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Rosaledas - Retiro

Jardines con las rosas más bellas

Todo lo que querías saber de las rosas y no te atrevías a preguntar

Actualizado: 09/07/2020

Fotografía: Sofía Moro

Aprovechamos esta ruta de rosaledas urbanas por Madrid, que albergan algunas de las especies más espectaculares del mundo, para bucear en este apasionante universo de extraordinarios aromas y colores. Dos expertos nos descubren todos sus secretos para que, la próxima visita a una rosaleda sea mucho más sorprendente.
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Gracias a su diversidad, a su belleza, a su universalidad, a su simbología y a su historia, entre otras cosas, a la rosa se la reconoce como la reina de las flores. Miles de profesionales se dedican a su cultivo y a buscar nuevas especies –llamados obtentores– en todo el mundo y tienen espacios única y exclusivamente dedicados a ellas para exhibirlas en todo su esplendor.

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De estos jardines, más específicamente llamados rosaledas, hay varios tipos. "Tenemos la 'de exhibición', situada en numerosos jardines públicos, donde se organizan anualmente concursos de nuevas variedades entre los obtentores del país o a nivel internacional. También hay rosaledas 'de colección', donde se recogen, a modo de jardín botánico, especies y variedades de rosas de características específicas. Y, por último, las 'de exposición o lúdicas', concebidas para el disfrute de los visitantes, aunque cualquiera de los tipos anteriores reúne esta propiedad", asegura Matilde Ferrer, Presidenta de la Asociación Española de la Rosa (AER) y obtentora de nuevas variedades.

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Pero, antes de meternos en materia, hay que conocer cuáles son las características de esta especie tan admirada. "Los rosales son plantas leñosas cuyo principal atractivo es el colorido y perfume de sus flores. En general, son de fácil mantenimiento y pueden durar muchos años, al contrario que las plantas de flor de temporada, que deben ser renovadas anual o bianualmente. En las ciudades soportan muy bien la contaminación. Al contrario que para las personas, el CO2 favorece su vegetación y aumenta su floración.

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Además, soportan bien tanto el frio invernal, que beneficia el aumento de reservas en la planta, como el calor estival. Tan solo requieren un suelo bien drenado y, como cualquier otra planta, el riego y abonado adecuado para cada época del año. En resumen, los rosales son arbustos perfectos para los parques y jardines públicos de las ciudades". Matilde nos describe a un auténtico todoterreno de la botánica.

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La tradición de las rosaledas está muy arraigada en Europa, donde se las puede contemplar durante todo el año. Entre las más importantes está la de Bagatelle (París), que toma el nombre de una localidad campestre en la que, durante los primeros años del siglo XVIII, los altos cargos del Estado francés pasaban temporadas de descanso. Aquí se celebra el Concurso más importante del mundo cuya primera edición se celebró en 1907.

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Otra ciudad francesa, Lyon, cuenta con la rosaleda del El Parc de la Tête D’Or. Este enclave merece atención porque, según cuenta Matilde: "Ha visto nacer a hibridadores famosos (Pernet, Ducher, Guillot, Meilland o Gaujard y, en 1926 instituyó el concurso destinado a premiar anualmente la rosa más bella de Francia. Aparte de estas, muchas otras ciudades de todo el mundo celebran concursos de rosas nuevas: Roma (Italia), Roeulx (Bégica) o Baden-Baden (Alemania)".

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No es de extrañar que las rosaledas se hayan convertido en un lugar de peregrinaje turístico, incluso en España. "En Barcelona están la Rosaleda del Parque Cervantes, donde se celebra el famoso Concurs Internacional de Roses Noves, el Roserar Amargós o el Jardí Botànic; en Valencia la Rosaleda de los Jardines del Real, la Rosaleda de la Ciutat de les Arts i les Ciències, Roserar del Parc Central o la Rosaleda del Jardí Botànic de la Universitat; en Granada la Rosaleda del Parque Federico García Lorca; en Alcalá de Henares, la Rosaleda Angel Esteban, en el Jardín Botánico de la Universidad; en Valladolid la Rosaleda Andrés Sabadell, Rosaleda de Campo Grande; en Sant Feliu de Llobregat el Roserar Dot i Camprubí; en Reus el Roserar Joaquima Gallisà…", enumera Vicente García, arquitecto urbanista y diseñador de jardines.

