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Fallas 2021

Guía para las Fallas de Valencia 2021

Unas Fallas distintas para disfrutar igual

Actualizado: 31/08/2021

Fotografía: Eva Máñez

Las Fallas de Valencia 2021 van a ser atípicas por la fecha -del 1 al 5 de septiembre- y por las restricciones -sin pasacalles, sin multitudes, con distancia-. Pero, en todo lo demás, el alma de la fiesta va a permanecer intacta. Hemos preparado un recorrido especial de la mano de Marina Civera, Fallera Mayor de Valencia en 2019, la última que pudo reinar. Esta odontóloga de 27 años le quita hierro a las quejas contra la fiesta, la vive en plenitud y sabe qué hacer, dónde comer, qué visitar. En definitiva, Marina nos guía a través del plan perfecto para ser feliz en Valencia durante esta semana tan particular.
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El 2020 también fue un año sin Fallas como tales: hubo hasta el 10 de marzo, hubo Cridà, mascletaes, cabalgata del ninot, pero a apenas nueve días de la fiesta se cancelaron por la pandemia global. A lo largo del siglo XX, solo durante la guerra civil se había suspendido la fiesta. Este septiembre de 2021 será la primera vez en la historia en que las Fallas se celebran fuera del mes de marzo. Los falleros de pro lo esperan con un entusiasmo total, pese a que no serán normales, por razones obvias. Pero serán, que es lo que ellos desean. Defenderán la fiesta con sus restricciones, con su normativa. Sin perder el espíritu lúdico ni la alegría.

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De todos esos valencianos entregados a la tradición que podíamos elegir para que nos contaran cómo van a ser, qué hay que hacer si vienes, qué se siente si las llevas en el alma y qué será lo mejor que vayan a encontrar los que lleguen a la ciudad, tenemos a una mujer especial: Marina Civera Moreno, de 27 años, la Fallera Mayor de Valencia de 2019, el último año en el que la fiesta fue la fiesta tal cual. Cuando nació, su madre, fallera también, la apuntó a la falla. Y desde entonces, desde siempre pues, junto a su hermana Paula, vive la festividad con una mezcla de naturalidad y pasión que resultan difíciles de entender si no las llevas dentro.

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En esta guía hicimos una ruta atípica para unas fallas tradicionales. Ahora le pedimos a Marina que nos cuente la fiesta desde dentro, que nos hable de lugares, cosas, tradiciones, manías, para que todo eso sirva de guía a los que van a acercarse a la ciudad en septiembre, un mes insólito para la celebración. Serán unas fiestas distintas, más culturales, más sosegadas, con todas las medidas necesarias, pero, dice Marina, odontóloga de profesión, igual de luminosas. Marina -que fue Fallera Mayor Infantil de su falla en 2005; Corte de Honor Infantil en 2006; Fallera Mayor de su falla (Falla Barri Sant Josep) en 2018, y Fallera Mayor de Valencia en 2019 (esto es un pleno al 15, para quien no lo sepa)- defiende bien el alma de la fiesta, está segura de lo que falta, discute las quejas sobre las desmesuras de cada mes de marzo, apuesta por unas mujeres falleras que ya no sean floreros, con voz propia.

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Las Fallas son una fiesta con varios verbos principales: caminar, escuchar, comer, mirar. Nuestra guía particular los domina todos y tiene sitios, rutas, para cada uno de ellos. Arrancamos estas celebraciones de septiembre, ajustadas al contexto, a las normas de la hostelería, de toques de queda, de concentraciones de menos de diez personas, que van a afectar a la fiesta, pero que no tiene por qué impedir su disfrute.

El desayuno y a caminar

“Lo peor de este 2020 fue dejar de ver a la gente. Las Fallas son cohesión, si no nos juntamos no existe nada, se acaban las fiestas”, dice Marina. Y todo empieza, aunque sea un tópico, con un desayuno muy de estas fiestas. “Propongo un chocolate con buñuelos de calabaza en la 'Buñolería Fabián', en el barrio del Ensanche, en la calle Císcar, 5”. Está en el centro de la ciudad, merecen la pena las colas e incluso el precio más elevado. Es un sitio carismático, que no ha perdido fuelle, que nunca defrauda. Cuidan el producto, sobre todo.

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Las Fallas son una fiesta de a pie, de andar, de patear y descubrir la ciudad, así que Marina nos recomienda, tras los buñuelos, perseguir los monumentos. Así es como se pude ver cómo se montan, buscar barrios concretos con muchas esculturas concentradas, como Russafa o el Ensanche, y visitarlos sin prisa, paladeando.

