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lago del rio bolbaite

13 rutas de senderismo por la Comunidad Valenciana

Échate al monte mediterráneo

19/11/2024 –

Actualizado: 23/05/2023

Fotografía: Eva Máñez

Caminar por alguna de las rutas del Macizo del Mondúver, descubrir los bellos pueblos de la Serra Mariola, empaparte de los paisajes que regala la ribera del río Algar hasta les Fonts d’Algar, o perderte por las calas del sendero del cabo de Huertas. La montaña levantina salvaguarda unos tesoros naturales que te dejarán sin palabras.
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1. Del Macizo del Mondúver a la playa de Xeraco

La localidad de Xeraco se yergue como resistencia al turismo desaforado que acoge cada año sus vecinas Cullera y Gandía. En este rincón levantino en plena comarca de La Safor la tranquilidad y el sosiego son norma en sus playas y sus campos. Arenales amplios y con espacio para todo aquel que busque plantar la sombrilla en ellos son el final de ruta de los senderistas que deciden emplear las suaves temperaturas de la mañana para caminar por alguna de las rutas que alberga el Macizo del Mondúver.

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En el entorno del macizo de Mondúver hay unos 300 kilómetros de sendas.

Las hay para el nivel de exigencia que se desee, cortas o algunas tan largas que llevan hasta pueblos vecinos como Gandía y Tavernes de la Valldigna, siendo la sencilla Senda Blanca una de las más concurridas debido a su sencillez. Lo que no puede faltar, independientemente de la longitud, es llevar a cabo el clásico esmorzaret valenciano, donde las coques de Dacsa hacen que se recupere la energía empleada durante la caminata al instante.

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Un baño en la playa de Xeraco pone el fin de etapa refrescante.

2. Un paseo al lago de Anna

La comarca de La Canal de Navarrés es famosa en la provincia por ser una de las que más y mejor agua tienen del territorio, y la localidad de Anna ha sabido aprovechar este recurso durante siglos. A apenas un kilómetro del casco urbano se ubica el lago de La Albufera, donde acomodarse en una de sus barcas tras haber paseado entre especies autóctonas como carrascales, robles, adelfas rosas, palmitos y almeces.

300 metros de largo mide la Albufera.

La meta es el lago conocido como La Albufera.

Tras surcar las aguas del lago, lo ideal resulta seguir la caminata hasta la hermosa piscina paisajista de las inmediaciones, donde poder darse un chapuzón -en el lago no está permitido- y refrescarse en un espacio que ha sido aliviadero de las altas temperaturas levantinas desde hace siglos.

patos lago albufera

Es habitual cruzarse con los ánades que habitan la zona.

3. Siguiendo el Mijares por los Chorradores de Navarrés

El entorno natural que rodea Bolbaite es uno de los que mayor diversidad acoge de todo el interior valenciano. Las aguas del río Silente y su acondicionamiento desde hace siglos por parte de los pobladores de esta villa histórica han creado una serie de piscinas naturales muy apetecibles durante todo el año, ya sea para darse un chapuzón o disfrutar del paraje.

azud badina migas chorradores navarres

Los saltos sobre el curso del agua son habituales durante el recorrido.

Un paseo reconociendo estos remansos de agua conecta con la naturaleza a toda la familia, sin embargo, es el Sendero del Chorrador el que mejor define el carácter agreste de este Espacio Natural Protegido. Una ruta de apenas tres kilómetros en los que comprobar la llamativa característica del curso de agua de este tramos: el flujo va al revés. Continuando la senda se descubren diversas cascadas entre la espesura de matorrales y helechos que albergan una gran variedad de reptiles autóctonos. Una ruta indicada para toda la familia con la que pasar un día memorable.

el chorrador

Hay quien se atreve a hacer un alto en el camino para el chapuzón.

4. Descubrir la diversidad de Alcoy

Alcoy, ciudad famosa por su importante patrimonio cultural, histórico, festivo y gastronómico, cuenta grandes muestras de su pasado industrial, ejemplos de arquitectura modernista e, incluso, yacimientos arqueológicos. Aunque a veces pasen desapercibidos, los paisajes que rodean a esta localidad condensan algunas de las virtudes más destacables de la Serra Mariola, es decir, caminos apacibles a recorrer a pie o sobre ruedas, especies vegetales autóctonas que tienen su mayor exponente en la Microrreserva de flora Ombria del Garrofer y una fauna que tiene en el buitre leonado su especie más icónica, sobre todo desde la puesta en marcha del Proyecto Canyet de la mano de la Fundación FAPAS.

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Impresionan los cortados del Barranco del Cint.

Las alternativas son diversas para reconocer el entorno, desde pedalear sobre la Vía Verde que antaño recorría el ferrocarril Alcoy-Alicante hasta dejarse seducir por los cortados del Barranco del Cint, pasando por los senderos que llevan hasta pinturas rupestres neolíticas o el que atraviesa la aldea de La Sarga. Opciones acordes a cada preferencia que brindan la oportunidad de acercarse a un espacio en el deporte, naturaleza y cultura forman un conjunto de altura.

