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Pulpo a feira

Un país de piedra y agua

Actualizado: 13/10/2015

Entre aires señoriales de otro tiempo y una naturaleza casi salvaje, nace la Ribeira Sacra, una de las zonas más bellas del interior de Ourense. La comarca debe su nombre y sus tradiciones a las comunidades monacales que habitaron sus tierras desde el siglo VI y que dejaron, entre otras joyas, la receta para preparar uno de los platos más internacionales y deliciosos de la gastronomía gallega: el pulpo a feira.
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La ruta

Sólo la historia y los libros pueden explicar por qué el mejor pulpo gallego se elabora en el interior de la provincia de Ourense, lejos de las costas donde se captura. Por el territorio orensano, en los pastos verdes de la Rivoyra Sacrata, se asentaron las órdenes monacales puestas en marcha en el siglo VI por San Martín Dumiense y San Fructuoso, y se crearon poderosas comunidades que extendían sus derechos por un amplio territorio.

La cisterciense de Oseira, cuyas propiedades llegaban hasta la ría de Marín, arrendaba a los colonos las tierras bajo su jurisdicción. ¿Y cómo pagaban su tributo? Con sabroso pulpo fresco, un alimento que pronto se convirtió en imprescindible en ferias y mercados. Parece ser que, ya por el siglo XVII, la parroquia carballinesa de Santa María de Arcos, a 20 kilómetros de Oseira, contaba con los mejores pulpeiros gallegos, una fama que ha seguido creciendo hasta nuestros días.

Siguiendo los pasos de esta historia, nuestra ruta comienza en Santo Estevo de Ribas de Sil, donde se encuentra el Parador de Turismo (Monasterio de Santo Estevo; 988 010 110). Fundado en el siglo VI, este monasterio neoclásico, barroco y románico es un sortilegio mágico de piedra y arte. Continuamos desde Santo Estevo a Parada de Sil a través de la carretera, o bien siguiendo una ruta de senderismo que conduce hasta el centro de la localidad. Antes de aventurarnos a la caminata es necesario comprobar que llevamos un calzado cómodo, puesto que en total son 18 kilómetros de paseo.

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De camino debemos parar en el mirador de Cabezoas que ofrece, tal vez, la panorámica más fotografiada de la Ribeira Sacra. Alcanzado ya Parada de Sil nos espera el monasterio de Santa Cristina por el camino de la aldea de Castro, un paraje lleno de misticismo. Desde allí merece la pena acercarse a los Balcones de Madrid, el segundo mirador de la ruta, que nos ofrece espectaculares vistas, esta vez del cañón del Sil, desde el que observaremos cómo las aguas fluyen entre verticales paredes rocosas.

A 39 kilómetros por la carretera llegamos hasta Ourense. Es la capital de una de las diócesis más antiguas del Reino de Galicia, fundada en el siglo VI, y conserva muchos de los rasgos de esa coexistencia entre la vida rural y la urbana. Para comprobarlo tenemos que pasear por las estrechas calles de su casco antiguo o caminar entre los puestos con productos del país del mercado de abastos (plaza Abastos, 1; 988 220 188).

Si nuestra visita coincide con un fin de semana, nos sorprenderá su animada vida nocturna, pero no recomendamos trasnochar demasiado. Los domingos conviene levantarse temprano para encontrarnos en cualquier rincón del mercado con una pulpeira en delantal preparando raciones de pulpo a feira entre los vapores que emanan de sus caldeiros.


O Carballiño celebra en agosto la Festa do Pulpo, uno de los festejos gastronómicos más tradicionales donde comer pulpo, empanadas, y carne al caldero

Tomamos la carretera, que discurre entre frondosos bosques, hasta llegar a Ribadavia. Asentada sobre el margen derecho del río Miño, en su confluencia con el Avia, cuenta la tradición que en esta histórica villa el rey García situó, entre los años 1065 y 1071, la capital del Reino de Galicia. Sus vestigios arquitectónicos e históricos lo confirman. La Plaza Mayor, el pazo de los condes de Ribadavia (plaza de Mayor; 988 471 275), –museo y oficina de turismo–, el castillo y el conjunto monumental de Santo Domingo son imprescindibles.

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Como también lo son la Feira do Viño do Ribeiro, que se celebra cada año a finales de abril, y la Festa da Istoria, en agosto, que nos transporta a la época medieval.

