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"Aquellos años locos e inspiracionales del desembarco de hippies estadounidenses y europeos alumbraron una nueva filosofía de vida en la isla que tenía como una de sus máximas el viste como quieras, pero con gusto", recuerda la periodista Montse Monsalve, autora del libro Adlib Moda Ibiza, que repasa los orígenes y la evolución que ha tenido en las últimas cinco décadas este estilo de moda. El origen del nombre es ya toda una declaración de intenciones:: ad libitum (libertad).
Artistas y diseñadores, de la mano de costureras locales, pusieron en valor materiales naturalmente toscos, que trabajaron con delicadeza de manera artesanal para resaltar figuras y contornos femeninos. "Se inspiraron en la luz de los sombreros de paja que no envejecían, en las zapatillas de esparto, los refajos con sus enaguas de algodón blanco y en los mantones que llevaban las mujeres de la isla", apunta Monsalve. Los vestidos vaporosos, con encajes de guipur, puntillas, volantes y cintas, comenzaron a conquistar no solo a las bohemias que reclamaban un mundo de paz y amor, sino también a la jet set que veraneaba en las Pitiusas, con la princesa yugoslava -que no era princesa en realidad- Smilja Mihailovitch como su máxima embajadora.
Luego llegarían la duquesa de Alba, Tita Cervera, Ana Obregón, la reina Letizia o la modelo internacional Toya Montoya. Cincuenta años que se han querido celebrar con el arranque del verano en un desfile en Eivissa donde se rindió homenaje a aquel primero de 1971. Estos son cinco de los diseñadores de la moda Adlib, en vestimenta para mujer y hombre, calzado y joyería, que siguen exportando el sello ibicenco por todo el mundo.
Cocinero antes que fraile. Charo Ruiz fue modelo antes que diseñadora, aunque lo de moverse entre telas, patrones y bobinas de hilo le viene de niña, pues es hija y nieta de modistas. En la década de los 70, en plena ebullición hippie, aterriza en la isla "de la que se enamora y donde se enamora", recuerda Alberto Amador, director creativo de la firma. "Primero montó un chiringuito de comida orgánica con zumos en Ses Salines, pero la cosa no funcionó. Así que, inspirándose en ese look and feel sesentero de minifaldas, tops y blusas sin mangas, monta un puesto de vestidos en el mercadillo de Es Canar (Santa Eulalia del Río)".
De ahí, a tener sus creaciones en medio mundo, con tres tiendas propias y presencia en más de doscientos puntos de venta. "Siempre ha utilizado tejidos nobles y apostó por aligerar los vestidos con gasas, sedas y aplicando al algodón orgánico el mercenizado, el voile, que le da un acabado brillante", explica Amador. La firma 'Charo Ruiz', que ahora lideran los hijos Pablo y Paloma, siempre ha tenido pasión por los patrones muy trabajados, y ha incorporado los volantes, escotes, entredoses y puntillas de guipur, reminiscencias de los orígenes sevillanos de la familia, a sus vestidos, chaquetas, blusas, faldas, caftanes y kimonos.
Hace dos veranos, la reina Letizia lució uno de los vestidos de Charo Ruiz en su vista a la isla, y a las pocas horas se había agotado casi toda la colección. También fueron ellos los que arrancaron con la tradición de los trajes que lleva la presentadora Cristina Pedroche durante la retransmisión de las campanadas de Nochevieja. Para esta temporada de verano, la apuesta es por los motivos florales y botánicos, tanto en la línea de baño como en la unisex, además de las colecciones principales Voile&Guipur y la colorida Ritmo 2021.
Los recuerdos más bonitos de niñez de Tony son entre pantalones, faldas y camisas que se apilaban en cada rincón de la casa de su tía-abuela, que era vecina pared con pared en el pueblo de San Jorge de ses Salines. "Allí nos pasábamos mi hermano y yo metidos todas las tardes cuando tenía unos 7 u 8 años. Ella, que era costurera a comisión, cuando se hartaba de nosotros nos decía ¡o me echáis una mano en la tarea o para vuestra casa!".
Ahí surgió la vocación de Bonet, considerado por muchos como el enfant terrible de Adlib. Tras su paso por la Escola d'Art d'Eivissa, entró como patronista de la firma Bianca, una de las precursoras hace un cuarto de siglo de esta moda. "Estuve unos 12 años y en 2011 me arriesgué y monté mi propia marca". Desde entonces, Tony Bonet ha vestido a incontables novias con un estilo muy trasgresor, adaptando los modelos a rockeras, góticas, moteras... Es un artesano del slow fashion, que presta atención a los acabados, con puntillas, drapeados, cintas, encajes y tules.
