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Poco antes de las cinco de la tarde numerosos visitantes se acercaban, con sus entradas adquiridas a través de internet, a la puerta principal de los Jardines del Palacio Real. Hace solo unos días se supo que las fuentes de la Granja de San Ildefonso volverían a sonar este año y los pases para este 30 de mayo se agotaron rápidamente. Eran muchos los que querían ver este espectáculo que ha tenido que esperar casi dos años para repetirse. En 2019, fue una importante sequía y el peligro de incendios forestales lo que forzaba a ahorrar agua; en 2020, las restricciones impuestas por el coronavirus se hacían notar también en el Real Sitio. De hecho, esta puesta en marcha ha estado marcada por las medidas de seguridad que aún exige la pandemia. [VEA MÁS IMÁGENES DE LAS FUENTES FUNCIONANDO]
"El aforo se ha limitado a 200 personas (frente a las 4.000 que podían alcanzarse en años anteriores en uno de los tres días más importantes) y recordando a los turistas que deben respetar siempre la distancia de seguridad", explica Luis Vallejo, encargado general de Patrimonio Nacional, orgulloso del regreso de las aguas a las fuentes, pero recalcando que aún no nos podemos relajar frente al virus.
La inmensidad de los jardines, a veces tan grandes que se transforman en bosques, permite seguir el recorrido con la garantía de evitar las aglomeraciones. Y eso pese a que el itinerario, que dura poco más de una hora y media, se hace de una fuente a otra prácticamente en grupo. Los días especiales como este 30 de mayo (San Fernando) –el 25 de julio (Santiago) y 25 de agosto (San Luis)– la ruta es más larga y discurre por siete fuentes.
En La Selva, donde arranca, poco antes de las cinco de la tarde los asistentes comienzan a descender la doble escalinata que lleva hasta esta representación de los dioses romanos Pomona y Vertumno. A las 17.30, solo se oye el brote inicial y tímido del agua frente a un público aún más contenido que los caños. Igual es la magnificencia de este grupo escultórico dispuesto en bancadas lo que impone el silencio en un primer momento, hasta que los chorros van imponiendo su belleza con un baile de ondas sobre el agua.
La Carrera de Caballos aguarda tranquilla su segundo puesto. En su inmenso estanque de forma rectangular, recibe a los espectadores Neptuno desde el centro, con ese color imitando al bronce tan característico con el que se pintaron todas estas esculturas de plomo. A su lado, otros grupos escultóricos aportan sus chorros, como caballos marinos que se revuelven en el agua para aportar juegos impresionantes. La sorpresa se desata en esta fuente cuando se ponen en marcha los niveles superiores y la vista no alcanza a disfrutar de toda su magnitud.
Cada torre de agua danzando en los estanques despierta la curiosidad sobre esta obra de ingeniería hidráulica concebida hace tres siglos, por el rey Felipe V, y que sigue funcionando perfectamente y arrancando los aplausos de los visitantes.
Cuando el turista llega a Canastillo, la tercera parada, se puede sentir un poco decepcionado por la sencillez del conjunto, y sin embargo, cuando arrancan los chorros, uno vuelve a recordar esos 14 kilómetros de tuberías originales instalados para seguir impresionando hasta el día de hoy. El surtidor central, con toda su potencia, marca el baile de este juego, que empieza a subir cuando los encargados de abrirla le dan fuerza, y desciende después para darle paso al resto de caños que lo rodean y se elevan formando una sombrilla de agua. En Canastillo, la entrega del público empieza a ser total.
Una plaza forma la conocida como Ocho Calles. Y son ocho, efectivamente, las fuentes que esperan. Cuando se disponen a abrirlas, una protesta, parece atascarse, para acto seguido liberarse y comenzar a desparramar el agua con fuerza y naturalidad, como si no llevara casi dos años parada esperando a lucirse en todo su esplendor, exactamente para lo que fue concebida.
El reducido grupo de turistas afortunados se mueve ligero de una a otra. De todas ellas quieren fotos antes de que las fuentes vuelvan a secarse y haya que seguir el recorrido hasta la siguiente parada.
