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El Camino Marítimo comienza en las calmadas aguas de la ría de Arosa remontando el río Ulla. Este tramo de la ruta marítimo-fluvial jacobea sigue el itinerario marcado por los 17 cruceiros que señalan el camino que realizó el cuerpo del apóstol Santiago antes de ser enterrado en Galicia.
Hasta llegar a su destino, las embarcaciones que reproducen la Traslatio comparten espacio con bateas, mariscadoras e islotes como el de Malveira o Cortegada, la parte menos conocida del Parque Natural de las Islas Atlánticas. Ya en las aguas del Ulla, las Torres de Oeste recuerdan las defensas que se tuvieron que construir en Catoira a causa de las incursiones vikingas. El primer tramo del Camino Marítimo concluye con la llegada al puerto de Pontecesures, localidad muy próxima a la siguiente parada marcada en el mapa: Padrón.
El mejor momento para cubrir el segundo tramo, si la planificación lo permite, es el domingo. El motivo es simple: el mercado de Padrón. Llegar a la villa, tras haber recorrido los pocos kilómetros que la separan de Pontecesures -a través Souto-, y dejarse llevar por los aromas que desprenden el pulpo a feira y los pimientos de Padrón es una experiencia casi igual de gloriosa que la llegada a la plaza del Obradoiro.
Una vez allí, el convento de San Antonio de Herbón, El Espolón y, sobre todo, la iglesia de Santiago muestran el lazo que une al pueblo con el Camino Marítimo. La fusión con el Camino Portugués multiplica el número de peregrinos que visitan esta iglesia en la que reposa el Pedrón, la antigua ara romana a la que los discípulos de Santiago amarraron la barca de piedra con sus restos.
Siguiendo la ruta hasta Iría Flavia, tras cruzar el río Sar, los peregrinos contemplan el Convento del Carmen antes de afrontar la subida hasta Santiaguiño del Monte, refugio del apóstol durante su predicación en España.
Antes de comenzar el último tramo del Camino Marítimo, la tradición manda sellar la credencial en la iglesia da Escravitude de Padrón. Una vez realizado el trámite, los peregrinos siguen las flechas amarillas que señalan la ruta hasta Santiago de Compostela a través de un paisaje en el que siempre reina el verde.
El camino hasta Teo cruza varias aldeas en las que los llanos dominan la orografía. Sin embargo, es en ese punto donde las cuestas comienzan a aparecer hasta alcanzar la Gloria. En este tramo la Traslatio discurre por lugares como la Rúa de Francos, lugar en el que la leyenda dice que se encuentra el palacio de la reina Lupa, el Castro Lupario. También su cruceiro es un punto reconocido como uno de los más fotogénicos y reivindicativos de la zona.
Las flechas amarillas siguen indicando el camino por los bosques que unen O Faramello con Milladoiro, localidad en la que se encuentra el Monte do Gozo de este Camino, la ermita de María Magdalena. Es aquí donde las torres de la catedral ya se atisban en el horizonte, insuflando ánimos a los peregrinos, que solo deben recorrer unos kilómetros para alcanzar su meta: la Catedral de Santiago de Compostela.