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Hay barrios con estrella, estrellados… y “haylos” también olvidados; y, sin duda, Sarrià es uno de estos últimos. Situado en el noroeste de Barcelona, este vecindario fue antaño un pueblo de veraneo de la jet del Ensanche y, durante muchos años, parecía más un enorme geriátrico que un barrio de la zona alta de Barcelona.
Afortunadamente, como ha sucedido en otras grandes ciudades (como Chelsea en Nueva York o Notting Hill en Londres), Sarrià está viviendo su primavera y, seguro que en breve protagonizará muchos de los titulares que ahora copan barrios como Sants, Poble Nou, Sant Antoni o el Poble Sec.
Sus privilegiadas vistas sobre Barcelona, sus bucólicas plazas, sus encantadoras calles llenas de historia o su paisaje de casitas bajas son argumentos más que de sobra para ello, pero son muchos más y, puesto que lo que aquí nos interesa es la gastronomía, pongamos el foco sobre ellos. En este sentido, un paseo de medio día por su calle principal, Major de Sarrià, a través de vuestro paladar, os robará el corazón.
Una calle Major de Sarrià que, desde su parte más baja (nace en la plaza Artós) hasta cuatro pasos por encima de la bella iglesia de Sant Vicens (situada en la plaza de Sarrià) está repleta de tiendas de vinos con tanta solera como referencias, es el caso de la bodega 'Lafuente', o de barrio y auténticas, y por ende con encanto, como las bodegas 'Artós' o 'Iskia'.
También proliferan los comercios de productos de proximidad y ecológicos como 'Cabrera Fruits', 'Terra Extranya', 'Sin Más' o su dominical mercado callejero. Así como productos italianos que se pueden comprar en tiendas como 'Bucatini', 'Parliamo di Pasta' o 'Delize'; comer entre panes en la bocatería ilustrada 'Panino Silvestre'; o beber en 'Massimo'.
En su Mercado encontraréis la calidad indiscutible, particularmente si os dejáis caer por las paradas de Marta (en Masclans ofrece el mejor bacalao, salazones o ahumados) o de Jordi (Casademunt es la meca de los carnívoros de la zona alta).
Tras una jornada extenuante de shopping gastronómico, llega la hora del aperitivo, para el que tenéis dos opciones situadas en las antípodas. Por una parte, podéis optar 'por porno gastronómico del duro' con las célebres, celebradas y… ¿sobrevaloradas? patatas bravas del 'Bar Tomás'.
Y si lo que os apetece es un Desayuno con diamantes, podéis traducirlo al paladar con ostras con champán en 'Gouthier'.
Y tras el aperitivo, ¿Qué toca? Facilísimo: comer en el restaurante 'Vivanda'. Por su sala, contenido (Pep, Quico o Marc os harán sentir como en casa) y continente (dispone de uno de los patios interiores más bellos y acogedores de Barcelona).
La propuesta gastronómica de Jordi Vilà (chef con 3 Soles Repsol por los restaurantes 'Alkimia' y 'Louis 1856') está repleta de tapas y platillos de raíz catalana entre las que destacan sus croquetas de jamón (en el podio barcelonés), sus ensaladillas (la Molotov es la bomba), o su coca de escalivada con anchoas.
También merecen mención platillos como sus huevos (ya sea en forma de tortilla de patata, de huevo frito con membrillo, sobrasada y patata o de huevo poché con chips y panceta Maldonado), sus terrinas (disparad a la de caza), sus escabeches (el de perdiz es para mojar una barra de pan entera), o su cazuela de mejillones. No podemos dejar de mencionar sus antológicos canelones, arroces a la cazuela, o tártars (para original y rebueno el de atún).
Son recetas de siempre que Jordi viste de hoy y de largo, como la Liebre a la royal; las Manitas de cerdo con mollejas de ternera y espinacas a la mostaza, o pescados salvajes al horno servidos sobre un lecho de patata, cebolla, tomate y ajada. Se nos hace la boca agua con todos sus postres, aunque en la primera línea de la parrilla están la torrija y el babá al ron.
El restaurante 'Vivanda' es, sin duda, la mejor casa de comidas de Sarrià. Los restaurantes 'Ken' y 'Tram-Tram' no están mal para una tercera o cuarta visita al barrio. Si el gin-tonic, o el bajativo elegido, queréis disfrutarlo por ahí -Pep los prepara de cine-, apuntad: 'Bar Tretze', 'Quinto Pino' y 'The Room Service'. Y, colorín, colorado, medio día ya ha pasado, pero comprando un dulce en alguna de las grandes pastelerías que alberga este barrio ('Oriol Balaguer', 'Bolet', 'Baixas', 'Foix'…), el subidón de azúcar y de Sarrià no decaerá, especialmente si es un brazo de gitano de la centenaria 'Foix'.
En definitiva, Sarrià está de moda y prêt-à-manger.