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Qué ver en Hervás y Valle de Ambroz (Cáceres)

Un día en el legado hebreo del Valle de Ambroz

Actualizado: 21/03/2018

Fotografía: Hugo Palotto

La localidad cacereña, casi salmantina, suma dos encantos de un golpe: el de los pueblos de montaña y el que ha dejado el paso del tiempo plasmado en su arquitectura e idiosincrasia. Hervás, ubicada en el Valle de Ambroz, transporta a una época en la que judíos y cristianos –y luego, conversos y cristianos– cincelaron década a década, siglo a siglo, este municipio.
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Hervás es conocido por su barrio judío y con mucha razón. Cuenta con una de las juderías de España mejor conservadas, formando parte de los 19 municipios con los barrios más espectaculares de estas características. Sus habitantes ni podían olerse –allá por el siglo XV, cuando a nuestros Reyes Católicos se les ocurrió expulsar a todos los judíos por orden de la Inquisición–, el turismo que movería siglos después la disposición graciosa de sus casas. Tras más de 500 años, sumamos a las pinceladas históricas las maravillas de esta y otras zonas de la localidad extremeña.

Calle Abajo en la judería, una de las más transitadas del barrio.
Calle Abajo en la judería, una de las más transitadas del barrio.

Llegar al pueblo cacereño escoltado por la sierra puede ser una odisea. Fácil desde Plasencia o Salamanca, pero para los amantes de la montaña –y para los que no, también– atravesar el Puerto de Honduras si se está en el Valle del Jerte tiene una belleza añadida porque pese a la estrechez y el bailoteo de la carretera hay tres momentos clarísimamente diferenciados en este paisaje que bien merecen el paseo. Uno, subiendo desde el Jerte con las montañas ligeramente teñidas de blanco y la vía rodeada de árboles desnudos por el invierno componiendo un paisaje temporalmente descarnado. Más belleza, si es posible, visitándolo durante el Otoño Mágico del Valle de Ambroz.

Las montañas atravesando el Puerto de Hondura desde el Valle del Jerte.
Las montañas atravesando el Puerto de Hondura desde el Valle del Jerte.

Ya en la cima del Puerto de Hondura, a 1.440 metros de altitud, la impactante llanura de la silenciosa cima nevada (ojo, que si está muy nevado puede estar cerrado o puede ser necesario el uso de cadenas). Y por último, el descenso hasta Hervás, un túnel de castaños que sombrean el camino y dejan ver aquí o allá alguna garganta descendiendo la colina. Estos poco más de 30 kilómetros, que se recorren en menos de una hora, ya abren el apetito viajero.

Estampa típica de Hervás a orillas del río Ambroz.
Estampa típica de Hervás a orillas del río Ambroz.

Una vez en el pueblo de orígenes templarios, la mejor organización es la que le va bien a uno mismo, sin embargo, nosotros os proponemos una forma sencilla y completa de recorrerlo. Por la mañana, su judería -que fue considerada por Guía Repsol Mejor Rincón 2013- para perderse por sus calles estrechas y remontarse a otras épocas. Primero porque estando fresco es más fácil subir y bajar las cuestas del barrio, silenciado por la ausencia de coches y con la magia conservada en buena parte por esto; pero también porque la luz es perfecta para las fotos, especialmente cuando desciendan hasta el río –no hay perdida el barrio cae de forma natural sobre él– y quieran llevarse esa imagen de Hervás desde abajo, con la iglesia de Aguas Vivas en lo alto de la estampa. Hay que cruzar el puente de la Fuente Chiquita, del siglo XVI, que fue en otros tiempos la única entrada a la localidad cruzando el río Ambroz, que da nombre a todo el valle en el que se ubica el pueblo.

Puente de la Fuente Chiquita, del siglo XVI.
Puente de la Fuente Chiquita, del siglo XVI.

Historias de un sacristán

En la judería, es deber de todo viajero prenderse de los pequeños detalles que hacen de este lugar un sitio único: las callejuelas por las que solo cabe una persona, las escalinatas que bajan o suben hasta rincones escondidos o placitas donde las casas se amontonan unas encima de otras, esas puertas que no superan el metro de altura, la madera o las tejas que predominan en las casas, entre otras muchas cosas.

La arquitectura del pueblo, humilde pero pensada para el clima de la zona.
La arquitectura del pueblo, humilde pero pensada para el clima de la zona.

"Vamos a ver la vivienda popular de la zona, humilde, que utiliza para su construcción los materiales del lugar: el adobe, con maderas de castaño, los entramados, las casas encaladas en blanco, etc. En las paredes hay dispuestas tejas cerámicas árabes para evitar las inclemencias del tiempo, es una construcción muy inteligente", explica la técnico Esther Aragón Serrano, de la Oficina de Turismo.

Fuente de La Plaza.
Fuente de La Plaza.

Las leyendas, algunas con una pizca de verdad, salpican los rincones de la zona y si uno está atento, las paredes gastadas y estrechas -extremadamente angostas algunas- susurran cuentos antiguos como el del joven cristiano que se enamoró de la hermosa hija de un judío influyente y pasaba por el río para encontrarse con ella "por casualidad" cada día. También se puede atravesar ese callejón donde las parejas se escondían para comerse a besos. Para descubrirlo todo sobre la judería hay visitas guiadas a las 12 del mediodía de lunes a sábado (preguntar en la Oficina de Turismo).