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En el camino, este año, no nos vamos a encontrar pasacalles con falleras desfilando y bandas de música tocando pasodobles, que es un espectáculo hermoso de veras. “Una de las cosas que más echo de menos es vestirme de fallera”, reconoce Marina. Así que es posible que para este momento ya esté en perfecto estado de revista. El traje es una fiesta en sí misma, verlo, tocar las telas... Es imposible apartar la mirada.

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Parada para el almuerzo

¿Hemos dicho ya que en las Fallas casi todo se celebra comiendo? El almuerzo, otro hito en la gastronomía de la ciudad, nos espera. Marina recomienda el bar 'Ricardo' -hablamos aquí de él- (Carrer del Dr. Zamenhof, 16), por ejemplo, con más de 50 tapas y 20 platos de marisco, una carta de cervezas imbatible y, sobre todo, su momento almuerzo con la carta que propone más de 31 bocadillos a elegir y una última posibilidad: “Pida el bocadillo a su gusto”. Otro lugar de nuestra guía: la tortilla de patatas del bar 'Alhambra' (Carrer Calixto III, 8), otro lugar imprescindible de la ciudad para el almuerzo. Cerró sus puertas tras la pandemia, pero regresó con fuerza y ahí sigue. Cualquier tortilla que se te ocurra, la tienen, pero la de patatas es mítica.

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“Otros lugares para almorzar, la 'Bodega La Pascuala' (Carrer del Dr. Lluch, 299), en el barrio del Cabanyal”, al ladito de la playa de la Malvarrosa, con sus bocadillos kilométricos y suculentos. “O en el barrio de la Plaza Xúquer -muy fallero, por cierto-, el bar 'Bocho' (Carrer del Serpis, 1). Un bar de toda la vida, conocen a los falleros, no hay que mirar ni la carta, es un lugar tradicional, entrañable. Hay que sentarse y pedir, además del bocata, los cacaos (nuestros cacahuetes) para pelar y las olivas”.

Otra propuesta para el almuerzo es el 'Bar Mistela' (Carrer de Riu Nervión, 11). Está en un barrio periférico de la ciudad y se ha convertido en poco tiempo en un sitio que homenajea la cultura del almuerzo valenciano -organiza eventos alrededor de esta costumbre local tan propia, tan única-. Propone el bocadillo súper masclèt, del que no vamos a hacer spoilers, mejor ir y probarlo.

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La mascletà con el aperitivo

En un año normal, sin restricciones, Marina propondría ir hacia la plaza del Ayuntamiento “a coger sitio para la mascletà. Y mientras esperas, tomarte una cerveza en cualquiera de los bares de la calle Correos, por ejemplo”. Este es uno de los momentos claves de la fiesta, esos cinco minutos posteriores a las dos de la tarde, sagrados y estruendosos. Son cinco minutos gloriosos, de los favoritos de Marina -y de muchos de los valencianos que no somos falleros-, que este año no se darán en el lugar de siempre, la plaza principal de la ciudad. Pero, a cambio, habrá pequeñas mascletàs en los distintos barrios con más arraigo hacia las fiestas, por sectores, para que no haya aglomeraciones.

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“Las Fallas son de rituales que hacen a la gente sentirse como en casa. La experiencia de la mascletà, que consigue que se pare el mundo durante esos cinco minutos, es una experiencia efímera que disfruto mucho”, apunta Marina. “En esos 20 segundos finales, no se puede no ser feliz”, asegura.

Desde siempre es la Fallera Mayor la que ordena el inicio de esa explosión de pólvora. Es una alegría colectiva, un momento en el que “tienes una sensación de pertenencia, que sin ti no empieza”. Ella lo pudo hacer esos 19 días de marzo del 2019, desde su puesto de representante de las fiestas. “¿Está un poco en entredicho ese papel?”, le preguntamos. Y ella, con esa seguridad que dejó patente durante su reinado -levantó el brazo en el balcón del Ayuntamiento el día 8 de marzo con un brazalete violeta, en solidaridad con las mujeres-, lo defiende. “La figura representa la ciudad, has de saber estar, codearte con altos cargos, tener cultura... Puede parecer que algunas cosas son superficiales, pero yo creo que las nuevas generaciones han cambiado mucho las cosas desde dentro; ha habido una evolución”, asegura.

