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El día sin una nube permite que picos como L´Aut luzcan sin pudor su blancura.

Escapadas invernales cerca de Barcelona

La cara bonita del invierno catalán

19/11/2024 –

Actualizado: 14/02/2023

Cuando parecía que este invierno íbamos a batir el récord de altas temperaturas… ¡Bum! Llegó la ola de frío. Ante un panorama así, apetece quedarse en casa junto al radiador… hasta que vemos cómo con la nieve también han aparecido paisajes invernales de ensueño, estaciones de esquí en buenas condiciones, naturaleza espectacular y pueblos de postal. Sacúdete la pereza de encima y descubre los lugares que te invitan a disfrutar del invierno, en su versión más bonita, en una escapada a tres horas y media como máximo de Barcelona.
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1. Vall de Boí

Situado en la comarca leridana de l’Alta Ribagorça, el municipio de la Vall de Boí, a tres horas y media de Barcelona, está formado por ocho pequeños pueblecitos o núcleos rurales que, en total, no suman más de mil habitantes. Dicho así parece algo insignificante, hasta que descubres que el valle está rodeado por el impresionante Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, que tiene un número elevadísimo de iglesias románicas que son patrimonio de la Unesco y que, además, puede presumir de estación de esquí con un snowpark.

La torre de Santa Eulalia. Según la leyenda, la joven Eulalia fue motivo de disputa entre Sant Climent y Sant Joan.

La torre de Santa Eulalia. Foto: Sofía Moro

Para vivir la Vall de Boí en todo su esplendor blanco, lo ideal es realizar el recorrido a pie. Existen antiguas caminos que conectan los pueblos repartidos por el valle y son rutas fáciles, ideales si viajas con niños. El del Pont de Saraís recorre el río Noguera de Tor e incluso lo cruza por un puente colgante. La mayoría parten de Barruera, donde aconsejamos reponer fuerzas al volver en ‘El Ventador’, un restaurante que le da una interesante vuelta de tuerca a la cocina de montaña.

Otra forma de hacer caminatas y reconciliarte con la vida es visitar algunas de las ermitas declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco. Son auténticas joyas de arte románico como la emblemática iglesia del siglo XII de Sant Climent de Taüll, cuya torre campanario de seis pisos te dejará sin habla. En su ábside se encontró el famoso Pantocrátor que simboliza mejor que ninguna muestra pictórica el arte románico catalán. El original está en el MNAC de Barcelona, pero cada 30 minutos podrás verlo gracias a un ingenioso sistema de mapping que lo proyecta en sus muros milenarios.

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Así se ve el interior de Sant Climent. Foto: Sofía Moro

Si te posee el espíritu montañero, las excursiones más exigentes las encontrarás en el propio Parque Nacional de Aïgüestortes, sobre todo aquellas a las que se accede desde Cavallers. Discurren entre los casi 200 lagos del parque por rocas de granito y permiten ver las majestuosas cuatro montañas -de más 3.000 metros- que hay en el valle, coronadas de nieve. ¿Lo tuyo en invierno es esquiar? La estación de Boí Taüll, la más alta de los Pirineos, está poco masificada y cuenta con una zona baja, muy indicada para principiantes.

2. La Vall d’Aran

Con paisajes con cascadas, bosques y lagos, y salpicado de pueblos de piedra y pizarra donde los habitantes hablan un idioma propio, el aranès, la Vall d’Aran -también a tres horas y media de Barcelona-, es la escapada perfecta para vivir un invierno de cuento. Allí tienen una de las pistas de esquí mejor valoradas de España, la atlántica Baqueira-Beret, que va a darte muchas alegrías con sus 170 kilómetros de pista para saciar tu adrenalina.

Valle de Arán

La capital de la comarca es Viella y está situada en medio de los pintorescos pueblos, por lo que es ideal para establecer el campamento base. Además, su Iglesia de Sant Miquel es una joya del románico catalán y custodia el impresionante Cristo de Mig Aran.

Los 33 pueblos que salpican el valle pueden presumir de singularidad autóctona, con sus techos de pizarra escalonados y sus calles de piedra. Desde uno de los más bonitos, Bausen, parte la ruta del Bosque de Carlac: dos horas de caminata a través de un precioso bosque de hayas ancianas y de tronco retorcido que parecen susurrar a tu paso.

3. La Cerdanya

La equilibrada belleza del valle de la Cerdanya, en Girona -a menos de dos horas de la Ciudad Condal-, es difícil de encontrar en otros lugares. Rodeado de altas montañas, sus prados y sus bosques de pinos, abetos y álamos mutan con las estaciones, ofreciendo en invierno una sinfonía de azules y blancos que lo hacen único.

