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Caldereta de langosta

De puerto a puerto

Actualizado: 09/02/2016

Con apenas 700 kilómetros cuadrados, Menorca nos recibe con un interior verde, coronado por el monto Toro, y costa salpicada de pequeñas calas con aguas totalmente transparentes. Es esta combinación de mar y montaña la que dota a la isla de un exuberante paisaje y productos excepcionales. Haciendo gala de una cocina local, no podremos resistirnos a degustar uno de sus platos estrella, la caldereta de langosta. Gastronomía y naturaleza para una ruta con un objetivo: relax absoluto.
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La ruta

La isla de Menorca, en la parte más oriental del archipiélago balear, está declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco. Sus calas, pequeñas y acogedoras, cuentan con arena blanca y aguas turquesas. Si su paisaje es sencillamente abrumador, no lo es menos su gastronomía. El producto rey en estas costas es la langosta roja, un apreciado crustáceo que se pesca de forma artesanal mediante trampas colocadas en el fondo marino. Su captura está sometida a determinadas restricciones: sólo está permitida entre el 1 de marzo y el 31 de agosto y se limita a los ejemplares que miden más de 19 centímetros.

Dicen por estas tierras que para saber si las langostas son frescas hay que cogerlas por las antenas y que, cuanta más energía demuestren moviendo la cola, mejor. Algo que conocen muy bien en Fornells, pequeña localidad pesquera que pertenece a Es Mercadal, punto de inicio de nuestra ruta y que ejerce como templo de uno de los platos más típicos de la gastronomía menorquina: la caldereta de langosta. Situado en las faldas del monte Toro, en Es Mercadal destacan edificios como la iglesia de San Martín o un aljibe creado en el siglo XVIII con fines militares y al que hoy en día siguen acudiendo los locales a abastecerse de su agua, de gran calidad.

Fornells, localidad asentada en la bahía del mismo nombre, es un típico pueblo de pescadores cuyas casas blancas combinan a la perfección con unas aguas cristalinas, ideales para la práctica de deportes náuticos como el windsurf, la vela, el kayak o el buceo. Su casco antiguo aúna la estética mediterránea con elementos decorativos de influencia inglesa. En lo alto de la calle principal, Carrer Major, se ubica la iglesia de Sant Antoni, del siglo XIX, con una capilla dedicada a la patrona de los pescadores, la Virgen del Carmen. Otro punto de interés se encuentra en el centro de la villa, donde se conservan las ruinas del castillo, una fortificación del siglo XVII que dio origen al pueblo actual. Siguiendo por la calle Tramontana, podemos dar un paseo por el camino que bordea la bahía. En esta zona se encuentra la torre defensiva de Fornells, una de las más grandes de la isla, construida con el objetivo de controlar la entrada al puerto e impedir el asalto al castillo de Sant Antoni. En su interior, un museo nos sumerge en la vida cotidiana del siglo XIX.

Iglesia de San Martín, en Es Mercadal.
Iglesia de San Martín, en Es Mercadal.

El gran encanto de Fornells reside en sus playas vírgenes, muchas veces sólo accesibles por mar, y en las tres pequeñas islas ubicadas en la bahía

Además de sus monumentos, el gran encanto de Fornells reside en su conjunto de playas y calas, muchas veces sólo accesibles por mar, así como en las tres pequeñas islas ubicadas en la bahía: Ses Sargantanes, Dels Revells y el islote Des Porros. Como curiosidad, la localidad es el hábitat natural de la sargantana balear, una especie habitual de lagartija que se ha convertido en uno de los símbolos más populares del archipiélago. Casi sin perder de vista Fornells, llegamos a Ses Salines, una playa de un kilómetro de longitud que se ha convertido en refugio y santuario para los amantes de los deportes náuticos.

