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Salón Paraninfo universidad Zaragoza

Visita al Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

¡Volvemos a la ‘uni’!

Actualizado: 19/01/2022

Fotografía: Aránzazu Navarro

Estamos en tiempo de vuelta al cole. Empieza un nuevo curso. Algo que se vive de un modo muy especial en los diferentes entornos universitarios. Hoy visitamos el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, que además es uno de los espacios culturales más dinámicos de la capital maña.
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Para salir por el centro de Zaragoza, las cuadrillas cuentan con varios puntos tradicionales de quedada. Puede ser frente a la Diputación -en plaza de España-, en los cañones del Corte o también es habitual citarse en las escaleras del Paraninfo de la Univsersidad. Nosotros hemos quedado precisamente ahí, pero no para darnos una vuelta por la ciudad, sino para visitar ese edificio histórico que hace unos años recuperó todo su esplendor tras una profunda restauración.

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Ahí nos esperan María García Soria, técnica del Patrimonio Cultural de la Universidad, y sus dos compañeras becadas: Patricia Díez y Marta Monja. Y también se suma, por un momento, Victoria Bordonaba, directora del área de Actividades Culturales. Entre todas nos van a dar a conocer “esta joya del patrimonio artístico de la ciudad, el mejor escaparate de la Universidad de Zaragoza”.

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Aunque sus orígenes se remontan mucho más atrás, con una primera universidad zaragozana fundada a finales del siglo XVI y ubicada en el histórico barrio de La Magdalena, lo cierto es que, a día de hoy, el Paraninfo es el edificio más antiguo que posee la institución. Se inauguró en 1893 “con ese aspecto que recuerda a los viejos palacios renacentistas y a los templos antiguos. Es que su arquitecto, Ricardo Magdalena, quiso levantar un gran templo del saber, a la vez que homenajeaba a lo mejor de la arquitectura aragonesa”, nos relata Patricia, que, como historiadora del arte y habitual cicerone en las visitas guiadas al edificio, se deleita con cada detalle que surge a nuestro paso.

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Y son muchos. Comenzando por la fachada presidida por Minerva, diosa de la sabiduría, la cual está rodeada por numerosas alegorías, símbolos y figuras de las ciencias y la medicina. Porque, en origen, aquí estaban las cátedras y aulas donde se impartían estas carreras. De hecho, todo el edificio está decorado con un programa iconográfico que permanentemente nos recuerda que se trata del lugar donde se estudiaban tales disciplinas.

Rostros que honran el conocimiento

Miremos donde miremos, hay detalles que así lo plasman. Dando una vuelta por el exterior se distinguen bustos de personajes como Euclides o Galileo. Estos elementos se alternan con los relieves de elementos tan curiosos como una pila de Volta, un 3D pétreo con el teorema de Pitágoras, o la representación de una caja torácica como si acabara de abrirse en una sala de autopsias.

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“El arquitecto quería identificar sus edificios con el uso que tenían, así que era habitual que diseñara él mismo este tipo de detalles. Lo hizo aquí, pero también en otras obras en la ciudad, desde el Antiguo Matadero hasta la reforma del Teatro Principal o el Museo de Zaragoza”, nos cuenta Marta, que ha empezado a trabajar aquí hace poco tiempo y ya está fascinada con los muchos secretos que va descubriendo.

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No es casual que en la triple portada de acceso al Paraninfo nos reciban las esculturas sedentes de grandes médicos y científicos aragoneses. Entre ellos no podía faltar Miguel Servet, quien pasó a la posteridad tanto por haber descubierto la circulación sanguínea pulmonar como por haber sido quemado en la hoguera por sus ideas religiosas.

Mejor final alcanzó el otro gran científico de la Historia de Aragón, Santiago Ramón y Cajal. El rostro inconfundible del Premio Nobel de Medicina se distingue en la lejanía en cuanto entramos al edificio. En esta universidad estudió y, más tarde, fue profesor; y una vez jubilado pudo ver como se levantaba un monumento en su honor. Un mármol que sigue ubicado en la gran escalinata que conduce a las aulas y salones del piso noble del Paraninfo.

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Actividades culturales para todos

Antes vamos a recorrer la planta calle, la misma por la que caminan los visitantes de forma libre “y gratis”, apostilla Patricia. Por contra, para visitar todo el conjunto -incluida la parte de arriba-, hay que inscribirse en los recorridos guiados grupales, los cuales se retomarán en este nuevo curso.

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Victoria lleva años preparando un sinfín de actividades culturales en el Paraninfo: “conferencias, presentaciones de libros o tesis, representaciones teatrales, ponencias, proyecciones, hasta hemos hecho cine en el patio”. Y luego están las exposiciones, algunas con carácter fijo, como la que atesora el Museo de Ciencias Naturales -“el más visitado en Zaragoza el pasado año”, nos asegura-.

Se exponen todo tipo de materiales de estudio que forman parte del patrimonio universitario. María, como técnico en la materia, nos cuenta que es una riqueza enorme. “Lo mismo tenemos colecciones de insectos o de minerales, que las maquetas históricas usadas antaño por los catedráticos para sus clases. Maquetas que pueden ser de un corazón humano o de la disección de un batracio. Sin olvidar las enormes ilustraciones que conforman el Atlas Cajal, compuesto por dibujos que hizo el científico para explicar anatomía a sus alumnos”.