En sus diseños se combinan el cotonet, o glasilla de algodón, "que se utilizaba para los pañales de los bebés", y el voile, una tela más delicada y no tan rústica, con blancos y crudos como protagonistas, aunque en las novias ha incluido el color, como negros y azules, a través de forros que resaltan los minuciosos detalles del patronaje, que también ha implementado en sudaderas y camisas de hombres, rompiendo con las lineas más clásicas.
En el pequeño taller de las hermanas Riera no se para ni un minuto estas semanas. Las bodas aplazadas por la pandemia se han desbocado con la llegada del calor. "Nos están llegando muchos pedidos de fuera de la isla", reconoce Antonia sin levantar la vista del pespunte. Ella fue la primera que empezó en esto de la costura y su hermana pequeña, Lali, le siguió de manera autodidacta, aunque las dos acabaron formándose en la Escuela de Arte y Oficios de Ibiza.
Entre los rollos de tela, las máquinas de coser, las bobinas de hilo y el papel de patronaje marcado con tiza, Lali y Antonia llevan desde 1997 trabajando con algodones y puntillas, confeccionando trajes de fiesta y boda para mujeres. "Trabajamos mucho el guipur, para encajes con mayor grosor, la malla y las transparencias. Al tradicional blanco le han salido con fuerza la competencia de los negros y rojos y este año se llevan mucho los detalles florales", apunta Lali.
Y aunque la confidencialidad de las clientas es siempre una máxima, sobre todo cuando son novias y no han pasado todavía por el altar, estas dos hermanas de San Miguel han vestido a artistas como Sara Montiel o Norma Duval, a la princesa Lalla Salma de Marruecos o la modelo Malena Costa, que fue su imagen durante el desfile del 50 aniversario de la moda Adlib, "y con la que tuvimos muchísmo feeling por su energía tan positiva".
Elisa Pomar es la quinta generación de joyeros ibicencos. "Somos una isla con un legado bestial en artesanía, que nos dejaron los fenicios, cartagineses, romanos y árabes", sostiene la artista mientras una clienta revisa los escaparates de la tienda-taller ubicada en el turístico barrio de La Marina. Hace 13 años, tras la muerte de su padre, Elisa quiso darle una vuelta completa al concepto de joyas que diseñaba la familia y que ella ha convertido en este tiempo en marca insignia del estilo Adlib.
"Yo veía como en Ibiza teníamos una maravilla que son las emprendadas, la joyería tradicional que lucen las payesas en los bailes y grandes fiestas; pero luego las jóvenes se volvían locas a comprar para el día a día las del estilo italiano. Así que me puse a investigar y adaptar esa meticulosa orfebrería de botones, cadenas y rombos icónicos de las emprendadas y volverlos a poner de moda en las pasarelas y la calle".
Así, las sortijas, colgantes y pendientes XXL Elisa Pomar, de oro, plata y plata bañada en oro, son ahora un complemento que lucen artistas como Scarlett Johansson en anuncios internacionales o que han cautivado a los modistas Dolce & Gabbana, en cuyos desfiles las lucen entre otras modelos Bianca Balti, hoy por hoy su embajadora más top.
Para el laborioso trabajo de confección de espardenyes ibicencas hay que tener mucha paciencia y oficio. A Isabel Prats le cambió la vida en 2005, cuando se apuntó a un curso que impartía el Consell sobre el arte de este calzado tradicional de suela de esparto. “Me di cuenta entonces de que este oficio se estaba perdiendo, ya que apenas se hacían espardenyes de morret con las que bailan las collas de ball pagès (grupos folclóricos) y que precisan de una preparación muy laboriosa”, recuerda la artesana.
El gran salto le llegó en 2015, cuando participó en la Feria Internacional de la Moda de París. Tras esa experiencia, convenció a su nuera, Patricia Monjo, para crear una firma propia, 'Espardenyes Torres'. “Trabajamos los tres tipos de espardeñas: la de morret, que es la auténtica para bailar; la calada, para trabajar en el campo; y la de hombre”, explica Isabel.
Las espardeñas de Isabel y Patricia son, además, las únicas de marca registrada que llevan cuñas, y han conseguido darle una visión más moderna, introduciendo adornos de flores, tiras, diferentes colores, hilos dorados o accesorios como los botones ibicencos.