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Nuez de Pedroso

Naturaleza sabia

Actualizado: 16/02/2016

Nos adentramos en las tierras riojanas más agrestes, feudo eminentemente rural, donde el sosiego nos contagia y el río Najerilla enhebra bosques, prados y pueblecitos de auténtico sabor serrano. También campos de nogales, donde se cultiva uno de los frutos más característicos de la gastronomía de La Rioja, la nuez de Pedroso, cuyo intenso saber adereza los platos más distinguidos de la gastronomía de esta comarca.
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La ruta

Nuestra ruta arranca en Baños de Río Tobía, pequeña localidad partida en dos por la carretera. Allí, entre una llamativa mezcla de casonas imponentes, como la que acoge el Ayuntamiento, del siglo XVI, y las fábricas de embutidos, que constituyen uno de los principales soportes económicos del pueblo, la carretera nos conecta con la vecina Bobadilla. Una vez pasado este municipio, donde tiene su sede un buen número de bodegas, nos adentramos en uno de los valles más espectaculares de La Rioja, con el río Najerilla como protagonista. A partir de aquí, la vegetación se adueña del paisaje. Y los nogales, cuyo fruto está reconocido con el sello Registrado y Certificado (R.G.), empiezan a hacer acto de presencia.

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Desde Baños del Río Tobía seguimos por la carretera y pasado el desvío a Ledesma de la Cogolla tomamos el que nos conduce hacia Pedroso. Tras pasar un llamativo puente azul cuatro kilómetros después, se atisba el pueblo, semiescondido entre las altas montañas y el abundante follaje. Pedroso es una pequeña joya rural, salpicada de casas centenarias de muros de mampostería mezclados con ladrillo.

Entre ellas despunta una verdadera maravilla arquitectónica: la iglesia del Salvador, del siglo XVI, ubicada junto a la plazuela del Tilo. Lo más destacable del exterior es su portada gótica, mientras que dentro la visita se articula en torno a varios retablos barrocos, con imágenes procedentes de otras ermitas e iglesias de la zona. También merece la pena recorrer el entramado de calles empedradas. Aquí reina la tranquilidad todo el año, excepto cuando la localidad celebra sus tradicionales fiestas durante el verano.

Pedroso es una pequeña joya rural salpicada de casas centenarias de muros de mampostería mezclados con ladrillo

Para regresar al camino principal es preciso desandar hacia el punto de desvío y, tras un pequeño atajo cubierto de vegetación en los arcenes, reincorporarse a la vía principal. Sólo hay que conducir cinco kilómetros más para alcanzar uno de los puntos de referencia en la entrada al valle del Najerilla. Acompañados de choperas, cotos de pesca y rebaños de ovejas, divisamos Anguiano y las grandes peñas junto a las que se disponen sus casas y viven sus vecinos. La imponente orografía anuncia cómo va a resultar el viaje hasta el final de nuestra ruta: una sucesión de curvas que hay que tomar con tranquilidad, pues son constantes las tentaciones de parar en el arcén y recrearse con el espectáculo natural del entorno.

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Pero antes de continuar por la carretera es recomendable que hagamos una parada larga en Anguiano, formado en torno a tres barrios. Mediavilla, el de mayores dimensiones, acoge los edificios de más fuste, como son el Ayuntamiento, la iglesia parroquial de San Andrés, con un retablo mayor de estilo barroco muy interesante, y un buen número de casas hidalgas, la mayoría de dos o tres plantas y con escudos nobiliarios en sus fachadas.

Cuevas, por su parte, es una barriada tradicionalmente ganadera, separada de la anterior por el Najerilla y conectada a través del puente de Madre de Dios, del siglo XVIII. Cruzarla es toda una experiencia, ya que el río discurre a 30 metros de profundidad. Eras, por último, es la zona de Anguiano más agraria y ganadera, y está disgregada de Mediavilla por el barranco de Aidillo.

Continuamos por la carretera, que sigue el curso del río y las formas de la montaña, por un paisaje de árboles e imponentes barrancos, donde hay que extremar la prudencia. En diferentes puntos encontraremos indicaciones a pistas forestales y caminos de tierra que invitan a adentrarse por el corazón natural del valle. Caballos, ermitas perdidas y rincones casi vírgenes completan el panorama.

