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¿Sabías que una de las familias más emblemáticas de la Europa de los siglos XV y XVI tiene un gran vínculo con Gandía? Los Borja, conocidos más popularmente por su apellido italianizado, los Borgia, dejaron una profunda impronta que afortunadamente aún podemos descubrir cuando visitemos Gandía.
Uno de esos lugares que nos retrotrae a aquel pasado dorado es el Palacio Ducal de los Borja, declarado Bien de Interés Cultural en 1964. Cuando vayas, te sorprenderán el Patio de Armas, el Salón de Coronas, la Capilla Neogótica, el Oratorio, la Cámara de la Duquesa… ¡y la espectacular Galería Dorada!
Es el elemento arquitectónico y artístico más significativo del palacio y todo un icono de la arquitectura civil barroca valenciana. Visitas teatralizadas, exposiciones de arte o ciclos de conferencias convierten además el Palau Ducal dels Borja en un referente cultural de toda la comarca.
Este es otro de los edificios religiosos más relevantes de la ciudad valenciana, en forma de templo de estilo gótico catalano-aragonés, situado en la Plaza Mayor. Su construcción la promovió el primer duque real Alfonso de Aragón el Viejo, aunque fue la nuera del Papa Alejandro VI, ya en tiempos de los Borgia, María Enríquez Luna, duquesa regente de Gandía, la que terminó tan monumental obra. Y fue, precisamente, su suegro quien le asignó el rango de colegiata en 1499 mediante bula papal.
Una vez que hemos conocido el epicentro de la Gandía más histórica, es hora de perderse por sus callejuelas y encontrarse con la esencia más desconocida de la localidad. ¿Las paradas imprescindibles?
El antiguo Hospital de Sant Marc, el Museo de las Clarisas, el MAGa -Museo Arqueológico de Gandía, donde conocerás en profundidad la prehistoria de la zona- o la Antigua Universidad, ubicada en la Plaza de las Escuelas Pías, donde podrás contemplar varias esculturas que atestiguan la relación de los Borgia con Gandía: los dos Papas Borgia, Calixto III y Alejandro VI; dos de los hijos de éste, César y Lucrecia Borja, y el IV Duque y patrón de la ciudad, Francisco de Borja.
Este es uno de los edificios más importantes del centro histórico de Gandía: fue fundada por el duque San Francisco de Borja, en 1549, para albergar la primera universidad de la Compañía de Jesús -los jesuitas-. Tras la expulsión de los mismos en 1767, la universidad entró en un periodo de decadencia que culminó con su desaparición en 1772. En 1806 el Ayuntamiento de Gandía cedió el edificio a los padres escolapios para abrir un colegio que continúa hoy en día, aunque en los bajos del edificio podemos encontrar la Sala de Exposiciones Municipal Coll Alas.
También conocida por los locales como Casa de la Marquesa, fue construida a finales del siglo XIX por los Vallier Lapeyre, una de las familias burguesas más adineradas de Gandía, con una estructura defensivo-palatina. En el interior destacan elementos como su escalera interior de mármol o la barandilla profusamente ornamentada.
En el exterior, su delicado jardín romántico, que atesora una gran variedad de especies autóctonas y foráneas. Esta es una de las paradas imprescindibles para hacer un pequeño descanso o si viajas en familia, ya que tiene servicio de cafetería. Un consejo: antes de ir, consulta su programación, porque suele haber exposiciones, conferencias y conciertos.
Este peculiar centro etnográfico es el único dedicado a la fiesta fallera en el mundo. Las fallas, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, tienen en Gandía un espacio permanente en el que se exhiben piezas originales como trajes tradicionales, pero también una gran cantidad de recursos interactivos que recrean una mascletà o el proceso de creación de una falla. ¡Una parada imprescindible si quieres conocer en primera persona una tradición tan arraigada como las fallas!
