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El avistamiento de grullas en Extremadura constituye una cita de carácter internacional.

Festival de las Grullas X edición (Badajoz)

El "ave de la felicidad" surca ya los cielos extremeños

Actualizado: 12/12/2018

A Extremadura llega cerca del 70 % de las grullas que pasan el invierno en la península. Para ello recorren casi 4.000 kilómetros desde el norte de Europa. Motivo de más para recibirlas como se merecen. Por eso, la localidad pacense de Navalvillar de Pela celebra este fin de semana el X Festival de las Grullas, una buena ocasión para disfrutar de estas aves.
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Que Extremadura es un paraíso ornitológico es algo indiscutible entre los entendidos. Y es que más de 360 especies de aves surcan sus cielos a lo largo de todo el año. Un potencial natural cada vez más valorado y uno de los reclamos turísticos internacionales incuestionables. Precisamente, estas fechas son propicias para disfrutar de uno de los grandes espectáculos que ofrecen las grullas, recién llegadas para pasar el invierno entre nuestras dehesas.

Como homenaje a estos animales, el 15 de diciembre se celebra el Festival de las Grullas organizado en el Parque Periurbano de Conservación y Ocio Dehesa Moheda Alta, a 9 kilómetros de Navalvillar de Pela (Badajoz). La comarca de las Vegas Altas, a su paso por Los Guadalperales o Palazuelo, y enfilando en línea recta la carretera que lleva hasta Guadalupe, ya en Cáceres, son algunos de los hábitats donde el ornitólogo podrá ver con mayor facilidad bandadas de cientos de estas aves mientras comen en sus grandes extensiones de arrozales.

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Una oportunidad única para observar grullas, a la vez que aprender y divertirse mientras realizamos una ruta senderista, asistimos a un taller o escuchamos música en directo en plena dehesa. Sin olvidarnos de visitar el centro de interpretación sobre la especie, y subirnos a las torretas y miradores que facilitan su observación. Especialmente, durante el vuelo, cuando se desplazan en grupos adoptando una peculiar disposición en forma de 'V', donde la grulla que encabeza la comitiva será la que dirija el vuelo, mientras emiten su distintivo y característico "kruu-kruu".

Un viaje de 4.000 kilómetros

Según los censos del último año, cerca de 140.000 grullas eligen la comunidad extremeña para la invernada entre los meses de noviembre a marzo, de las más de 200.000 que llegan a la península. Y lo hacen procedentes del norte de Europa e incluso de Rusia. Durante la primavera y verano es la época de cría en estos lugares, que empiezan a abandonar en octubre, cuando el frío aprieta y el alimento escasea. Es entonces cuando inician la ruta occidental de migración hacia el sur, mediante la cual cruzan toda Europa y pasan a la península ibérica a través de los Pirineos.

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No es de extrañar que Extremadura sea la región preferida por la grulla común (Grus grus) dado que posee uno de sus alimentos preferidos: la bellota. Con cerca de un millón de hectáreas de dehesa, constituye un paraíso ecológico que arroja al suelo a partir del mes de noviembre miles de kilos de bellota. Y es que en los primeros meses de invernada, estas aves consumen casi exclusivamente este fruto. Una vez agotado este recurso, se emplea en los granos de cereal que quedan en el suelo después de la cosecha. De ahí que sea frecuente ver bandadas de cientos de grullas comiendo desde primera hora del día en los rastrojos donde se ha sembrado maíz o arroz. Una dieta vegetariana que se complementa con lombrices, caracoles, insectos y, ocasionalmente, algún pequeño vertebrado.

Pero la grus grus es mucho más que un ave de plumaje grisáceo y porte majestuoso. En países como Japón, la grulla es símbolo de la buena suerte, honor y lealtad. Esta creencia se basa en que esta ave es fiel a su compañero durante toda la vida. De ahí que a la grulla se le llame también "ave de la felicidad", "la grulla celestial" y el "ave de la paz". Al término de la Segunda Guerra Mundial, en Japón, la figura de la grulla hecha en origami pasó a representar la paz y la esperanza. Por eso, todavía hoy existe la creencia de que si un japonés logra armar mil grullas de papel, se le cumplirá un gran deseo.

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Al agua grullas

Lo sabe bien José Luis Bautista, guía ornitológico que lleva años observando con sus prismáticos a estas aves desde que despunta el día hasta que cae la tarde; momento en el que estos pájaros de largas patas y cuellos esbeltos comienzan a aproximarse a los dormideros. Se trata del lugar en el que pasarán la noche, de una forma segura, ya que los depredadores están acechantes en todo momento, con la oscuridad como aliada.

Pero las grullas saben bien cómo zafarse de ellos. Es en los campos de regadío, embalses o lagunas, situados en lugares tranquilos y, en general, no muy alejados de sus áreas de alimentación. Y así, de pie, metidas en el agua, repondrán fuerzas para el día siguiente, seguras de que cualquier atacante que intente alimentarse con ellas, deberá meterse en el agua, y en su intento, "el chapoteo las pondrá sobre aviso de que acerca el peligro", explica Bautista.

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Pero para ver estas y otras muchas aves en todo su esplendor, no es suficiente con observar su vuelo a simple vista. Quienes saben del tema salen al campo con todo un arsenal visual compuesto por prismáticos, telescopios e incluso guías, por si surgen dudas sobre alguna de las especies. "Es casi imposible acercarse a ellas", avisa el ornitólogo "porque son muy huidizas y cuando notan tu presencia, aunque sea de lejos, una levanta el vuelo y le siguen inmediatamente todas las demás".

De afición "pajarera"

Son conscientes de ello las hermanas Elvira y María del Viejo, dos naturalistas empedernidas, aunque ellas prefieren definirse como "pajareras". Siempre que tienen la oportunidad, se echan el trípode y el telescopio al hombro y se lanzan al campo. "Extremadura tiene los mejores atardeceres del mundo, y verlos en plena naturaleza es impagable", asegura María, mientras no quita el ojo de sus prismáticos porque dice estar viendo un águila pescadora en medio de una laguna. Aunque lo que les ha llevado hasta el embalse de Los Canchales, a medio camino entre Mérida y Montijo, son las grullas. "A mí me gusta venir a darles la bienvenida todos los años y también a despedirlas en el mes de febrero o marzo", comenta esta enamorada de los cielos extremeños. "Si es que tenemos uno de los mejores cielos para ver aves, porque están muy limpios, al menos hasta ahora", apunta Elvira.

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Si bien es cierto que en Extremadura y en el resto de España son cada vez más los aficionados a la ornitología, gran parte de quienes viajan hasta la región son turistas internacionales. La mayoría de los clientes que demandan los conocimientos de José Luis Bautista a través de su empresa 'Wildroots Extremadura' son de Holanda, Suiza, Escocia, Alemania y Francia. Pero también le llegan grupos de Estados Unidos, Israel o Asia. Y es que la fama de estos cielos para observar pájaros es ya mundialmente conocida. No en vano, en el entorno del Parque Nacional de Monfragüe, se celebra cada año la Feria Internacional de Turismo Ornitológico (FIO), donde acuden cientos de profesionales del mundo de las aves.

PARQUE PERIURBANO DE CONSERVACIÓN Y OCIO DEHESA MOHEDA ALTA - Ctra. Ex-116 de Villanueva de la Serena a Guadalupe, km 4,8. Navalvillar de Pela, Badajoz.

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