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En Madrid están la Rosaleda del Parque del Oeste o Ramón Ortiz, donde cada año desde 1956, se celebra un Concurso Internacional de Rosas Nuevas. La del Parque de El Retiro, diseñada por Cecilio Rodríguez, Jardinero Mayor de la Villa, en 1915 siguiendo las modas afrancesadas de la época. También está la del Real Jardín Botánico, con una interesante colección de rosas Antiguas. Y también las Rosaledas del Parque de El Capricho, la de la Quinta de los Molinos y la de San Francisco, justo al lado de la Iglesia de San Francisco El Grande que cuenta con un mirador con vistas al Oeste de la ciudad y con unas espectaculares puestas de sol.

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Los expertos aconsejan la visita a estos lugares tras los certámenes porque permiten conocer las nuevas tendencias y novedades "fruto del esfuerzo de investigación y selección de los hibridadores (o breeders) de todo el mundo" –puntualiza Matilde–. El proceso de obtención de nuevas variedades es complejo y requiere tiempo y sistematicidad además de instalaciones que permitan los ensayos, pruebas y selección requeridas para ello. Se necesita disponer de variedades escogidas para ser utilizadas como parentales. Saber qué objetivos se persiguen. Y paciencia y suerte.

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"La media de tiempo para obtener una buena variedad es de unos diez años y se suelen hacer una media de 20.000 cruzamientos para obtener unas 20 variedades aceptables para someterlas a prueba. El recibir un premio internacional supone una gran satisfacción personal, un reconocimiento profesional y la sensación de estar al mismo nivel que otros obtentores extranjeros con un mayor historial". Además de admirar las novedades florales, las rosaledas también sirven para ampliar conocimientos.

Una rosa no es solo una rosa

Una rosaleda, se encuentre donde se encuentre, invita a aprender y lo primero que debemos hacer es educar nuestros sentidos del mismo modo que los enólogos hacen con el vino. "Cuando entremos en una Rosaleda, nuestra vista nos dirigirá a aquellas rosas (la flor) que por su color y forma nos atraen más –aconseja Macarena–. Después del primer impacto visual, instintivamente nos acercaremos a las rosas para olerlas. Después entraremos en detalle: la forma de la planta, las características y abundancia de su follaje, las formas, los colores y tamaños.

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En cuanto a la flor, a las rosas, nos fijaremos en el número de pétalos (si son simples –con 5 pétalos– o dobles o incluso plenas), en su color y forma. Veremos también si muestran sus estambres y su colorido y atractivo (existe una relación directa entre el número de estambres y el de pétalos). También nos fijaremos en la abundancia de rosas en cada planta y la manera de agruparse, o no, en los tallos (ramilletes o unifloras). Su perfume, importantísimo, sobre todo en las rosas de tamaño grande y unifloro…".

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En definitiva, si queremos sacar el mayor partido a la visita de una rosaleda, deberemos dedicarle tiempo, sobre todo si tenemos intención de profundizar más en el tema y descubrir las diversas especies, principalmente aquellas de las que nacen todas las contemporáneas y de las que Matilde nos hace un repaso. "En cuanto a las especies y variedades de rosas silvestres y antiguas deberíamos prestar atención a la Rosa phoenicia, posiblemente la más antigua; las Rosas gallicas entre las que se encuentra la R.gallica 'Officinalis', muy utilizada por la antigua farmacopea; las Rosas damascenas, muy perfumadas y que se utilizan para la obtención de esencia; la Rosa eglanteria, de la que se extrae el aceite de rosa mosqueta; la Rosa alba; la Rosa moschata, muy florífera; la Rosa centifolia, con gran número de pétalos; la Rosa musgosa, una mutación de las anteriores con musgo perfumado en sus flores o la Rosa sempervirens, un rosal sarmentoso de hoja perenne.

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También están las Rosas chinensis, de origen chino reflorescentes y perfumadas; la Rosa banksiae, igual de origen chino, trepador, de exuberante floración en primavera y la cual suele anunciar; la Rosa chinensis 'Mutabilis', vigorosa y resistente al frío con flores que cambian de color; la Rosa chinensis 'Viridiflora', una 'curiosidad' con pétalos de color verde; la Rosa rugosa, de origen japonés, que destaca por la singularidad de su follaje y de sus frutos en otoño; la Rosa wichuraiana, también de origen japonés, muy vigorosa con hojas coriáceas y flores con luminosos estambres muy atractivos para las abejas; la Rosa palustris, originaria de América del Norte, muy interesante para su cultivo en humedales…". En definitiva, todo un mundo que merece la pena explorar en profundidad.

