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La Niña Buzo lleva años -desde 2017, para ser exactos- decorando la fachada del número 8 de la calle José Gestoso de Sevilla. Y lo hace impresa en una inmensa lona amarilla de nueve metros de largo que ya se deja ver desde la céntrica calle Imagen. Como lanzando un canto de sirenas visual que difícilmente pueden ignorar los viandantes. Como advirtiéndoles de que, efectivamente, algo interesante se cuece en sus entrañas.
Porque con las famosas Setas como vecinas, y a un salto de las míticas Sierpes y Tetuán, este oasis cultural lo es también de la vida. La librería 'Caótica' se proclama como el rincón perfecto para apartar las prisas. Para dejar atrás, aunque sea por unos minutos, los problemas. Para compartir, debatir, aprender y deleitarse con el simple placer de la lectura: tan sencillo -y bonito- como eso.
Hoy, el símbolo de 'Caótica', esa Niña Buzo que ya es parte de la identidad de la ciudad, clama un mensaje contundente: los milagros existen. Porque esta librería independiente, una cooperativa sin ánimo de lucro formada por quienes aman y creen en la literatura, sufrió este año un duro revés que casi le cuesta la existencia: tras ver mermados sus ingresos debido a la crisis de los últimos años, recibió una orden de desahucio de la que le salvaron aquello socios y lectores que creían en ella. Hoy, 'Caótica', ha vuelto a resurgir de sus cenizas.
“Es un espacio cultural -porque está pensada como un espacio cultural- que se rebela contra nosotros y hace honor a su nombre. Pertenece a la gente, parece que tenga vida propia. Pero en el caos creo que está precisamente su encanto”. Quien nos habla es Maite Aragón, alma y una de los tres socios fundadores -junto a Joaquín Sovilla y Begoña Torres- de 'Caótica', quien nos recibe en cuanto traspasamos la puerta del local. Tras ella, plasmado en una de las paredes de la planta baja, un mapa del mundo y una de esas frases que se quedan grabadas en la memoria: “Somos el resultado de los libros que leemos, los viajes que hacemos y las personas que amamos”. Cuánta verdad en unas líneas.
Colmada de libros, la moto-carreta transformada en mesa, que tantos eventos ha protagonizado en la librería, preside la planta baja. Una librería que, en realidad, es mucho más que eso: a lo largo de sus cinco años de vida y de sus tres plantas, en 'Caótica' ha venido sucediendo de todo, desde presentaciones de libros a talleres o clubs de lectura, conciertos y tertulias.
Un proyecto cultural que se instaló en este edificio, utilizado anteriormente como tienda de muebles de segunda mano, como consecuencia de la gentrificación y de la presión inmobiliaria que les expulsó de otro de los barrios hispalenses de moda, la Alameda de Hércules. Allí estuvo durante varios años 'La Extravagante', su predecesora: la misma idea, pero con otra identidad. “El proyecto fue creciendo por una ambición siempre en la vocación del fomento de la lectura, y sobre todo en hacer un proyecto cada vez más grande de cara a la ciudad, tratando de poder ofrecer un espacio más grande, un fondo más grande y unas actividades de mayor proyección. Siempre intentando que fuera un crecimiento sostenible y un crecimiento muy pensado”, nos comenta Maite mientras subimos al ascensor que nos conduce hasta la segunda planta.
Es allí donde, precisamente, instaló Chema Rosa, en septiembre de este mismo año, su cafetería de especialidad, 'Vicentina', además de la nueva sección de cómics de Caótica, un sector en el que trabajó durante más de una década en el pasado. Una muestra más del constante cambio de la librería, en el que las nuevas ideas son siempre bienvenidas: “Nunca es dos veces la misma 'Caótica'”, nos dice Maite. Mientras varios clientes echan un vistazo a las últimas novedades, y nos dejamos abrazar por el agradable aroma a café, elegimos una de las mesitas para sentarnos y arrancamos un viaje en el tiempo que nos lleva a hablar de los orígenes del proyecto. A entender los cómos y porqués. Todo ello, por supuesto, sin que le falte a la conversación una pizca de nostalgia. Faltaría más.
Todo comenzó como el típico sueño adolescente, cuando Maite fantaseaba con, alguna vez, tener su propia librería de viajes. Los años pasaron, la vida le llevó por otros derroteros, hasta que un buen día se cruzó en su camino una persona en busca de una idea en la que invertir: ella lanzó la suya, y el destino -y el trabajo duro- hizo el resto. Así surgió en plena Alameda de Hércules la primera 'La Extravagante', un espacio de apenas 35 metros cuadrados en el que se desarrollaron miles de ideas. “Cuando se abrió la primera librería yo estaba de librera en la Fnac. Había sido regidora de escena en teatro y ópera, había estudiado música, me había ido a vivir a Puerto Rico y había vuelto. Lo de librera fue casi anecdótico. Dejé entonces mi trabajo allí, donde tenía contrato indefinido: era 2008 y la gente decía que estaba loca”, recuerda Maite.
