Compartir

{{title}}
{{buttonText}}
Si tienes suerte, puedes ver el oso pardo en su hábitat natural. Foto: Turismo de Cantabria.

Dónde ver osos en Cantabria

En busca del escurridizo oso pardo cantábrico

Actualizado: 25/11/2020

En el rincón más remoto de la Cordillera Cantábrica el oso pardo no se esconde y reclama su lugar natural. Más allá de los Picos de Europa, la frontera entre las comarcas de Liébana (Cantabria) y la Montaña Palentina conforma un corredor biológico donde los big five del cantábrico se dan un homenaje entre el bosque de roble y la colina, entre el risco y el valle glaciar. Osos, lobos, ciervos, rebecos, gatos monteses, jabalíes, caballos salvajes… Aquí el ser humano escasea y el turista desaparece en este territorio virgen, solitario e inabarcable donde las pistas forestales sustituyen a las carreteras y un "safari cantábrico" se convierte en un imprescindible para cerrar el otoño.
Descárgate la App, acierta con tus planes y gana premios
Descargar app

Telescopio, prismáticos y vehículo 4x4 son necesarios para acercarse a la biodiversidad de este entorno fronterizo. ¿Para entenderla? un guía experto en fauna y flora del norte de España, que nos muestra el rastro del oso pardo entre el follaje y la ladera hasta encontrar las mejores localizaciones para observarlo en su hábitat. "No hay un recorrido fijo", explica Alfonso Palazuelos, licenciado en ciencias ambientales que organiza y dirige expediciones ecoturísticas por las comarcas de Liébana, Picos de Europa y la Montaña Palentina para niños y adultos. "Vamos en todoterreno hasta un lugar estratégico donde poder observar el paso de fauna salvaje. Luego, solo hay que tener paciencia".

alt

Las prisas de poco sirven y el ruido mucho menos en esta actividad de avistamiento. Dependiendo de la época del año el oso cruza la ladera en busca del fruto silvestre que se dé; los lobos dejan su rastro en los caminos a la caza del venado, que se oculta en la inmensidad del bosque de roble, mientras el rebeco se oculta entre las cumbres y el jabalí entre el piorno. El escenario de los cinco grandes es una cadena montañosa que el otoño pinta de rojo y dorado en su masa boscosa y que vamos a recorrer desde Cervera del Pisuerga hasta la villa de Potes, pasando por el valle de Pineda y los bosques de Pesaguero en Liébana.

alt

"Este es el último reducto del oso pardo en la vertiente oriental de la cordillera Cantábrica", explica Palazuelos, mientras despliega el mapa de la zona sobre el capó del Nissan Pathfinder. "Durante la década de los sesenta esta población se redujo hasta 20 ejemplares que se quedaron aislados del resto de la parte occidental", comenta el guía. Estas cifras alarmantes motivaron la implantación de las primeras medidas para la protección y recuperación de esta especie.

"Los mejores momentos para observarlo son al amanecer y al atardecer", añade. Por ello, como para cualquier safari, madrugar es imprescindible como lo es llevar ropa cómoda y de abrigo, a prueba del viento y del frío que azotan en los miradores. Calzado adecuado o botas preparadas para el barro de los caminos también harán falta. De los binoculares, telescopios y resto de equipo se encarga este guía de la empresa de turismo activo 'Naturaliste' que oferta diferentes excursiones por la cordillera. Cervera del Pisuerga, en el corazón de la Montaña Palentina, es el punto de partida de la nuestra.

alt

Con rumbo noroeste, la carretera comarcal P-211 deriva en un camino pedregoso, no apto para turismos, una vez dejamos atrás el pueblo de Resoba y nos introducimos en el Parque Natural de la Montaña Palentina. En este espacio protegido de 78.360 hectáreas, recorrido por los ríos Pisuerga y Carrión, cada valle nos regala un paisaje diferente. El ritmo lo marca el bache, la curva y el traqueteo del 4x4. Un auténtico safari.

Primero, las colinas suaves dibujan extensos valles cubierto por el bosque del roble y del haya; en las cotas más altas irrumpen picos afilados de caliza de 2.500 metros, precipicios y praderas alpinas donde pasta el ganado en libertad junto a lagos glaciares. No se ve rastro de civilización, tan solo alguna cabaña de piedra, refugio de pastores, cazadores y pescadores de truchas. El ser humano parece un intruso aquí. Ya hemos llegado al punto de observación.

alt

La paciencia es un don

"La dispersión de los machos jóvenes de la vertiente occidental ha hecho que la población del oso pardo en los valles de Liébana y la Montaña Palentina haya aumentado en los últimos años y con ella sus avistamientos", comenta el ambientólogo al tiempo que despliega el equipo de observación necesario para esta actividad que, cada vez cuenta con más adeptos.

alt

En este entorno no hay señales que indiquen miradores ni sitios turísticos. Cada enclave estratégico para contemplar el paso de fauna silvestre es el patrimonio de cada guía, que ha descubierto después de horas de exploración. Normalmente estos puntos de avistamiento se emplazan en lo alto de colinas donde se puede acceder en vehículo todoterreno, que conceden una panorámica extensa de las laderas donde se pasean los grandes omnívoros de la zona por sus corredores.

