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Un zorro naranja parece darnos la bienvenida a Penelles. Está representado en un mural de gran tamaño en una pared de ladrillo y cemento en un edificio a las afueras. A medida que vamos avanzando por la carretera y las imágenes plasmadas en paredes, muros y fachadas se suceden, es imposible no apreciar que el aspecto de este pueblo de la comarca de la Noguera es distinto a todos los anteriores. Amplios espacios cubiertos con pinturas murales: rostros humanos, frutos, pájaros… también pequeños detalles en columnas y aceras intercalan una visita cuanto menos sorprendente en la Lleida rural.
Un grupo de escolares esperan la apertura de la oficina de turismo, que recibe peticiones de visitas guiadas continuamente. Penelles, con poco más de 440 habitantes censados, ha dado un giro de 180º grados situándose como una de las mecas del street art y despertando un creciente interés turístico.
Los restaurantes locales abren ahora toda la semana e incluso el bar de las piscinas municipales ha dejado de ser exclusivo del verano. Todo para atender a los turistas que llegan cualquier día del año: colegios y jubilados entre semana, familias los fines de semana. Incluso vecinos franceses se acercan a curiosear por las calles de Penelles.
“Todo comenzó con un proyecto privado en 2016 que buscaba dar una nueva apariencia a Penelles”, cuenta Bettina Costafreda, guía turística. Fueron los inicios de un festival de creación pictórica llamado Gar Gar, que tomó su nombre del sonido que emite un ave muy habitual en la zona.
“El caso más curioso es el de un vecino, llamado Joan Mata, que fue reproducido en uno de los murales de la primera edición del festival -explica la guía- y se hizo famoso: los turistas lo buscaban por las calles del pueblo para hacerse fotos con él y la prensa quería entrevistarlo”.
Gar Gar ha ido creciendo y ya tiene establecida la fecha de su octava edición en el año 2023. La primera edición consiguió conquistar a los vecinos de Penelles, que facilitaron su continuidad. Año tras año, se han intervenido sobre cientos de metros cuadrados verticales, los lugareños han visto cambiar la apariencia de sus casas y calles. Novecientos metros cuadrados de superficie esperan a los artistas multidisciplinares que se congregarán en la próxima cita en mayo.
El color se adueña de los edificios públicos: el ayuntamiento o la biblioteca municipal, y también de las fachadas particulares. Cada propietario puede expresar su deseo de que en los muros de su casa se pinte una obra artística, estudiado cada caso y la superficie disponible, se aceptará la petición.
Un lienzo en blanco, una fachada, es de lo que dispone el artista a la hora de idear su obra en Penelles. Se busca la belleza, la inspiración en la naturaleza y en el entorno rural en el que se halla el pueblo. Solo se establecen dos límites temáticos que quedan fuera de las posibilidades creativas: la política y la religión.
Escaleras pintadas, intervención en ventanas, apliques cerámicos, bancos con mensajes construidos con piezas de LEGO o incluso creaciones textiles decoran una localidad como Penelles, que difícilmente podía imaginar su protagonismo en el calendario de artistas plásticos y graffiteros de varias partes del mundo.
Penelles se ha convertido en un lugar fotogénico en cuestión de pocos años. Es evidente que la intervención en decenas de fachadas del pueblo conecta con la predominante cultura audiovisual actual. No hay más que filtrar en Instagram por Penelles para que la red social nos devuelva cientos de coloridas instantáneas a nuestra búsqueda. Sus calles son hoy tan fotogénicas que pocos turistas se resisten a inmortalizarlas en cámaras y smartphones.
Incluso los interiores de la iglesia de Penelles también han recibido la intervención artística de Berni Puig, quien ha trasladado los colores del paisaje a sus paredes en grandes bloques geométricos. El resultado es sorprendente y recomendable en la visita a este pueblo de la llamada “plana de Urgell”.
Abandonando Penelles, sabemos ahora que el zorro que divisamos, esta vez por el retrovisor, es obra de Run&Ignasi Roses y que forma parte de la primera edición del Gar Gar, el festival con el que empezó todo