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Orujo

Explosión de júbilo

Actualizado: 08/06/2016

El imponente desfiladero de La Hermida es la puerta excepcional que da paso al valle de Liébana. Los Picos de Europa de fondo, el monasterio de Santo Toribio, la villa real de Potes y las históricas ermitas que hay en el camino convierten esta ruta en un placer para la vista y para el relax. Su producto estrella, el orujo que desde hace siglos se produce en pesados alambiques de cobre y que sirve de perfecto punto final a copiosas comidas.
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La ruta

Los gigantes peñascos del desfiladero de La Hermida y la hoja perenne de los cientos de especies arbóreas hacen que esta región de Cantabria sea casi un mundo aparte dentro de la comunidad. Se cree que la peculiar climatología de la comarca, con las montañas haciendo de barrera natural contra las borrascas, permitió a los romanos extender el cultivo de la vid en las tierras bajas de sus valles. Aunque no es hasta el año 826 cuando aparece la primera referencia escrita, extraída del Cartulario de Santo Toribio de Liébana. La llegada tardía de la plaga de la filoxera, a comienzos del siglo pasado, transformó la tradicional economía agraria de subsistencia e hizo que se dejara de trabajar la viña, pero no de destilar. En la actualidad, las destilerías compran la uva o el hollejo en otras regiones vinícolas españolas y lo transforman en orujo siguiendo procesos industriales.

El itinerario arranca en Panes (Asturias) hacia el desfiladero de La Hermida. En la confluencia de los ríos Urdón y Deva, límite entre el Principado de Asturias y Cantabria, debemos hacer una parada obligada ante el salmón cincelado en piedra por el escultor Jesús Otero, uno de los artistas cántabros más relevantes del siglo XX, que también ofrece vistas a la garganta del río. Pasado el desfiladero, a la altura de Allende, tomamos el desvío que conduce hasta Lebeña. A las afueras del pueblo está una de las iglesias más antiguas de Cantabria, Santa María de Lebeña. Ofreciendo espectaculares vistas a las montañas, sus arcos de herradura, los capiteles dibujados con hojas de acanto –en alusión a la eternidad–, el ara céltica, el tejo que se alza sobre el cementerio y los espigados olivos situados junto al ábside, hacen que todo el conjunto tenga un halo mágico, propio de lugares vinculados al culto arcano. Siguiendo la ruta, la carretera llega hasta Tama, localidad que celebra una feria del quesuco en julio.

A la derecha de la carretera abre sus puertas el moderno Centro de Visitantes de Sotama, cuyas instalaciones están dedicadas al Parque Nacional de los Picos de Europa en su vertiente cántabra. Y un poco más allá, tras dejar atrás los caseríos de Aliezo y Ojedo, llegamos por la misma carretera a Potes, capital de la comarca. Potes es el corazón económico y cultural de Liébana. Por mandato real se le concedió en el siglo XIV el privilegio de realizar un mercado semanal. Desde entonces, acuden cada lunes hasta aquí los vecinos de las aldeas y barrios de todo el territorio para reponer provisiones e intercambiar noticias y saludos. Auténtico motor del turismo lebaniego, su fisionomía está marcada por la piedra noble, los escudos blasonados, las calles empedradas y los balcones de madera adornados de flores en el barrio de La Solana. Aunque la torre del Infantado es su monumento más emblemático, también merecen nuestra visita el pasaje de Fuente La Riega, la calle del Sol y la iglesia de San Vicente, la más antigua de la villa (siglo XIV). Atravesando el río Quiviesa, por el encantador puente de San Cayetano, no podemos perdernos tampoco el Museo Cartográfico Juan de la Cosa y la Torre de Orejón de Lama, del siglo XV.

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A la salida de Potes, en dirección al pico de Fuente Dé, tomamos la carretera que conduce al monasterio de Santo Toribio de Liébana, Monumento Nacional. Fundado en la Alta Edad Media con el nombre de San Martín de Turieno, en el cenobio descansan desde finales del IX los restos de Santo Toribio. Sobrecoge la talla yacente en madera policromada del siglo XIV del obispo, de una excepcional belleza y serenidad. Aunque, sin duda, su pieza más importante y lo que atrae la devoción es la reliquia del Lignum Crucis, que dicen es el fragmento más grande conservado de la cruz donde murió Jesucristo. Además, la importancia como centro de la cultura medieval con los manuscritos del Beato de Liébana hacen de este monasterio una de las cuatro puertas santas de la cristiandad que, junto a Roma, Santiago de Compostela y Jerusalén permiten ganar el jubileo. El monasterio se encuentra rodeado de numerosas grutas y ermitas, entre las que destacan la cueva Sacra y la ermita de San Miguel. En esta última, a apenas un kilómetro, hay un mirador hacia el valle y el pueblo de Argüébanes.