A unos veinte minutos de Anguiano encontramos la desviación al monasterio de Valvanera (LR-435; 941 377 044). A estas alturas, el paisaje ya es agreste, sin matices, y no es difícil encontrarse en los arcenes o directamente sobre el asfalto vacas y terneros paciendo plácidamente. Hasta acceder al cenobio, la carretera se retuerce y empina en un entorno mágico.

En este lugar, bajo el monte Mori y a la sombra de los 2.000 metros del Pancrudo, se levantó el santuario donde se venera a la patrona de La Rioja, Nuestra Señora de Valvanera. Habitado por monjes benedictinos hasta nuestros días, su fundación se remonta al siglo IX, cuando un ladrón arrepentido llamado Nuño Óñez encontró la imagen de la Virgen que hoy se venera. A partir de entonces el lugar empezó a ser ocupado por hombres de vida ascética. La iglesia actual es de una época posterior, del gótico tardío, con una fachada del siglo XVII. Aunque, sin duda, lo más interesante es la ubicación del edificio, una mole de color rojizo colgado en las estribaciones de la sierra.

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Tras la visita, descendemos hacia la carretera principal, en paralelo al curso del río para retomar el camino en dirección a uno de los pueblos más representativos de la zona: Brieva de Cameros. Aquí nos espera el Museo Rancho de Esquileo(Costanilla, 36; 941 377 071), inaugurado en 2008 como tributo a los pastores trashumantes que dieron vida al lugar. Exhibe variopintas piezas relacionadas con el pastoreo tradicional, cuya importancia en la región se explica también en didácticos paneles y diversos documentales. Por su parte, las calles y miradores del pueblo obligan a detenerse para disfrutar del final del camino. Un buen punto final a esta ruta es emprender una caminata por el sendero del Chozo, que, desde el museo, nos conduce por los maravillosos alrededores de este pueblo serrano de pura cepa.

El sabor

De tamaño medio, intenso sabor, mayor peso y una cáscara fina y lisa, así es este fruto seco especie juglans y categoría extra cultivado tradicionalmente en Pedroso. Para una correcta identificación por parte de los consumidores, la nuez de Pedrosose comercializa envasada y mostrando en su etiqueta el logotipo de la marca colectiva que gestiona la Asociación Profesional de Productores de Nuez El Nogueral. Su cultivo, siempre manual y familiar, está creciendo en La Rioja, con los consiguientes controles que garantizan su máxima calidad. Hay muchas maneras de degustarla: sola, en ensalada, formando parte de salsas o como ingrediente de repostería o de platos diversos, a los que aporta su peculiar textura.

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Es un fruto seco energético: aproximadamente unas 122 kcal por 20 g. La calidad de su grasa reporta beneficios frente a las enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cáncer y otras dolencias crónicas. Contiene, principalmente, ácidos grasos poliinsaturados, aportando ácidos grasos esenciales y ácidos grasos omega-3 y omega-6.

Más información

Productos de la zona

Además de la nuez, destaca el licor de Valvanera. Los monjes benedictinos del monasterio lo elaboran a partir de las abundantes especies vegetales de la zona, que le confieren un exquisito sabor y valores medicinales. Miel, peras y embutidos son otras señas de identidad de esta parte de La Rioja, donde también destacan las alubias de Anguiano, conocidas como caparrones.

Tesoro oculto

A la entrada de Pedroso se abre un arco encumbrado por una cruz que da entrada al denominado camino Patrocinio, que lleva a una ermitaque acoge la imagen de la virgen del mismo nombre, también llamada La Serranita. Es un templo de estilo barroco de finales del siglo XVII, que domina una impresionante panorámica de Tobía.

Fiestas

El segundo fin de semana de noviembre, con la cosecha ya recogida y la nuez perfectamente seca, una fiesta en Pedroso rinde tributo a este fruto. Se organiza un gran mercado donde, además de las nueces, destacan otros productos artesanos como la miel, las peras, los embutidos y los licores. Todo ello amenizado con danzas tradicionales y degustaciones.

Alojamiento

En la localidad de San Millán de la Cogolla se encuentra el Hotel Hostería del Monasterio de San Millán (Monasterio de Yuso s/n; 941 373 277), un lugar para el retiro y el descanso, tanto por su origen como por el bello paraje en el que se encuentra. En Badarán, cerca de las localidades de esta ruta, se halla el Hotel Mirador Conde de Badarán (ctra. San Millán, 1; 941 367 055). Rodeado de naturaleza y viñedos, ofrece desde sus instalaciones las mejores vistas del corazón de la provincia.