Al salir de Ribadavia nos introducimos en el país del Ribeiro, vino típico de la región, atravesando un paisaje mágico del que forma parte Berán, que cuenta también con un fabuloso conjunto histórico, y Leiro, donde disfrutaremos por su paseo fluvial. San Clodio, con su monasterio, es otra de las paradas que no debemos perdernos en este recorrido que pasa por O Carballiño y su parque municipal. El templo de la Veracruz, de la segunda mitad del siglo XX, el castro Cavadoso y el parque etnográfico del Arenteiro son otras visitas de interés histórico.

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La ruta finaliza en Pazos de Arenteiro. Esta aldea, declarada Conjunto Histórico-Artístico, impresiona por sus laderas, con forma de terrazas naturales y sus pazos, que desprenden un aire señorial de otro tiempo. El viaje termina, pero seguramente nos llevemos con nosotros un sentimiento muy propio de la tierra, la “morriña” por volver a ver Galicia.

El sabor

La receta del pulpo a feira es una de las más conocidas de la cocina gallega y no hay fiesta ni celebración que se precie en la que este plato no sea protagonista. Uno de los problemas que tiene el pulpo es la dureza de su carne. Antiguamente, para ablandarla, se golpeaba contra una superficie dura. Ahora, es más habitual congelarlo para lograr una carne más tierna. Para prepararlo hay que poner una olla con agua y, cuando ya esté hirviendo, se mete el pulpo un minuto y se saca. Se repite la operación tres veces y en la última se deja dentro para que hierva a fuego medio/alto durante unos 45 minutos. A continuación se pincha el pulpo para comprobar que está lo suficientemente tierno, se saca del agua y se cortan las patas en rodajas y el cuerpo en trozos no muy grandes. Seguidamente se cuece medio kilo de patatas peladas y cortadas en rodajas en el mismo agua que el pulpo. Se escurren bien y se reservan.

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Para presentarlo hay que tener un plato de madera. En primer lugar ponemos las patatas y las cubrimos con el pulpo. Se echa por encima sal gruesa, se espolvorea con pimentón dulce y picante y se añade un chorrito de aceite de oliva virgen extra. El pulpo tiene un bajo valor calórico, bajo contenido en grasa y colesterol y un alto contenido en proteínas de elevada calidad, por lo que es más que aconsejable incluirlo en nuestra dieta con asiduidad. Una ración de pulpo aporta minerales como fósforo, potasio, hierro, calcio y especialmente selenio, mineral con carácter antioxidante. También vitaminas como la B12 y niacina.

Más información

Visita obligada

Los soportales de piedra de la Plaza Mayor de Ourense acogen cada primer domingo de mes un mercadillo de antigüedades que es una cita que no se nos puede pasar. Durante unas horas la plaza se transforma en una especie de rastro en el que es posible encontrar desde una pieza histórica hasta un cromo antiguo de colección o postales ya escritas para los más nostálgicos.

Tesoro oculto

A la vera del río Miño, Ourense cuenta con las aguas termales de A Chavasqueira (Mercado da Feira, s/n; 988 214 821). El agua brota a altas temperaturas y permiten darse un baño caliente al aire libre. Ya sea para disfrutar de las pequeñas piscinas o de los tratamientos del balneario instalado en los alrededores, la experiencia merece la pena.

Fiestas

La Festa do Pulpo de O Carballiño, uno de los festejos gastronómicos más tradicionales de Galicia, recibe cada segundo domingo de agosto a decenas de miles de personas dispuestas a degustar el pulpo a feira. Empanadas de bonito y de carne al caldero, pan de Cea y vino de Ribeiro acompañan también los desfiles y las actuaciones de grupos de música tradicional.

Alojamiento

Situado en el centro de Ourense, junto a la zona monumental, se encuentra el Hotel Carris Cardenal Quevedo (Cardenal Quevedo, 28; 988 375 523). Habitaciones cálidas, modernas y enormes ventanales para descansar y disfrutar del casco histórico de la ciudad, que se encuentra sólo a cinco minutos a pie. El monasterio de San Clodio(San Clodio s/n; 988 485 601), en Ribadavia, es un edificio cisterciense del siglo XII rehabilitado como hotel. Espiritualidad, claustros llenos de paz y un jardín para meditar o para darse un buen baño en su piscina.