Y lo hace con un brillo en los ojos especial, repleto de nostalgia, sabiendo que aquella locura cambió para siempre su vida: se lanzó de cabeza a una aventura que deseaba, pero que no sabía cómo podría acabar. “Fue una época dura, porque montar algo requiere muchísimo esfuerzo, pero fue maravillosa”. Después llegaría el segundo de los proyectos, para el que se mudaron a solo unos metros de distancia. “Necesitábamos crecer, no queríamos ir a un banco a pedir un crédito y necesitamos que las personas, quienes fueran que nos quisieran apoyar, lo hicieran a través de micromecenazgos. De pronto, el planteamiento, que podía parecer una locura e incluso irreverente, hizo que aparecieran 22 personas que estaban dispuestas a dar un capital en un momento de crisis extrema. Es una historia tremenda”, rememora.
Así fue como se inició ese espíritu cooperativo que ha definido al proyecto desde sus raíces. ¿Lo que ocurrió tres años después? Ya te lo hemos contado: el barrio se puso de moda, el alquiler subió estratosféricamente, y 'La Extravagante' tuvo que cerrar. Poco después, y a petición de muchos de sus acérrimos clientes, volvió a la carga tras la imagen de la Niña Buzo: así surgió 'Caótica'.
Deambular por los diferentes espacios de la librería, donde hay más hueco para aquellas obras que probablemente jamás veremos en las listas top de ventas, que para los bestsellers, es casi terapéutico. Tomar un libro, ojearlo, sentarse en la butaca mostaza de la primera planta a leer sus primeras páginas. Contemplar los lomos de las obras perfectamente ordenadas por editoriales -gran parte de ellas, independientes- en las estanterías...
No será difícil dejarse embaucar por las sugerencias de Joaquín, entretenido en cobrar a los clientes tras el mostrador. Mientras charla animadamente con todo el que se deje aconsejar, su acento desvela detalles de aquella Argentina de la que un día partió. “El tipo de clientela nuestra suele buscar siempre novela más intimista, más personal. Yo creo que es el tipo de literatura más recurrente aquí”, nos cuenta. Le preguntamos a Maite por algunas de sus recomendaciones más repetidas: "Del color de la leche, de Nell Leyshon, o Middlesex, de Jeffrey Eugenides, son libros que me han vinculado con muchos clientes que me recuerdan por esas recomendaciones”, admite.
Porque está claro que la atención viene a ser uno de los pilares clave de 'Caótica', donde la conexión entre librero y lector ha hecho que, a lo largo de los años, incluso se hayan forzado grandes amistades. “Teníamos en 'La Extravagante' una mecenas de 5 años que ahora tiene 17 o 18, y que colabora con nosotros ayudándonos a ordenar los libros”, revela Maite. Es también ese trato humano el que les sirve de arma a la hora de hacer frente a los grandes comercios y a la venta en plataformas digitales. ¿Cómo comparar un simple clic, con el placer de sentirse parte de un proyecto tan especial? “Tenemos unos 230 socios consumidores, lo que solo supone que se comprometen a un consumo de libros determinado que no necesariamente tiene que ser mensual, sino que pedimos a la gente que haga un examen de conciencia de cuál es su inversión aproximada en libros al año y lo divida en 12 cuotas”, comenta. Una manera más de lograr que, a pesar de las vicisitudes, 'Caótica' siga latiendo con fuerza.
Además de Joaquín y Begoña, más tarde se unieron al proyecto hasta tres socios más, entre ellos, Rafa Castaño, popular y admirado por su gran éxito en algunos de los concursos culturales más famosos de la televisión -Saber y Ganar o Pasapalabra-. Hace unos años, se animó a montar toda una planta dedicada al ensayo que hoy, a causa de la crisis y la pandemia, tristemente ha desaparecido.
Aún así, con sus idas y venidas, 'Caótica' demuestra que en el cambio está su esencia. Un movimiento constante del que pronto formarán parte el taller de narrativa que está a punto de arrancar y que tendrá como temáticas la familia, el sur, el cómic o la literatura prejuvenil. Tras lo sufrido a mediados de año, la llamada de auxilio y el impulso tomado gracias a sus fieles, la librería vuelve a ser lo que un día fue: la Niña Buzo -que, por cierto, es en realidad la madre de la propia Maite-, con su espíritu curioso, valiente y algo kamikaze, está dispuesta a seguir dando guerra -y cultura-, durante mucho tiempo más. “Mientras esté en la fachada y resista, 'Caótica' no se rinde”, afirma, contundente, Maite. Y añade: “Y los libreros de 'Caótica', tampoco”.
LIBRERÍA CAÓTICA - C. José Gestoso, 8. Tel. 955 541 966