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Los árboles que flanquean el camino aportan una sombra que alivia los pasos.

5. Un camino de cuento hasta las Fonts d’Algar

Desde el mar de nísperos que representan los campos de cultivo que rodean Callosa d’en Sarrià parte uno de los caminos más mágicos de toda la Marina Baixa. Se trata del camino que discurre junto a la ribera del río Algar hasta les Fonts d’Algar, unas piscinas naturales de aguas turquesas que alivian el calor del interior alicantino. Aunque no se tenga intención de zambullirse en este enclave, merece la pena dar un paseo por el kilómetro y medio del sendero que muestra la belleza natural de la Sierra de Bernia, especialmente aquí, cuyas características hicieron que fuese declarada Zona Húmeda Protegida en 2002.

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Las fotografías que se obtienen aquí parecen de cuento.

6. El rumbo lo marca Faro de L’Albir

Del mismo modo guío el rumbo de los marineros mediterráneos durante décadas, el Faro de L’Albir marca la meta de los senderistas y ciclistas que siguen la senda que lleva hasta su puerta en el Parque Natural de la Serra Gelada -el primer parque marítimo-terrestre de la Comunidad Valenciana-. Se trata de una agradable ruta que cubre el litoral de este rincón de L'Alfás del Pi, uno de los pueblos por descubrir de la Marina Baixa.

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La ruta que lleva al faro se desarrolla por el perfil costero.

A lo largo del recorrido se observa como la masa forestal que flanquea el camino cuenta con su réplica submarina junto a los acantilados, la posidonia oceánica, elemento clave a la hora de catalogar este entorno como parque natural para su protección. Calas de ensueño y diferentes estructuras del pasado industrial de la zona son constantes a cada paso que se da hasta llegar al faro, que alberga un centro de interpretación y exposición, donde se puede observar desde el mirador una de las panorámicas más hermosas del mar que baña la costa.

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Ya en el faro, los atardeceres mediterráneos son inolvidables.

7. De playa en playa por el Sendero del Cabo de las Huertas

Las playas de la Costa Blanca son famosas por sus aguas mansas y unos arenales dorados en los que extender la toalla y dejarse acariciar por el sol, sin embargo, siguiendo el perfil de estas calas existe un camino que une todas ellas, regalando un agradable paseo por el que pensar cuál es la más adecuada para pasar un día de playa. Se trata del Sendero de Cabo de Huertas, una ruta que parte de la alicantina playa de la Albufereta y concluye en el Mirador de Mussola, uno de los puntos con mejor panorámica de la costa de Alicante, unos siete kilómetros de recorrido perfectamente habilitados para dejarse seducir por el oleaje más acorde a nuestras necesidades.

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A través de esta ruta se descubren algunas de las mejores calas de la Costa Blanca.

8. Hasta el interior de la Sierra del Cabeçó d’Or

Busot, en la comarca interior de l'Alacantí, es uno de esos pueblos en los que el encanto natural del entorno se mezcla con el de la propia localidad. Calles estrechas y empedradas protagonizan un trazado en el que el pasado musulmán de la comarca lo protagoniza una fotaleza del siglo XII y la artesanía gustativa tiene sus templos en el ‘Forn El Collaet’ -abierto desde 1914- y la olleta que preparan en ‘Ca Tono’. Un preludio urbano ideal para afrontar el descubrimiento del tesoro local: la sierra del Cabeçó d’Or.

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El imponente Cabeçó d'Or se levanta sobre la comarca de l'Alacantí.

Esta es una de las cadenas montañosas más elevadas de Alicante, la cual se puede recorrer a través de diferentes rutas, aptas para cada perfil de senderista, aunque una de las más populares es la que recorre el terreno en una senda circular de 11,5 kilómetros. Este camino, al igual que otras de las sendas que atraviesan la sierra del Cabeçó d’Or, llegan a la entrada de las cuevas del Canalobre, maravilla geológica datada en el Jurásico en las que las formas de la roca adquieren un carácter de ensueño y cuyas bóvedas se han convertido en hogar de algunos de los conciertos de música más especiales de la provincia. Una gran excursión en la que el disfrute de toda la familia está garantizado.

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Las Cuevas de Canalobre atesoran formas geológicas inimaginables.

9. Bordear los acantilados de Benitatxell

El límite de Benitatxell con el Mediterráneo ofrece dos rutas destacables, aunque bien diferenciadas en base a las exigencias físicas. Por un lado, la preciosa ruta de los acantilados, desde donde se tiene unas magníficas vistas del mar y unos atardeceres de los que es imposible no hacer una fotografía. La senda se ubica a media altura de las paredes verticales de piedra que conforman este conjunto de acantilados y se ve salpicada por cuevas y pequeños refugios de los ganaderos y contrabandistas que se cobijaban en este espacio. Al final de la ruta se encuentra un refrescante alivio en la cala del Llebeig, un espacio virgen en el que incluso se puede hacer snorkel para observar la fauna marina.

