Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Andalucía, 1995. 23 misteriosas muertes sacuden el pequeño pueblo de Feria. Todo apunta a que los padres de Eva (Ana Tomeno) y Sofía (Carla Campra) han tenido algo que ver con estos cadáveres que han aparecido al lado de la mina. Mientras las autoridades buscan respuestas, en el lugar se desatan sucesos cada vez más inexplicables y peligrosos.
Así arranca Feria: La luz más oscura, miniserie creada por Carlos Montero (Élite) y Agustín Martínez (La caza. Monteperdido), con la que seducir a los suscriptores de Netflix a base de intriga y fenómenos paranormales. El espectacular municipio de Zahara de la Sierra (Cádiz) ha servido como escenario privilegiado para viajar a los años 90, además de algunas localizaciones catalanas que también se han convertido en la ficticia localidad de la producción.
“Agustín (Martínez, uno de los creadores de la serie) quería que estuviera localizada en Andalucía, en uno de los pueblos blancos de la zona”, nos explica Dídac Bono, encargado del diseño de producción. Finalmente se optó por Zahara porque tenía “el añadido del embalse, que tiene un rol importante en el argumento”, dice Bono, y también porque “era bastante desconocido” con respecto a otros municipios de la zona, lo que “permitía que te pudieras creer que era Feria”.
Así es como la serie de Montero y Martínez puede lucir con orgullo mucho de lo que ofrece Zahara -no confundir con la otra, Zahara la de los Atunes-, nombrado oficialmente como uno de los Pueblos Más Bonitos de España. Para empezar, su privilegiado emplazamiento, perfectamente distinguible en varios planos aéreos de Feria. Cerca de Ronda (Málaga), el pueblo de origen nazarí está en la zona norte de la provincia de Cádiz, debajo de la Sierra del Jaral.
En la serie se puede apreciar el espectacular entorno del pueblo, que está ubicado dentro del Parque Natural Sierra de Grazalema, con vistas a estas y otras maravillosas zonas montañosas de la comarca de la Sierra de Cádiz. Tampoco hay que perderse el citado embalse (Zahara-El Gastor), al que nos podemos asomar en varios capítulos.
El pueblo mismo de Zahara está elevado en un risco, posición que lo convierte en un lugar perfecto desde el que echar un vistazo a todo el área. Hay varios miradores en el pueblo para disfrutar de las vistas, pero dos buenos opciones seriéfilas son la Plaza del Rey, donde está el ayuntamiento -seguramente el espacio que más veces aparece en la serie- o la llamativa Torre del Homenaje del castillo del pueblo -el punto más alto del pueblo, también reconocible en varias secuencias-.
El equipo de Feria: La luz más oscura estuvo varias semanas en Zahara, entre preparativos y rodaje. Durante esos días los trabajadores de la producción de Filmax trabajaron a destajo, con la colaboración de casi todo el pueblo, para que viajara casi 30 años en el tiempo -con sus carteles y sus looks- y se pudieran captar sus empinadas calles y sus características casas blancas.
Mientras la historia de las dos hermanas se oscurece, no deja de lucir el blanco de Zahara. Bono destaca en ese sentido el trabajo de la dirección de fotografía, obra de David Acereto (AEC): “El hecho de que las paredes sean blancas complicaba mucho el trabajo técnicamente para fotografiarlo bien, pero él sacó oro de las piedras”. Con unos habitantes en tensión y dolor por los inquietantes sucesos que están viviendo, las localizaciones de Feria pasan por varios lugares del pueblo. Uno de los espacios donde se reúne la gente del pueblo ficticio es en el exterior de la barroca Iglesia de Santa María la Mesa (el interior es del Monasterio de Santes Creus, en Tarragona), ubicada en la mencionada Plaza del Rey.
Desde la plaza se puede andar también a una de las varias calles con cuestas de Zahara que aparecen en la serie, como la cercana calle de la Manchega, donde mantienen una conversación Sofía y Chisco (Jorge Motos) o por donde suben las dos hermanas protagonistas al ir a la iglesia.
“En Zahara te lo haces todo caminando”, explica Bono, que detalla cómo atrezaron también las casas y las callejuelas del pueblo para hacer distintos exteriores: la casa principal de Eva y Sofía -en la que ubicaron también un lavadero-; la de la familia de Mar (Carmen Navas), el videoclub o el ultramarinos se rodaron allí. A las afueras del pueblo se hicieron también los exteriores del centro de menores (merendero) y la discoteca (centro de deportes) que aparecen en la serie.
Otra de las localizaciones más icónicas de Feria: La luz más oscura es la de las minas y su túnel, absolutamente centrales en la trama de muertos y cultos que protagonizan los vecinos del pueblo. Un lugar que, curiosamente, funciona también como puente entre las dos comunidades donde se rodó la serie. Aunque la bocamina se reconstruyó en Minas de Riotinto (Huelva), zona que destaca por el característico color rojo de las aguas del río Tinto -aunque, curiosamente, lo que se ve en pantalla se tuvo que tintar expresamente para la producción-, ya en el primer tramo dentro del oscuro túnel se da un salto geográfico.
En las escenas interiores de la mina ya estamos Cataluña. En las Minas de Cercs (Barcelona), durante el primer tramo, y en las Minas de Bellmunt del Priorat (Tarragona) en el segundo, en sus zonas más salvajes. Esa parte, comenta Dídac Bono, se escaneó luego para realizar una compleja reconstrucción en plató que recrea el interior más oculto de la mina en la serie.
Otro de los espacios más distinguibles de Feria, el pantano, también se rodó en Cataluña. Aunque se vea varias veces desde lo alto el Embalse de Zahara-El Gastor, las secuencias más cercanas, como la de la fiesta inicial, corresponden realmente al de Darnius Boadella (Girona). Las escenas desde el agua se hicieron en la piscina del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de San Cugart (Barcelona).
Hay, además, algunos otros exteriores catalanes en la serie, como el del cuartel de la Guardia Civil (Colonia Vidal de Puig-reig), el exterior del Hospital -que se hizo en Tarrasa- o los de algunas secuencias en carreteras cerca de bosques, que se hicieron en la masía de Can Catà y sus zonas cercanas, en la Sierra del Collserola (Cerdanyola del Vallés).
Pero Cataluña sirvió, sobre todo, para los interiores de esta producción. Casas y parte del interior del hospital de los últimos capítulos en Mataró -el resto fue en Tarrasa-, otras en Teyá o Ametlla del Vallés, además de decorados y platós en Sabadell o en naves industriales de Barcelona.
Así se completan las principales localizaciones de Feria: La luz más oscura, una serie que llega a Netflix el 28 de enero dispuesta a intrigar a todo el planeta. Entre esas casas blancas esperan oscuras historias.