Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Cuando uno ha llegado a su destino final de la etapa del día, aún puede tener ganas o buscarlas para hacer una excursión extra que le lleve a un sitio inolvidable. Otro punto en el recorrido para recordar, además de esas otras maravillas que derrocha cada día los kilómetros del camino que sale desde Ferrol.
En la ciudad de Ferrol, donde arranca el camino, hay un barrio que bien merece una escapadita antes de arrancar dirección a Santiago. Se trata de Canido, famoso no solo por sus cuestas sino también por sus coloridos murales. En 2008, un artista local, Eduardo Hermida pensó en un proyecto artístico capaz de luchar contra la feroz crisis que asfixiaba a la ciudad y el abandono de este barrio popular. La idea inicial fue representar en las fachadas de las casas una interpretación del cuadro de Las Meninas, de Velázquez.
Hoy la iniciativa, más allá de haber revalorizado la zona, ha conseguido ser un referente cultural a nivel nacional e internacional en el que han participado un gran número de artistas. Cada primer fin de semana de septiembre, las calles de Canido se transforman en una oda a la pintura, pero también a la música, a la fotografía, al cine… Cualquier disciplina tiene cabida en este pequeño-gran festival que ha originado el movimiento de Las Meninas. Como consecuencia, Canido es un imprescindible en Ferrol porque, aún sin conocer su historia, pasear por sus calles y recorrer sus murales alegran la vista y el alma de cualquiera, sea o no peregrino.
Al final de la segunda etapa del Camino Inglés, la que conduce de Neda a Pontedeume, es posible que el peregrino aún esté ávido por embriagarse con los verdes de Galicia. Dos jornadas, al fin y al cabo, son insuficientes para haber hecho de las suyas en el ánimo del caminante. Por eso, una vez en Pontedeume, se abre un abanico de posibilidades en uno de los bosques más antiguos y legendarios de Galicia: el Parque Natural de Fragas de Eume. Desde la localidad se puede ir en taxi hasta el Centro de Interpretación de Caaveiro, desde donde empezar a recorrer este bosque encantado regado por el río Eume, salpicado de saltos, gargantas y puentes colgantes.
Si uno está demasiado cansado para caminar, se pueden alquilar bicicletas y un bus sale desde el centro hasta uno de los puntos más emblemáticos del parque: el Monasterio de Caaveiro (a unos cinco kilómetros del centro). Puede ser que una vez allí, el visitante solo quiera regocijarse con el paisaje, buscar un buen lugar en el que sentarse y escuchar el susurro lento del río; admirar los juegos de luces en un bosque tan tupido que los rayos del sol tienen que aliarse con el viento para colarse entre las hojas; o, simplemente, percibir los olores de los múltiples verdes húmedos, siempre animados por el canto de los pájaros. Un bosque soñado, ¿cómo sacarlo del camino?
A unos ocho kilómetros de Pontedeume, se encuentra también el Castelo de Andrade. Si su explanada y la propia construcción medieval ya merecen la pena, desde la torre del Castelo se dibuja una de las estampas más impresionantes del Camino Inglés: la desembocadura del río Eume, la localidad de Pontedeume y la zona de Cabanas.
La torre desde la que se puede inmortalizar semejante panorámica no está siempre abierta (hay que informarse antes de ir), pero el exterior y el patio de armas son una maravilla. Dentro han construido una estructura de madera con barandillas de metal que conducen al sueño de las alturas. Un castillo que seguro que cuenta hasta con su propio cuento de hadas.
A escasos metros de uno de los hitos que marca el camino hacia Compostela en la localidad de Miño, tras haber atravesado una pasarela metálica sobre las vías del tres, una pequeña indicación marca el desvío hacia la "Senda dos sentidos", que une el paseo de la playa de A Ribeira con el Ponte do Porco.
El camino de tierra peatonal es de una belleza a la altura de la naturaleza gallega, con especies autóctonas de árboles dispuestos a rozarse desde las alturas para dar sombra al caminante formando una bóveda natural. Sabemos que durante las rutas marcadas dentro del Camino Inglés, el peregrino tendrá tiempo de ver otros bosques, pero esta senda es cortita (no supera el kilómetro y medio) y cuenta con unos miradores increíbles a la Ría de Betanzos. ¿Qué son unos metros más ante semejante recompensa?