La vecina localidad de Son Parc (a la que llegamos por una carretera vecinal), es un enclave residencial famoso por sus campos de golf que empezó a construirse a principios de la década de los setenta. Sirve además para dar acoger al turismo que aún llega atraído por las posibilidades deportivas, paisajísticas y gastronómicas de la zona. Retomando el camino, un desvío nos lleva hasta Port d’Addaia, que asoma al final de la avenida del mismo nombre. La localidad tiene también un puerto deportivo que se integra con respeto en el paisaje, entre el Parque Natural de S’Albufera des Grau y la Reserva Marina del Norte de Menorca. Además de ser un buen punto para la observación de aves migratorias, está próximo a numerosas calas y lugares perfectos para la práctica del submarinismo y la pesca. Una carretera vecinal nos conduce al punto final de esta ruta, Punta Grossa, que cuenta con una playa grande, a la que se puede acceder por coche, y con unos fondeaderos perfectos para los amantes de la navegación.

Artesano fabricando abarcas.
Artesano fabricando abarcas.

El sabor

La receta tradicional de la caldereta de langosta es muy sencilla. Se pone al fuego una cazuela de barro con aceite y se sofríen ligeramente los medallones de langosta. Se sacan y se reservan. En la misma cazuela, se rehogan las cabezas de langosta con ajo y picadillo de verduras (tomate, pimientos, cebolla, ajos, perejil). Entonces se añade el caldo de pescado (fumet) –elaborado previamente– y al final se incorpora la langosta. Se deja cocer el guiso al menos veinte minutos. Cinco minutos antes de retirarlo del fuego se añade la majada, que se prepara con un hígado de rape asado, ajo y almendras, todo bien triturado y aderezado con una copa de brandyy perejil hasta conseguir una pasta consistente. A la hora de servir se suele colocar en el fondo del plato unas rebanadas de pan tostado untadas con ajo.

La clave de este plato reside en la calidad de la langosta. Además, debido al marisco la caldereta es un plato muy nutritivo y con poca grasa, (la mayoría son ácidos grasos poliinsaturados omega 3). Acompañado de un picadillo de verduras, aporta también vitaminas y minerales. La unión de estos ingredientes hace que la caldereta destaque por su alto contenido en vitaminas como el ácido fólico y minerales como el magnesio.

Caldereta de langosta.
Caldereta de langosta.

Más información

Productos de la zona

Es Mercadal es el sitio perfecto para adquirir productos tradicionales, ya que cuenta con un centro de artesanía donde se mantiene viva la esencia de los trabajos manufacturados. En él podemos adquirir desde cerámica, a delicias como la miel o los quesos, pasando por las famosas abarcas, el calzado típico del campo menorquín.

Tesoro oculto

El monte Toro es el más alto de la isla, con 357 metros, y ofrece impresionantes vistas de la costa. Ya sea en coche o a pie, una sinuosa carretera nos conduce hasta lo alto del monte que está coronado por el santuario de la Virgen de Toro, construido en el siglo XVII y atendido por una comunidad de religiosas franciscanas.

Fiestas

A principios de mayo, las Jornadas Gastronómicas de Es Mercadal reúnen a más de 20 restaurantes que ofrecen atractivos menús de cocina auténticamente menorquina a un precio fijo. Cada menú, en el que no puede faltar la caldereta de langosta, incluye una degustación gratuita de queso y vinoelaborado en fincas agrícola-ganaderas de Es Mercadal.

Alojamientos

El Hotel Fiesta Castell Playa, en Es Mercadal, está situado sobre una colina y ofrece unas maravillosas vistas a la bahía d’Arenal d’En Castell. Pensado para descansar, su zona chill-out con camas balinesas al borde de la piscina impresionan a cualquiera. Sobre una loma rodeada de viñedos, en Alaior, se alza el Hotel Torralbenc. El alojamiento, a 15 minutos de Mahó, está formado por un conjunto de casas independientes del siglo XIX y principios del XX. Auténtico sabor menorquín que además cuenta con el atractivo de tener en las cercanías un yacimiento histórico del II milenio a.C.