La espera la ameniza la grandeza del paisaje, la brisa fría del otoño y la montaña nos mantiene despiertos. La paciencia siempre merece la pena aquí, aunque unas veces se ven osos y otras veces no. ¿En estadísticas? "Hay un 50 % de posibilidades de verlos", según Palazuelos. Las mejores épocas son el otoño, finales de la primavera y comienzos del verano, según el guía. En invierno es más complicado puesto que muchos ejemplares de esta especie en peligro de extinción hibernan. El lobo, escurridizo, aparece y desaparece a su gusto en pequeñas manadas; el ciervo rojo o venado es fácil de ver en lo alto de los cerros como lo es ver el vuelo del águila real, el alimoche o buitre leonado, que anidan en los cantiles y riscos.

alt

Estamos cerca del alto de las Doncellas, pero este mirador no tiene nombre y "mejor que no lo tenga", según Alfonso Palazuelos, que guarda con celo el paradero de las diferentes localizaciones de avistamiento de fauna, de acuerdo con la política del Parque Natural de la Montaña Palentina.

La Alaska de Castilla

El bosque de roble desaparece a medida que nos acercamos al valle de Pineda. El periodo cuaternario ha dejado a su paso esta enorme depresión marcada por el río Carrión y su carácter glaciar. El resultado es un páramo frío y solitario, vertebrado por un solo camino que avanza junto al río entre pastizales, donde brotan matorrales como el brezo y la escoba, hasta ascender a un circo de montañas que esconden un lago idílico glaciar: el Pozo Curavacas. Uno se siente en mitad de la nada aquí, lo más parecido al Denali de Alaska en la Montaña Palentina.

alt

Vadeamos algunos riachuelos a medida que avanzamos por el valle. Palazuelos acompaña el recorrido con explicaciones del origen geológico y los efectos de la última glaciación en la zona, que ha dejado a su paso circos, umbrales, valles en artesa y sistemas de morrenas. A esta reserva solo pueden acceder vehículos autorizados entre los pastos donde los caballos corren en libertad y el ganado vacuno de la variedad tudanca se prepara para la trashumancia. A la altura de las escaleras de Ves, que forman un conjunto de cascadas, dejamos el vehículo para caminar (15 minutos) hasta el Pozo Curavacas. Un pequeño trekking hasta este lugar idílico, cargado de leyendas e ideal para un pícnic montañés, antes de cruzar la frontera hacia Liébana.

Los Bosques de Liébana y la Capital Rural

El collado de Piedraluengas (CL-627) hace de frontera entre La Montaña Palentina y Liébana, o Castilla y León y Cantabria por su cara occidental. El bosque retoma su esplendor en el municipio de Pesaguero, que conserva una importante área de recuperación del oso pardo además de la Casa de la Naturaleza, para familiarizarse con el tema. Desde aquí parten numerosas rutas a pie para explorar la zona.

alt

En los caminos y pistas forestales se puede observar el rastro del lobo ibérico. Palazuelos acompaña la actividad con la interpretación de huellas y vestigios del paso de fauna salvaje. "El lobo tiene unos lugares determinados de caza y cría", explica. ¿Cómo distinguir el rastro de un perro del de un lobo? "Las pisadas de lobo siempre son en línea recta mientras que el trote del perro es mucho más errático".

El microclima de esta comarca hace que se fundan en una gran masa forestal hayas, robles, abedules, tejos y castaños con encinas y madroños. Desde la aldea de Avellanedo hacia lo alto de las praderas de la Peña de Brez (1.626 m), descubrimos otro mirador natural entre la Montaña Palentina y Liébana, donde contemplar este corredor natural cargado de biodiversidad y la silueta de los Picos de Europa al oeste.

alt

Una buena forma de concluir el safari cantábrico es hacerlo en la villa de Potes. La capital de la comarca de Liébana es también del Turismo Rural 2020, según el portal escapadarural.com. ¿Alguna idea? Descubre la tradición del orujo en la destilería de la Compañía Leganiega de Vinos y Licores, sube hasta la torre del Infantado o hasta Santo Toribio una vez más; cruza sus puentes, saborea la atrevida propuesta del restaurante 'La Soldrería' o el clásico cocido lebaniego en 'Casa Cayo' y en la 'Taberna Plaza'. En la comarca, las opciones son ilimitadas, lo mejor será volver.

Te puede interesar