La fisionomía de Potes está marcada por piedra noble, escudos blasonados, calles empedradas, balcones de madera cuajados de flores y tejados apuntalados unos en otros

Si retomamos la carretera, Mogrovejo es otra parada obligada: la memoria popular cuenta que aquí nació Santo Toribio. Es un pueblo pequeño y pintoresco, declarado Conjunto Histórico Artístico gracias a monumentos como la iglesia de la Asunción, que alberga una virgen gótico-flamenca muy valiosa, y al conjunto arquitectónico formado por la torre, la casona y la capilla de los Condes de Mogrovejo. La misma carretera nos lleva hasta Cosgaya, donde la leyenda sitúa el nacimiento de don Pelayo, primer rey de la Reconquista. Sea cierto o no, actualmente una imponente estatua del héroe mira majestuosa al Macizo Oriental. Para continuar con el itinerario nos desviaremos hasta Pido, que es el último pueblo del valle de Camaleño. La carretera acaba en Fuente Dé, municipio famoso por su Parador de Turismo y por el teleférico que en sólo tres minutos recorre 1.400 metros hasta llegar al mirador de Áliva, desde donde divisamos ampliamente todo el valle de Liébana. Este mirador, a más de 1.800 metros de altitud, es el mejor punto de partida para adentrarse en el Parque Nacional de los Picos de Europa y, si las nubes están bajas, disfrutar de unas vistas espectaculares con las cumbres asomando entre un mar de blanco.

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El sabor

La elaboración del orujo en la zona de Liébana es una tradición centenaria. En el proceso de destilación es fundamental la alquitara o alambique, normalmente fabricada en cobre y compuesta de tres partes: la inferior es la caldera; la intermedia o capotillo sirve como tapa para la caldera y la parte superior o copa, que cuenta con dos salidas exteriores, una para el agua y otra para el orujo. Para preparar el licor se vierte en la caldera el brujo, los restos de uva después de sacar el mosto, y se rellena de agua la copa. Entonces se coloca la alquitara al fuego (según la tradición con leña de encina), fuerte al principio y más suave cuando empieza a destilar, es decir, a emanar el vapor. El agua de la copa enfría el vapor y hace que se condense, formando el aguardiente. La destilación debe regularse para obtener los grados convenientes en un proceso que dura unas doce horas. El tipo de orujo más común es el blanco, que es el que sale directamente de la alquitara. Las otras variedades son producto de la mezcla de éste con endrinas, guindas, té, flores o miel. El aguardiente tiene una graduación alta, entre un 35-40%, aunque depende de la destilación. Dada su cantidad de alcohol, el valor calórico es elevado (cada gramo de alcohol aporta al organismo 7 kilocalorías) y se recomienda un consumo moderado.

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Más información

Qué comprar

En la visita a Potes hay que pasar por la calle de La Cántara para hacerse con unas botellas de orujo –con miel, con hierbas, con café, con chocolate o hasta de crema de manzana– y con unos tradicionales garbanzos de Liébana. En Espinama también podemos adquirir quesucos de las dos Denominaciones de Origen propias de Liébana: quesucos de Liébana y picón Bejes-Tresviso.

Visita obligada

El paso del Deva por Potes ofrece un bucólico paseo a las orillas del río. Acondicionado para caminar por los márgenes sin peligro, la humedad del entorno ha propiciado que la vegetación haya formado algo parecido a unos túneles verdes alrededor de la piedra en la que se puede disfrutar de hiedras, fresnos, tilos y alisos, entre otras especies.

Fiestas

La Fiesta del Orujo se celebra durante el segundo fin de semana de noviembre en Potes. El encendido del alambique, la cata de orujos o las actuaciones musicales de música folclórica y actual son el centro de las actividades de la celebración, junto con la entrega del trofeo de la Alquitara de Oro a la empresa que haya producido el mejor orujo del año.

Alojamientos

La Casona de Cosgaya, está levantada sobre una típica casa montañesa. Ubicada en Potes, su vinoteca y el restaurante El Urogayo ofrecen los mejores vinos para regar la tradicional cocina cántabra. Al abrigo de los Picos de Europa está construido el Parador de Fuente Dé. Sorprende su moderna arquitectura y su ubicación junto al teleférico que sube al mirador de Áliva. Muy adecuado para explorar la región a través de varias rutas de senderismo y para probar un cocido montañés o un solomillo al queso de Treviso.