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En esta tienda también puedes volver a ser niño.

Tienda del Museo Arqueológico Nacional

Arqueólogos de salón

Actualizado: 26/09/2019

Fotografía: Sofía Moro

El Museo Arqueológico Nacional, MAN desde 2014, cuenta con un espacio diáfano y luminoso para que el visitante culmine su experiencia llevándose un recuerdo. Una tienda con rincón de lectura en la que aprenderás que ya existían recetas en la prehistoria, y que los niños pueden ser fans de la arqueología. Entre otras muchas, muchas cosas.
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En el siglo XIX existía una tendencia europea de crear grandes museos para preservar y mostrar los testimonios pretéritos de cada país. La Reina Isabel II promocionó en 1867 la creación de un Museo Arqueológico Nacional, que fue inaugurado en 1867. El espacio, que se encuentra situado detrás de la Biblioteca Nacional, fue reinaugurado en 2014 tras una modernización, musealización y rehabilitación comandada por el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade.

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De las principales reformas llevadas a cabo por el equipo de Frade destacan el cambio de nombre (desde entonces se le conoce como MAN) y la entrada que antaño había estado tras la escalinata principal. El nuevo acceso, situado en un lateral, dota al museo de un amplio espacio de acogida al visitante, más diáfano, luminoso y tranquilo, y que acoge la espectacular tienda del MAN situada fuera de los tornos de entrada por lo que se puede ir a comprar a ella sin pasar por taquilla siempre que la institución esté abierta al público.

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La alargada boutique cuenta a su derecha con un rincón de lectura donde los turistas pueden sentarse a ojear alguno de los múltiples ejemplares bibliográficos existentes. "La selección de librería es indispensable para los aficionados a la arqueología, para los investigadores y estudiantes", asegura José María Moreno.

Desde el catálogo del Museo hasta títulos de rigurosidad científica (de antropología, de prehistoria, de épocas visigodas, griegas, fenicias, egipcias o romanas…) pasando por novela histórica, libros de mesa con espectaculares fotografías e, incluso curiosos, como los dedicados a la gastronomía antigua como Comer es una historia, de Óscar Caballero, un exhaustivo viaje a través de la historia de la gastronomía; y Homo Gastronomicus. La cocina de nuestros antepasados de Atapuerca, redactado por expertos en cocina y arqueología, con recetas elaboradas con alimentos en estado salvaje, similares a los que existían en la prehistoria.

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Otro de los puntos fuertes del MAN son las reproducciones. "A los museos va gente muy diversa y nos esforzamos por adaptar nuestra oferta a cada tipo de visitante. Y todo ello, sin perder ni la calidad ni la fidelidad en la reproducción de las obras expuestas", asegura José María.

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Impresionante el pañuelo de seda que recrea una de las piezas más hermosas del MAN: el mosaico de la Villa Romana de Soto del Ramalete, en Tudela (Navarra), a base de figuras vegetales y peces; la loza de motivos clásicos con un toque moderno realizada por el taller artesano Terracota, de Mérida, y mucha atención a las joyas, porque son inspiraciones muy logradas de piezas encontradas en los yacimientos más emblemáticos de la Península como los pendientes y el colgante con forma de caballo inspirados en motivos celtíberos.

También destacan el espectacular broche basado en la fíbula con forma de águila de Alovera, de la Hispania visigoda del siglo VI d. C.; las favorecedoras alhajas fundadas en el Tesoro de Carambolo, de origen tartesio entre los siglos VI y V a. C. Y también en el tesoro de Guarrazar, a la que pertenece la famosa Corona de Recesvinto, expuesta en el museo madrileño y que es un magnífico ejemplo de la orfebrería visigoda. Hasta los motivos de las cerámicas griegas –como las hojas de olivo– han servido para crear una estupenda serie de colgantes y pendientes.

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"Los artículos relacionados con Egipto, la Dama de Elche o las réplicas romanas son los más vendidos", asegura José María. Y de ellos hay un sinfín de posibilidades. Desde corbatas con jeroglíficos egipcios hasta calcetines de la Dama de Elche pasando por las figuras en bronce fabricadas con la técnica de la cera perdida, como se hacía antiguamente.

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La sección infantil es de nota, sobre todo porque tienen un rincón especial donde los niños pueden dibujar aquellos elementos expuestos en las salas del Museo que más les han llamado la atención (sobre todo las momias) y múltiples peluches (incluido un mamut) con los que imaginar fabulosas historias. "Efectivamente, este es uno de los Museos más visitados por los escolares –concluye José María–. Para ellos tenemos un producto atractivo y económico que se pueden llevar como recuerdo".

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"Además, a este museo acuden muchas familias los fines de semana y los padres suelen comprar cuentos o juguetes educativos". Claro que, para corner original, el dedicado a la arquitectura, con lápices de carpintero o un metro que en una cara muestra la medida de longitud y en la otra, la línea del tiempo. Y este párrafo final va especialmente dedicado para los coleccionistas de camisetas: el MAN cuenta con unos modelos estampados con figuras rupestres únicas en su especie.

MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL (MAN) - Calle Serrano, 13. Madrid.
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