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El espacio perfecto

Muchas de las rosaledas de nuestras ciudades datan del siglo XIX. Algunas de ellas sufren de problemas importantes, como la ausencia de abejas, indispensables para la polinización, de sequía o de alta contaminación… ¿Son ahora las rosaledas urbanas espacios adecuados para la la floración de los arbustos? Está claro que requieren de elementos esenciales para un mantenimiento óptimo y preferiblemente, sostenible.

"Deben tener una distribución adecuada al tipo de rosaleda de que se trate: de exhibición, de colección, o de exposición –asegura Vicente–.Y, dentro de estos tipos procurar que sean lo más funcionales posible, tanto en sus contenidos, como en su manera de exponerlos. Es importante garantizar, desde el propio diseño inicial, su fácil mantenimiento. Para ello, la elección del lugar es muy importante (soleamiento, microclima local, vientos, etc). El genius loci, la singularidad del lugar debe tenerse muy en cuenta para tener una rosaleda con personalidad propia".

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Además, debe tener espacios cómodos para el paseo, pero también para el descanso, la contemplación y la reflexión. "Una rosaleda necesita principalmente sol. Pero también sombras. Los rosales pueden convivir con espacios arbolados. Posiblemente aquí estribe la deseable modernidad de propuestas futuras: introducir el rosal en el interior de los parques urbanos de una manera natural, y que aporte a los mismos la gran biodiversidad que las rosas tienen.

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O, dicho de otra manera: liberar al rosal del confinamiento de los recintos clásicos de las rosaledas al uso –prosigue el experto–. Otro tema de interés en cuanto a la sombra en las Rosaledas se refiere a las grandes posibilidades que ofrecen las numerosas variedades sarmentosas y trepadoras para cubrir grandes líneas estructurantes de sombra mediante pérgolas con rosales".

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Una pasión que crea afición

No está de más darse una vuelta por la rosaleda de la localidad que visitemos. Incluso con frío, porque las rosaledas de invierno son muy especiales. "El encanto de las rosas en invierno son sus frutos, de diferentes tamaños, formas y colorido: rojo, naranja, incluso negro. Es un espectáculo observarlos. También es muy interesante prestar atención a sus diferentes portes y tamaños: arbustos erectos, arbustos que balancean sus tallos mostrándonos las espinas de formas y tamaños diferentes, así como los colores de la madera de sus tallos o ramas", asegura Matilde. Y es que, en el mundo de las rosas, también existen las modas.

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"La tendencia actual es cultivar rosas de fácil mantenimiento. Muy resistentes a plagas y enfermedades, que florezcan la mayor parte del año y que apenas necesiten poda. Un tema importante es que los estambres de las rosas atraigan a las abejas (polinización, biodiversidad, lucha contra el cambio climático, etc.) –enumera Matilde–. Y, aunque puedan parecer esenciales, los colores importan menos, van desde blancos, rosados, y naranjas a rojos.

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"La mítica 'rosa azul' no existe. Actualmente una tendencia en la jardinería pública es utilizar rosas de pocos pétalos, y estambres llamativos, que nos recuerden las rosas silvestres, pero que reflorezcan constantemente. También entre los obtentores se está investigando para conseguir rosales floribunda perfumados, cosa nada fácil, dado que el perfume es uno de los genes regresivos".

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El cultivo de la rosa es algo que engancha y puede convertirse en un hobby e, incluso, en un oficio. "En las conferencias yo siempre aconsejo a los aficionados que siembren frutos de rosales. Quien lo prueba, y consigue un nuevo rosal, obtiene muchísima satisfacción, porque se crea algo nuevo, diferente y único. Ocurre algo similar cuando se consigue, a partir de un esqueje, un rosal idéntico al comprado, obtenido con tus propias manos. Cultivar viene de cultura, por tanto, significa que tienes que observar y experimentar para conseguir que la planta esté bonita y florezca. Realmente el resultado es muy reconfortante".

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Y no hace falta tener un jardín para juguetear con esquejes. Las macetas de nuestro balcón son suficientes para empezar. Eso sí, siempre siguiendo las recomendaciones de nuestra experta: "Ahí funcionan muy bien los rosales. Es importante que el aficionado sepa elegir una variedad de rosa de crecimiento y tamaño mediano o pequeño y que florezca mucho. Dan poco trabajo y mucha satisfacción. Está comprobado que es muy gratificante, mejora tu estado general". Definitivamente… lo verde es vida y salud.

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