión, que se impulsa por su propia hélice y cuyo diseño es una réplica de la primera aeronave en realizar el trayecto Barcelona-Madrid, y la recientemente estrenada rueda panorámica, bautizada Giradabo.