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¿Qué hace un museo ruso en Málaga? Es lo primero que puedes pensar al conocer su existencia. Quizá tenga que ver con que más de 90.000 ciudadanos rusos aterrizan cada año es este enclave de la Costa del Sol que se ha convertido en una "ciudad de museos", como estrategia de cambio y modernización.
No puede negarse el efecto positivo de la apuesta por el arte como distintivo, superando su dependencia del turismo de sol y playa con una apabullante presencia museística. Entre los que destacan por su número de visitas son el Museo Picasso, el Museo Carmen Thyssen y el Centro Pompidou, junto al Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana, el Museo Revello de Toro o el Museo Municipal.
Pero además, hay otro museo, igualmente notable en cuanto a inversión y contenido, que no disfruta del mismo reconocimiento. La Colección del Museo Ruso de San Petersburgo, conocido popularmente como el "Museo Ruso". Y este papel secundario tan solo tiene una explicación: su ubicación.
Está enclavado en Málaga oeste, en el barrio de Huelin y frente a las playas de la Misericordia y el paseo marítimo de Antonio Machado, alejado de los principales flujos turísticos que diariamente recorren el centro de la ciudad y el puerto. Existe una línea de autobús que da servicio al barrio, pero su emplazamiento no ayuda demasiado a su popularización, aunque los malagueños están comenzando ya a familiarizarse y a disfrutar con sus atractivas exposiciones. Al fin y al cabo solo le separan 4 kilómetros del Pompidou.
A pesar de este hándicap, el Museo Ruso de San Petersburgo destaca por sus peculiaridades. Para empezar, la sede de la colección resulta ser la antigua Real Fábrica de Tabacos, que data de 1929 y tiene un marcado carácter industrial, con ese estilo regionalista o historicista, tan propio de la época. Un edificio esencial en el tejido industrial de la Málaga del XIX, como lo era toda la zona de la Misericordia, donde se concentraban buena parte de sus fábricas, con las enormes chimeneas de ladrillo que hoy jalonan el paseo marítimo.
Este museo es la primera sede en Europa occidental del Museo Estatal Ruso, institución creada a finales del siglo XIX en San Petersburgo por el zar Nicolás II, y alberga la mayor colección de arte ruso del mundo, con cientos de miles de obras que ilustran todos sus periodos y tendencias. Se establece en Málaga en marzo de 2015, con una colección permanente de más de 100 obras que datan de los siglos XV al XX, lo cual resulta interesante y novedoso, ya que en una misma colección podemos disfrutar de casi todas las etapas del arte ruso. Desde sus antiguos iconos hasta las obras posteriores a la muerte de Stalin, pasando por el siglo XVIII, el Romanticismo. Tampoco falta la vanguardia constructivista y la época del realismo socialista o de partido, con sus escenas de jóvenes deportistas, trabajadores entusiastas y estampas militares.
Las exposiciones son un reflejo de la cultura rusa y son una oportunidad de acercarse a fondos de enorme valor como ha quedado patente en Arte ruso: de los iconos al siglo XX, Libres y decisivas; artistas rusas, entre tradición y vanguardia, La dinastía Románov o Radiante provenir; el arte del realismo socialista. Las exposiciones Kandinsky y Rusia, Kazimir Malévich o Schoenberg y Kandinsky han sido éxitos con gran repercusión.
Esta Real Fábrica de Tabacos, conocida como "Tabacalera" está siendo el lugar elegido por varias instituciones (la Universidad, el Ayuntamiento...) para desarrollar actividades de innovación y emprendimiento. Así, se amplía en muchos sentidos su original carácter industrial y se acerca el edificio a la ciudadanía. De hecho, junto al 'Ruso' se ha implantado otro atractivo museo en el mismo patio de entrada, el Museo Automovilístico y de la Moda, con 6.000 metros cuadrados que albergan una colección privada de casi cien coches antiguos y clásicos perfectamente restaurados, entre más de 200 piezas de alta costura.
El programa de actividades del Museo Ruso de San Petersburgo es muy completo y funciona ininterrumpidamente desde su creación, tanto el auditorio como sus tres salas de proyección, los talleres infantiles, la sala de lectura y la tienda, donde pueden encontrarse todos y cada uno de los catálogos de las exposiciones.
La intervención realizada en el edificio para albergar este museo es espléndida, ya que la rehabilitación es de una gran calidad arquitectónica. Obra del arquitecto Francisco Eguilior, se basa en una operación de "vaciado" interior que sorprende por inesperada, porque las fachadas no muestran en absoluto esta riqueza espacial.
Tras cruzar un bonito patio ajardinado convertido en plaza de acceso, al que vuelcan los diferentes edificios del complejo de Tabacalera, entramos en el Museo y disfrutamos de un vestíbulo de entrada espectacular, un espacio moderno donde se sitúa un amplio salón de actos y la zona de taquillas. En la planta primera se encuentran la tienda y la cafetería, desenfadas, alegres y seductoras, como parte de un espacio común que da acceso a las diferentes salas. Todo el diseño está muy cuidado, sin gestos grandilocuentes, una funcionalidad abstracta al servicio en todo momento del contenido museístico.
El director del Museo Ruso, José María Luna Aguilar, tiene gran capacidad de gestión cultural y es uno de los principales artífices de esta Málaga museística, dirigiendo también los equipamientos museísticos de la Casa Natal de Picasso y el Centro Pompidou. Uno de sus principales cometidos es el de conseguir aumentar el número de visitas, que, aunque ha ido creciendo estos últimos años no puede competir con el Museo Thyssen, Museo Picasso y Centro Pompidou, que ya forman parte de un recorrido institucionalizado ya como "imprescindible" para los miles de cruceristas que desembarcan cotidianamente en la ciudad.
Merece la pena desplazarse de este epicentro oficial de la cultura para visitar el Museo Ruso y el Complejo de Tabacalera. Podremos conocer así un poco más su relación con esa otra "Málaga" distinta a la del centro histórico, más moderna y popular en esta extensión por el litoral oeste, con un paseo marítimo espacioso lleno de modernos chiringuitos a pie de playa, entre las huellas de la Málaga industrial, ahora rodeadas de edificios residenciales de calidad. Es también muy apetecible el paseo por el cercano y bullicioso barrio de Huelin, tan arraigado en la tradición pesquera malagueña.