Se agradece la sombra que dan los árboles en el camino que conduce hasta Ranas porque cuando sale el sol, calienta con alegría. Esta fuente es considerada una de las joyas de la corona. Donde el sistema hidráulico del siglo XVIII, sin motores, desafía la gravedad en una danza de chorros que se elevan o curvan para dibujar formas casi perfectas. Cuando el sistema alcanza su máxima potencia, las esculturas se esconden tras un manto de nebulosa acuática y los espectadores más precavidos aprovechan para sacar sus paraguas y evitar empaparse.
Con la emoción aún de las Ranas, aparece los Baños de Diana para volver a subir los ánimos. El agua se desparrama desde un jarrón superior y dos laterales, reforzados por los chorros que sueltan dos leones. Cae sin miedo sobre diferentes niveles formando cascadas que embellecen aún más el conjunto escultórico que acompaña a la diosa. Por algo esta fuente tiene su propio recorrido nocturno –de 22.30 a 23.30– e iluminado todos los sábados de julio y los tres primeros de agosto.
El recorrido de esta puesta en marcha llega a su fin en La Fama. Felipe V quiso demostrar todo su poderío con este conjunto de fuentes, pero fue con La Fama con la que alcanzó el tiro más alto. Unos 47 metros de agua elevándose y a merced de los vientos. ¡Ojo, porque esta cala! Lo avisa el responsable de arrancarla entre carcajadas: "Esta moja según para donde vaya el viento y aquí no hay salvavidas". No llega a ahogar y, cuando salpica, los gritos son más de alegría. El aplauso final, digno y merecedor de los 22 meses de espera.
Ver este recorrido completo, que os acabamos de contar, de las siete fuentes solo se puede ver tres días al año: 30 de mayo (San Fernando), 25 de julio (Santiago) y 25 de agosto (San Luis). Pero, tranquilidad, existen otros dos recorridos principales que se alternarán semana a semana y que exhibirán el encendido de cuatro fuentes por día los miércoles, sábados y domingos, a partir de las 17:30 horas. El primer recorrido comenzará el 2 de junio, con juegos de agua en las fuentes de Canastillo, Ranas, Baños de Diana y La Fama, mientras que el segundo se activará la semana siguiente, con espectáculos en las fuentes de Canastillo, Ocho Calles, Ranas y La Fama. La temporada de fuentes finaliza el 25 de agosto.
Además, para los más nocturnos, está el evento de la fuente de Baños de Diana. Se trata de un recorrido iluminado que podrá disfrutarse todos los sábados de julio y los tres primeros sábados de agosto, de 22:30 a 23:30 horas.
En encendido de las fuentes sigue un recorrido cerrado. Cuando el público llega a la primera fuente, los responsables del sistema la ponen en marcha. Durante cinco minutos, aproximadamente, el agua brota con fuerza y las cámaras de los móviles enloquecen. Cuando la fuente se apaga, los visitantes se dirigen a la siguiente y el espectáculo vuelve a empezar. Es decir, hay que ser puntual y seguir las indicaciones de la organización.
La ruta completa por las siete fuentes dura aproximadamente una hora y media. Más que por el espectáculo acuático por los desplazamientos entre fuente y fuente. Aunque los paseos resultan muy agradables, acordes a unos Jardines de palacio.
Este año, 2021, debido a la situación excepcional impuesta por la pandemia, las entradas solo pueden adquirirse a través de internet, en la página web del Real Sitio.
Según explica Patrimonio Nacional, los días de funcionamiento de fuentes, el acceso a los Jardines será gratuito hasta las 15.00, momento en el que se evacuará el recinto para proceder a su reapertura, a partir de las 15.30, con acceso exclusivo para quienes hayan adquirido su entrada específica de la Temporada de Fuentes. El precio es de 4 euros. Finalizado el acto, se reestablecerá la entrada libre a los Jardines hasta su horario de cierre.
Un paraguas se agradece si uno no quiere acabar empapado en Canastillo, Ranas o La Fama. O, simplemente, para aguantar el chaparrón mientras se hace la foto. Aunque, si elige días de mucho calor, el agua de la fuentes se agradece. Esto, al gusto de cada uno.