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La capital de la Cerdanya catalana -hay una Cerdanya francesa- es Puigcerdà, un núcleo muy animado y que en sí mismo ofrece una muy bucólica ruta alrededor de su lago. Otros rincones idílicos que no puedes perderte de la comarca y que harán explotar tu Instagram son el puente de La Llana, en Martinet, que cruza el río de La Llosa, o el pintoresco pueblecito medieval de Bellver de la Cerdanya, que conserva parte de la muralla. Si prefieres esquiar a sumergirte en la historia, las estaciones de la zona son Masella y La Molina. La primera permite esquiar de noche y la segunda es ideal para familias y principiantes.

Otro gran atractivo de La Cerdanya es su gastronomía, con excelentes opciones de cocina de montaña y de autor, como ‘539, Plats Forts’ (Solete Guía Repsol), en Puigcerdà -no te vayas sin probar sus croquetas-, ‘La Buixeda’, en Alp, o la cocina afrancesada de ‘Ambassade de Llívia’ (Recomendado por Guía Repsol), un pueblo catalán que está totalmente enclavado en territorio francés.

4. Vall de Núria

Una escapada de fin de semana a la estación de esquí de la Vall de Núria puede ser el plan familiar perfecto. Este valle está en el término municipal de Queralbs, en los Pirineos gerundenses de la comarca del Ripollès. Al atractivo de subir en tren cremallera hay que sumarle extras como bautizos de nieve para no iniciados, paseos con raquetas -también las noches de luna llena-, chocolatadas, cuentacuentos y la estrella de sus instalaciones: el parque lúdico. Se trata de un paraíso de trineos, tirolinas, rocódromo, toboganes, circuitos de altura y patinetes de nieve para los más pequeños.

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El tren cremallera es uno de los grandes iconos del Valle de Nuria. Foto: Flaminia Pelazzi

El famoso tren cremallera de Núria sube con un desnivel de más de 1.000 metros los 12,5 kilómetros que hay hasta el valle y la estación de esquí. A los pies del Santuario de Núria hay un gran lago que se congela en invierno y se puede recorrer circularmente. Si llegas hasta el mirador, tendrás una preciosa vista del Santuario al fondo y de los picos nevados alrededor. Existen más miradores subiendo por diferentes rutas, todos ellos bastante accesibles. El teleférico Coma de Clot te subirá a pie de pista, pero también se puede coger solamente para ver el valle a vista de pájaro.

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Las rutas por estos montes son de las más buscadas en el invierno catalán. Foto: Flaminia Pelazzi

Para conocer los alrededores, una de las rutas más originales es la de los cuatro puentes, que recorre los puentes de piedra de origen románico que se construyeron hace muchos años para atravesar los torrentes del valle. En cada uno de ellos encontrarás fotografías de cómo eran cuando no existía el móvil, la televisión o los coches.

5. Parque Natural del Cadí - Moixeró

Allí donde se unen los Pirineos con los Prepirineos hay una barrera montañosa formada por las sierras del Cadí y del Moixeró y, por extensión, un lugar donde la naturaleza te está llamando. Repartido en tres comarcas catalanas (Alt Urgell, Berguedà y Cerdanya), en el parque encontrarás muchas formas de adentrarte en la magia de la montaña en invierno: miradores que son un balcón a paisajes de película dignas de Peter Jackson, salidas con raquetas de nieve o itinerarios con pasarelas y senderos que cruzan saltos de agua, fuentes naturales y paredes abruptas, con el Pedraforca, la emblemática montaña de 2.506 metros, como testigo impasible de tu síndrome de Stendhal. Con un poco de suerte podrás ver algún ejemplar de especie en peligro de extinción, como el quebrantahuesos, o la mágica flor de nieve.

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Si quieres un fin de semana aventurero, no hace falta que te unas a los grupos de expertos en escalada, espeleología o descenso de barrancos que visitan este paraje; puedes apuntarte a alguno de los circuitos y tirolinas para todo tipo de público y edades que van por los árboles en el Pedraforca Parc Aventura, a seis kilómetros del pueblo de Saldes. Si prefieres una actividad más relajada, entre los meses de enero y marzo los restaurantes del Berguedà realizan su campaña de la caza y la trufa y ofrecen platos con estos dos espectaculares ingredientes, como hacen en ‘Ca L’Amagat’, en Bagà. Por cierto, este pueblito es uno de los 17 incluidos en el parque y tiene núcleo medieval.

¿Que en invierno tú solo piensas en nieve? En Rasos de Peguera, la estación más próxima a Barcelona, podrás hacer excursiones con raquetas, bajar en trineo y practicar esquí de montaña -pero no esquí alpino-. Tienes baño de nieve asegurado y una nueva estación anual favorita.

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