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Además, hay distintas salas para exposiciones temporales. Tal vez la más espectacular de ellas sea la biblioteca antigua -que tiene un encanto especial por la penumbra del espacio y por el entorno-, donde se programan muestras bibliográficas a base de viejos anaqueles y pupitres que aún guardan los garabatos que los alumnos han grabado durante décadas.

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'Expos' didácticas y reivindicativas

El inicio de curso también implica una renovación en el programa expositivo. En nuestra visita nos encontramos con una muestra del fotógrafo Ricardo Compairé, un oscense que se dedicó a viajar por los Pirineos para dejar inmortalizados usos, costumbres e indumentarias que ya hace 100 años rondaban la extinción. Imágenes en blanco y negro de lo más interesantes, y mucho más cuando se acerca a nosotros un guía improvisado. Ese no es otro que Enrique, el nieto del fotógrafo, que acude con regularidad a contar con pasión mil y una anécdotas sobre el trabajo y la personalidad de su abuelo. “Oye, y todo esto lo hacía sin ser fotógrafo. Él era farmacéutico de profesión. Pero le encantaban las fotos y escaparse al Pirineo, para documentarlo y dejarnos todos estos testimonios etnográficos”.

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Esta muestra plasma la variedad de temáticas que se abordan en las exposiciones temporales del Paraninfo. Por aquí han pasado cuadros de Tàpies o del Greco, pero también hay cabida para artistas emergentes o para muestras didácticas, e incluso de denuncia.

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Algo de esto tiene uno de los proyectos en los que andan entusiasmadas Victoria y su equipo. “Estamos preparando una expo sobre las mujeres pioneras en la Universidad de Zaragoza. ¿Te suena María Moliner? Pues es una de ellas. Entre todos los bustos que hay en el Paraninfo no hay ninguna mujer. Así que con esta exposición trataremos de paliarlo. De momento ya hemos preparado la web”.

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¿Qué es un paraninfo?

La charla no cesa y tomamos la escalinata para subir al piso alto, donde nos aguardan las estancias más importantes. Con los últimos peldaños ya nos asombra un espectacular portón realizado en madera tallada. Estas son las puertas del Paraninfo en sí mismo.

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En realidad, la palabra paraninfo viene del griego antiguo y en origen se traduciría por algo así como padrino de la novia. De ahí evolucionó a un significado similar al de maestro de ceremonias. Y, finalmente, se aplicó al salón protocolario de las universidades que albergan los acontecimientos con más boato. Entre ellos destaca cada año la apertura oficial del curso académico.

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Además, en el Salón Paraninfo también se celebran actos con visitantes ilustres. “Solo se abren para personalidades muy relevantes. Por ejemplo, aquí se acogió a Vargas Llosa, como Premio Nobel de Literatura que es”. Así como el Paraninfo también se engalana para las distinciones a doctores honoris causa, María recuerda una de las últimas ocasiones que se vivió tal ceremonial: “fue cuando se le concedió a Joan Manuel Serrat, justo antes de la pandemia”.

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Un espacio multifuncional

El espacio es impresionante, con sus coloridas vidrieras, la arquería arriba para ubicar al coro, o el repertorio de cuadros históricos que cuelga en las paredes. “Todos ellos forman parte del Prado disperso”, nos aclara Patricia. En definitiva, sin duda, el Paraninfo es de lo más espectacular del Paraninfo.

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Pero la visita por la planta alta no acaba aquí. Todavía por la galería que comunica con el patio central nos quedan más sorpresas. Algunas tan sobrias como la hilera de retratos de los rectores o la propia sala de Junta de Gobierno de la Universidad. Asimismo, hay otras salas, como las de las Trece Heroínas o la dedicada a Josefa Amar y Borbón, donde aparecen joyas en forma de enormes tapices tejidos en los famosos telares belgas.

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Se trata de salas polivalentes que, incluso, se alquilan para ciertos eventos y presentaciones, al igual que se puede disfrutar del Aula Magna para impartir conferencias o celebrar eventos de relumbrón. Al fin y al cabo, no se puede estar todos los días en el mismo atril donde se sentó el científico más célebre de la historia: el mismísimo Albert Einstein, quien impartió aquí dos charlas en 1923.

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Cafetería con sabor a Sol Guía Repsol

Para culminar el recorrido, volvemos a la planta baja y nos dirigimos a la cafetería y al restaurante ‘Paraninfo Flor’. Un espacio que en los últimos meses ha recaído en manos de Carmelo Bosque, propietario del ‘Lillas Pastia’ de Huesca, que luce desde hace tiempo un Sol Guía Repsol. El cocinero oscense ha puesto al frente de los fogones del ‘Paraninfo Flor’ a la reputada chef Diana Roitegui, quien elabora un menú diario basado en el producto de temporada y de calidad.

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Gozar de su espacioso salón, elevado hasta las alturas gracias a las esbeltas columnas de fundición y bañado por la luz de los grandes ventanales que diseñó Ricardo Magdalena a finales del siglo XIX, ya es un placer. La guinda la ponen sus platos elaborados.

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Ahora que todavía no hace demasiado frío, ¿qué tal disfrutar de una ensalada morisca a base de hummus de cilantro, falafel casero y salsa de tahini? Y, para continuar, un plato de merluza con salsa romescu, migas de aceituna negra y tomatitos escabechados. Ahora bien, es solo una idea. Mucho mejor sentarse a la mesa y culminar como merece una visita por la historia, el arte y las anécdotas del Paraninfo.

PARANINFO UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA - Plaza de Basilio Paraíso, s/n. Zaragoza. Tel. 976 76 26 09.

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