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Así se ve la cala del Llebeig.

En el polo opuesto se sitúa el sendero que atraviesa el barranco del Infierno hasta la Cala dels Testos. Se trata de un recorrido indicado para aquellos senderistas experimentados y en buena forma, ya que es necesario realizar descensos en cuerda fija en algunos de los tramos del camino. A pesar de las dificultades, merece la pena el esfuerzo para llegar a uno de los arenales mejor conservados de toda la Costa Blanca y disfrutar de los aromas que ofrece la vegetación autóctona, que insufla ánimo cuando las fuerzas comienzan a mermar.

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El camino hasta la Cala dels Testos está reservado a aquellos con gran forma física.

10. La Serra Gelada que abraza Benidorm

Quien dice que en Benidorm solo hay rascacielos y aquellos que buscan sol y playa no conoce las virtudes de los alrededores de esta referencia del turismo alicantino. Ubicado en el límite del Parque Natural de Serra Gelada con el Mediterráneo, el entorno que circunda el municipio es ideal para aprovechar los días soleados en una ruta.

La mejor forma de llegar al paraíso con los peques es con bicicletas eléctricas.

Estos vehículos facilitan el esfuerzo. Foto: Johanna Saldón

Las múltiples opciones que ofrecen estos montes permiten recorrerlos a pie o en bicicleta y, para esta última opción, lo mejor es acercarse a Taobike, una tienda local en la que está disponible el alquiler de bicis eléctricas y cuenta con expertos en la zona a la hora de planificar una excursión. La ventaja de estos vehículos reside en el limitado esfuerzo físico necesario para el desplazamiento, permitiendo que todos los miembros de la familia puedan aumentar los kilómetros recorridos y, así, deslumbrarse aún más con la faceta natural de uno de los lugares más turísticos de España.

11. Ruta aromática por la comarca de Els Ports

La dinamización económica de algunas de las zonas más despobladas del país han creado nuevas formas de descubrir estas poblaciones. El cultivo de plantas aromáticas en la comarca de Els Ports por parte de Esencias de Els Ports ha traído consigo la creación de una agradable ruta por estos campos de la mano de Viu Els Ports, una empresa turística que acerca estos aires perfumados a quienes llegan a este rincón de Castellón.

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Quizá sea una de las rutas más aromáticas del país.

A lo largo de la excursión se puede observar cómo evolucionan los productos asociados a la lavanda o el espliego desde su origen en la tierra hasta las tiendas que lo venden en Morella, que ha hecho de estas esencias una parte fundamental de su identidad. Masías centenarias, un molino que muestra la herencia agraria de la comarca y fincas de ganado se intercalan durante un camino en el que hay que dejar que el pecho se ensanche para apreciar un paisaje único con todos los sentidos.

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La ruta atraviesa los clásicos bosques de carrascas del interior castellonense.

12. El camino a las piscinas del Mijares en Puebla de Arenoso

A pesar de la popularidad de los pueblos del litoral castellonense, su interior, aquel que llega hasta los límites con Aragón, también es un lugar lleno de espacios naturales en los que monte y agua se combinan en una postal perfecta. Cerca de Puebla de Arenoso discurre el río Mijares, famoso en la zona por la creación en diferentes tramos de una estupendas piscinas naturales de color turquesa. Un refrescante destino para aliviar los calores sobrevenidos tras haber realizado alguna de las rutas más famosas de estos lares, como las que cruzan las trincheras de la Guerra Civil o llegan hasta el castillo de Arenoso.

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Estas rutas se ven salpicadas por las diferentes piscinas naturales del Mijares.

13. La piedra seca que flanquea las rutas de Vilafranca

Hacer de la necesidad virtud puede terminar convirtiéndose en el elemento identitario más importante de una población. Es lo que sucede Vilafranca, en la comarca de Els Ports, donde generaciones de agricultores han ido creando suelos fértiles a base de escarbar y quitar las piedras que suponían un impedimento para los cultivos. Gracias a ello, los villafranquinos consiguieron evitar los escollos naturales que imponían las estribaciones del Sistema Ibérico y disponer de nuevos materiales de construcción con cada campo despedregado.

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La piedra seca es el emblema arquitectónico de la comarca.

Fue así como, poco a poco, se fue asentando la técnica de la piedra seca, una forma de levantar estructuras sin necesidad de argamasa que tienen en la localidad uno de sus mayores exponentes a nivel mundial. Tanto es así que aquí tiene su sede el Centro de Recepción de Visitantes y el ‘Museo de la Piedra Seca’, donde aprender el desarrollo de esta metodo y desde se puede iniciar una ruta por el casco urbano o los campos que circundan Vilafranca, observando cómo no es necesario emplear ningún ensamblaje para sustentar edificaciones que llevan décadas aliviando los rigores del trabajo agrario en esta zona.

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En una pequeña ruta por los alrededores, el turista puede encontrar varios ejemplos de piedra seca.

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