El pueblo visto al atardecer desde la torre de la iglesia Santa María de las Aguas Vivas.
El pueblo visto al atardecer desde la torre de la iglesia Santa María de las Aguas Vivas.

Coronando el entramado de vías, se encuentra la iglesia de Santa María de las Aguas Vivas, cuya muralla data del siglo XIII, y desde donde se ve Hervás desde lo alto de su torre con las montañas rodeándola y, ahora, con la belleza de la nieve chorreando por sus picos. (Nota: Foto espectacular para Instagram, ¡apunta!) Para conocer los detalles de esta iglesia y la que se divisa justo enfrente y que está al final de la judería, la de San Juan Bautista, Sebastián Neila ofrece una visita guiada los sábados a las 5 de la tarde.

Fachada de la Iglesia de San Juan Bautista.
Fachada de la Iglesia de San Juan Bautista.

Comparando a los santos o las esculturas con Ronaldo, Messi o Montoro, por ejemplo, el sacristán, metido a guía turístico, se sirve de cualquier personaje de rabiosa actualidad para atraer la atención de su público y que sus oyentes entiendan la historia del retablo que tienen delante o el milagro que está contando.

Sebastián Neila revelando los misterios de la iglesia de San Juan Bautista.
Sebastián Neila revelando los misterios de la iglesia de San Juan Bautista.

Justo en esa plaza, donde se encuentra el templo de San Juan Bautista, está la 'Hospedería del Valle de Ambroz', antiguo convento rehabilitado por la Junta de Extremadura y cuya planta baja se puede visitar aunque uno no se hospede ahí (recomendado). Suelen albergar además exposiciones temporales.

Interior de la 'Hospedería del Valle del Jerte', un antiguo convento.
Interior de la 'Hospedería del Valle del Jerte', un antiguo convento.

Y a menos de 200 metros de esta plaza se llega a las vías del antiguo ferrocarril, cerrado en los años 80, que pasan por el puente de Hierro transformado en un mirador que ofrece otra perspectiva de Hervás mientras se escucha el arrullo del agua. Si buscas lugarse para ver cerca de Hervás, a unos siete kilómetros más allá, para los que se animen con el senderismo, se encuentra la cascada La Chorrera, una maravilla natural que llega a congelarse en invierno.

Vista del pueblo desde el mirador que han hecho en el Puente de Hierro.
Vista del pueblo desde el mirador que han hecho en el Puente de Hierro.

Un entorno para quedarse

Regresando a la calle Pizarro, "que está llena de bares, y es donde se tapea ahora", confirman desde Turismo, se puede hacer una parada para picar algo. "Para comer son muy típicos los mesones con carnes a la brasa". Y se puede comprobar in situ: a la hora de comer el olor de las parrillas se extiende por la judería como una llamada silenciosa a la mesa. Si apuesta por permanecer dentro del barrio más emblemático de Hervás, en 'Sésamo Comidas Caseras' podrás degustar esas carnes en un ambiente agradable, donde se mezclan los toques clásicos de la arquitectura reforzada con madera con unos toque más modernos en la decoración de paredes y lámparas; algo que han sabido trasladar también a su carta. Sus croquetas de morcilla, sus carrilleras o su solomillo, todo un acierto. Fuera de la judería, recomiendan también el restaurante 'Nardi'.

Solomillo de ternera a la parrilla con patatas al horno y verduritas.
Solomillo de ternera a la parrilla con patatas al horno y verduritas.

Ya por la tarde si se viaja en otoño o invierno (en verano está cerrado por las tardes), el Museo Pérez Comendador-Leroux, orgullo del pueblo, merece la pena una visita y además es gratuito. Allí cuentan la historia de Pérez y su mujer, artistas viajeros y reconocidos, mientras das un paseo entre sus obras que comparten espacio con artistas extremeños contemporáneos. Si viaja con niños –o te gusta el mundo automovilístico– también recomiendan los hervasenses visitar el Museo de la Moto y Coche Clásico.

Una de las salas del Museo Pérez Comendador-Leroux.
Una de las salas del Museo Pérez Comendador-Leroux.

Qué ver en los alrededores de Hervás

El entorno de Hervás, el Valle de Ambroz concretamente, si se va a pasar más de un día en la localidad, es un deleite para montañeros, senderistas o urbanitas, que prefieran ir de pueblo en pueblo. Las rutas verdes son muchas y pasan por bosques de castaños, gargantas, ríos o pantanos. A escasos kilómetros está Baños de Montemayor, mítico por sus termas romanas; a unos 30 kilómetros, en el embalse de Gabriel y Galán con Granadilla, un pueblo abandonado; y también las ruinas romanas de Caparra. Todo son buenas opciones en el Valle de Ambroz, atravesado por la Vía de la Plata. Y como decíamos al principio, atravesando las montañas, se encuentra el famoso Valle del Jerte, otra opción estupenda marcada por los colores, las cerezas y las gargantas.

Camino hacia las vías del ferrocarril.
Camino hacia las vías del ferrocarril.

Por último, y para sacarle todo el jugo a Hervás, conviene recordar que es famoso por sus fábricas de pieles, sus muebles de castaño o el trabajo de cestería. Con poco más de 4.200 habitantes, su producción y economía sigue de alguna manera vinculada a esos mercaderes judíos que un día habitaron esta villa, donde se mantiene vivo el pasado aunque con una visión renovada, como revela la calle de la Amistad Judeo-Cristiana.

Calle de la Amistad Judeo-Cristiana.
Calle de la Amistad Judeo-Cristiana.

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