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A comer, a la sobremesa y a patear

Fallas y gastronomía, ya lo hemos dicho. Se le dedica mucho tiempo a disfrutar de esto. “Todo se celebra quedando a comer. Y propongo un lugar en el Ensanche: 'Goya Gallery Restaurant' (Carrer de Borriana, 3). Un sitio emblemático, que mezcla tradición y modernidad. Una paella valenciana o un arroz del senyoret, cualquier opción es buena. Y después, para la sobremesa, recomiendo probar un licor de arroz o una mistela, o cualquier otro licor valenciano, con un buen trozo de coca de llanda en el 'Cremaet' (Avinguda del Port, 20), por ejemplo, un sitio nuevo cerca del puerto”.

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No dejamos el centro de la ciudad y Marina nos propone otro lugar para comer: el 'Pelayo Gastro Trinquet' (Carrer de Pelai, 6), “comida valenciana tradicional junto a la Falla Convento Jerusalén. Y visitarla luego, es una falla con múltiples primeros premios”. Hablamos de él cuando arrancó, de este lugar recuperado para la gastronomía, que sigue viento en popa.

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Este año las carpas, los casales falleros, podrán albergar menos gente, no habrá posibilidad de concentraciones, así que será el año, aún más, de los bares. “Yo creo que el turista de este año estará más atento a las Fallas, a lo mejor de la fiesta, a su sentido. Serán más culturales”, nos cuenta Marina. Tras esa sobremesa, nuestra guía propone una siesta -si no hay toque de queda, la noche será larga, aunque no tanto como otros años, y de jolgorio, aunque ajustada a las restricciones del momento- y levantarse nuevo para seguir pateando la ciudad y descubriéndola.

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Y hay otro plan recomendado: si uno decide acercarse al Museo Fallero a ver los ninots históricos -que es algo que siempre agradecen mucho los turistas de fuera; merece la pena el espectáculo-. Puedes comer en 'Pilsener', junto al río, cerca del museo, un lugar muy bueno para tomar arroces.

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La tarde y la horchata

Ir a la Plaza del Árbol, en el barrio del Carmen, a ver el cant de l’estoreta, a visitar las torres de Serranos -que te dan la bienvenida-, ver la basílica, el tapiz de flores de la Mare de Déu, detenerte en los puestos de pasamanería de la Plaza Redonda -uno de los lugares más curiosos e insólitos de la ciudad- y pararte en la horchatería 'Santa Catalina' (Plaça de Santa Caterina, 6) o 'El Collado' (Carrer d'Ercilla, 13), en pleno barrio histórico, a tomarte la proverbial horchata con fartons.

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Este es el recorrido del atardecer que propone Marina. “Durante todo este paseo te vas a ir tropezando con las fallas, te cruzas con los monumentos, con las falleras. Yo recomiendo no planificar nada, dejarte llevar, dejar la puerta abierta, improvisar y, desde luego, caminar y caminar por toda la ciudad”.

Con las alertas puestas para dejarte sorprender te encuentras en plena tarde, en cualquier barrio con tradición, una banda de música o un concierto de tabalet i dolçaina. “Hay que buscar la música, perseguirla durante todo el día. Es una de las cosas más propias, más auténticas de la fiesta”.

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La cena para rematar un día fallero

Frente a la Falla Plaza del Mercado Central -una zona muy fallera; por cierto, es la falla más antigua de Valencia, la número 1 en el censo de la Junta Central Fallera-, está el bar 'Boatella' (Plaça del Mercat, 34), que es uno de los sitios que nos propone Marina para acabar el día gastronómico. Antes hay que ver la Lonja, que está pegada y es un lugar de visita obligada, el mercado.

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Otro lugar recomendado: el 'Bar Kiosko' (Carrer dels Drets, 38), bar de la Plaza del Dr Collado justo en un callejón frente al mercado, en pleno casco antiguo. “Un bar de barra metálica, un sitio con mucha vida, que viene de paso a todo, que está cerca de todo”. Otra propuesta, sin salir de este núcleo fallero es 'Vaqueta Gastro Mercat' (Carrer de Sant Ferran, 22), a cinco minutos andando del Ayuntamiento. Se mezcla lo tradicional y la vanguardia”.

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Aquí estaría pues, resumido, el plan de fiesta perfecto para Marina: “Lo primero que voy a hacer será bajar al casal, para volver a ver a la gente, y empezar a disfrutar del día entero. Ver la mascletà en el barrio, quedar con los amigos, que el día sea soleado. Querría noches sin vandalismo, sin falta de control, con turistas respetuosos que quieran vivir con emoción las fiestas. Ver la ofrenda, que este año también será distinta. Parar en el Museo de la Seda, patear la ciudad. Comer, cenar, picar, disfrutar, dejarte llevar”.

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