No podemos negar la influencia que ejerce el mar en Gandía, puesto que esta localidad valenciana está en la costa valenciana y bañada por el Mediterráneo. Por eso, una vez que hemos recorrido el pueblo y nos hemos asombrado con todo lo que esconde, es hora de poner rumbo a la zona llamada el Grau de Gandía para dejarnos seducir por el ambiente pesquero y el olor a salitre.
Allí está el puerto, que es uno de los puntos estratégicos del municipio por el vínculo que tiene con la pesca. Uno de los elementos más fotografiados son los tinglados, las naves abovedadas que fueron construidas en 1908 para embarcar en el puerto la naranja que se exportaba y se empleaban para almacenaje. En 1931 hubo una ampliación, en la que se construyó una torreta de 19 metros de altura con relojes a los cuatro lados, la llamada Torre del Reloj.
En uno de los tinglados se encuentra el Museo del Mar, otro de los puntos de interés de esta zona. Frente a los tinglados encontrarás la Iglesia de San Nicolás, una edificación religiosa del siglo XX -data de 1962- que te llamará la atención por la estructura de forma trapezoidal que se adapta a un saliente del puerto, como una nave que se adentra al mar.
Y, ya que estamos aquí, quizá sea buen momento para comer en alguno de los restaurantes del puerto un arroz o una fideuà, el plato más típico de la gastronomía gandiense. ¡Bon profit!
Gandía también tiene un entorno natural que no puedes pasar por alto en tu visita, como L’Alquería del Duc, una antigua alquería medieval fortificada, construida en el siglo XIV, que fue residencia de verano de la familia Borgia y que después se convirtió en alquería señorial de recreo y caza. Rodeada de naranjos y en pleno marjal, encontramos este edificio que solo podremos ver por fuera, ya que en la actualidad es un centro de formación turística de la Generalitat Valenciana.
Lo que sí podemos hacer es pasear por sus bellos alrededores, donde están el yacimiento arqueológico de una antigua necrópolis paleocristiana o el Centro de Interpretación Aula Natura Marjal de Gandía, así como diferentes zonas muy agradables para extender el mantel de pícnic, dar un paseo en bici, correr o simplemente tumbarse a leer a la sombra. Este es otro de esos lugares perfectos si viajas con niños.
La que fuera la fortificación más importante del sistema defensivo de la comarca de La Safor, de la cual Gandía es capital, también es comúnmente llamada Castillo de San Juan. Sus muros milenarios funcionan como espectacular mirador desde el que otear los humedales, pero también toda la costa desde Denia, capital de la comarca alicantina de la Marina Alta, a Cullera. Su Parque Arqueológico funciona como museo al aire libre donde organizan visitas guiadas para conocer las excavaciones y el resto de elementos que lo conforman.
En la partida llamada Marxuquera y, en concreto, en el espacio protegido del Paraje Natural Municipal Parpalló-Borrell, encontramos la Cova del Parpalló y la Cova de les Meravelles, unas de las cuevas más importantes del Paleolítico Superior, donde se han hallado restos de muchísima relevancia. También el Morabito, una insólita edificación cilíndrica de datación incierta, que se cree que podría ser del siglo XVII, construida con grandes cantos rodados, piedra troceada y ladrillo, empleada desde entonces como almacenaje de hielo, como lugar de vigilancia o como almacén agrícola.
Aunque insistamos en que no es un destino únicamente de sol y playa, también hay que visitar y disfrutar los rincones costeros que tiene Gandía. ¿Nuestros favoritos? La Playa Norte, que tiene más de cinco kilómetros de arena fina, todos los distintivos de calidad, servicio de salvamento y socorrismo durante la primavera y el verano, así como zonas específicas de baño adaptado para personas de movilidad reducida.
¿Quieres otra pista? La Playa de l’Ahuir, con dunas y muy tranquila, es una de las playas más naturales y salvajes de Gandía y, además, libre de humo. Si lo tuyo son las actividades acuáticas, ve a la Playa Mareny de Rafalcaid.
Lo mejor de Gandía es que siempre hay algo pendiente que ver o visitar, por lo que uno o dos días no son suficientes para recorrer este rincón de la geografía valenciana.